La clase política española es la profesión peor valorada y el clima de crispación y confrontación entre partidos ayuda poco a que esta percepción cambie. La exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena considera denigrante el odio, la rabia y los insultos que se prodigan los políticos. Sin embargo, confía en los niños y en las niñas y tiene esperanza en que estos aprendan de los errores de los mayores.
Es uno de los motivos que le ha llevado a escribir la biografía infantil ilustrada de Clara Campoamor, la abogada y política española que en 1931 presentó y defendió en el Congreso la propuesta de ley que acabaría extendiendo el sufragio a las mujeres. Es también un homenaje de Carmena a la Segunda República, época en la que las mujeres consiguieron derechos como el voto, el divorcio o el matrimonio civil.
Y por último, un libro de política para niños plantea la duda de si la política es exclusivamente un asunto de mayores. Manuela Carmena cree que no.
¿Crees que hemos llegado ya a una generación de niños y niñas a la que eso del sufragio de las mujeres o la histórica diferencia entre sexos les suene a ciencia ficción?
Yo creo que no, al contrario. No hay más que ver el resurgir del movimiento feminista y su creciente presencia mediática. Los niños y las niñas lo oyen en el colegio, lo ven en el cine y en las redes sociales. Yo creo que es un tema que está muy presente porque, aunque hemos avanzado mucho, la igualdad entre hombres y mujeres todavía no se ha conseguido plenamente.
¿A los niños les interesa la política?
Yo creo que sí. Tengo la referencia de mis nietos y nietas y sí me parece que es un tema del que se habla en casa y en el colegio. Es un elemento que configura su medio actual y por tanto les afecta.
¿Son los padres los más indicados para hablarles de estos temas?
En este tema hay que ser absolutamente natural. He dicho siempre que la manera de enseñar a los niños para que ellos se expresen y tengan una capacidad importante de comunicación es que los padres la tengamos, y siempre me han llamado mucho la atención esos padres que llegan a casa y preguntan a los niños qué tal en el cole, pero ellos nunca hablan de cómo les ha ido en su trabajo.
A los niños no hay que hablarles de política como algo especial. Hay que tratarlo con normalidad. Yo recuerdo haber contado a mis hijos que había tenido un juicio muy difícil en mi época de jueza, con la misma importancia con la que les contaba que había tenido que esperar mucho tiempo el autobús. Tiene que ser una referencia más de tu vida cotidiana que, como tantas otras cosas, les trasladas a ellos.
Y siempre que cuentas algo, el niño o la niña que te escucha recoge algo, mucho o poco, pero forma parte del campo de relación normal que tú creas con un niño sobre el mundo en el que todos estamos viviendo.
¿Y el colegio?
El colegio es básico. Y te pongo un ejemplo. En un programa en Radio Nacional en el que colaboro, que se llama Master en Justicia, en los minutos finales hay una parte que se llama “La ley de la clase”, y en ella tratamos de explicar que sería muy interesante que en los colegios haya una reflexión sobre lo que es una norma y por qué existen, que las tenemos que hacer entre todos para respetarlas y conseguir todos vivir mejor.
El otro día una profesora de infantil nos contaba que había sacado ese tema con los niños en clase para que ellos identificaran que, si se decidía que el baby se colgaba en tal sitio, eso era una norma. Y al final, hablando de estas cosas, de que ellos pueden hacer también normas, estás hablando de democracia y de convivencia. Por eso no hay que perder la ocasión de hablar este tipo de cosas con los niños, porque eso es enseñarles a vivir en democracia.
¿No crees que al intentar inculcar a los niños valores como pluralidad, tolerancia o respeto por las opiniones diferentes es fácil caer en el adoctrinamiento?
Yo creo que si quieres adoctrinar, adoctrinas. Y si quieres hacerlo bien, es bastante sencillo. Yo tengo un recuerdo de después de las primeras elecciones, cuando, en medio de mucha confrontación con el Partido Popular, me eligieron alcaldesa de Madrid. Un día, mi nieta me acompañó a oficiar una boda en el Retiro. Vinieron algunos compañeros y les fui presentando. Y le dije: «Mira, te voy a presentar a una concejala del PP». Y mi nieta me dijo: «No, no, del PP no». Y yo le contesté: «¿Pero por qué no? Si es simpatiquísima… Ya verás cómo te gusta». Y se la presenté, y al final me dijo: «Oye, pues para ser del PP es muy maja».
Con esto quiero decir que somos nosotros los que tenemos que plantear a los pequeños que las ideas nunca pueden separar a las personas y que por encima de un pensamiento hay un perfil personal absolutamente respetable y en mucho casos interesante.
Supongo que sería más fácil si los niños no percibieran tanto odio, rabia e insultos en la clase política.
Por supuesto. Yo he contado muchas veces que una de las cosas que más me llamaron la atención en mi época de alcaldesa fue en un acto con niños en el Ayuntamiento, en el que uno levantó la mano y me preguntó por qué los políticos discutían siempre. Es lo que oyen y es lo que ven. Y es muy denigrante. No nos queda otra que reconocer que es así y que es un error. También, que no siempre ha sido así y que en otros momentos se ha vivido sin la confrontación actual. Y que les sirva de lección para que lo eviten y lo cambien cuando sean mayores.
¿Hablar a los niños de democracia e informarles desde la objetividad en edades tempranas puede ayudar a acabar con la peligrosa extrema derecha?
Sin duda. A veces se nos olvida que ha habido ejemplos de políticos extraordinarios que han conseguido por medio de la palabra y el razonamiento desactivar fuerzas de extrema derecha. Nelson Mandela es el ejemplo más claro. En plena transición en Sudáfrica, cuando se intentaba pasar del apartheid a una verdadera república democrática, hay un momento de tensión tremenda cuando la extrema derecha está dispuesta a acabar con todo. Mandela les llama y habla. Hay maneras. Es lo que hay que hacer. No hay otra alternativa.
¿Qué historia te gustaría contar en tu próximo libro?
Ahora estoy preparando un libro de mayores, precisamente sobre la tolerancia, de la política tolerante, pero después me gustaría volver a escribir para niños y niñas, y en concreto del género de aventuras. Eran los libros favoritos de mi infancia y ya he escrito alguno que otro, como aquel cuento protagonizado por una alcaldesa que vive en un país en el que un terremoto ha hecho desparecer la letra A, y no veas lo que cuesta hablar sin la A…
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El libro Clara Campoamor forma parte de la colección Mis pequeños héroes, de la editorial Shackleton Books, una serie de biografías infantiles que tienen como protagonistas a aquellas figuras de la historia que con sus logros contribuyeron a hacer del mundo un lugar mejor. Se une así a Marie Curie, Frida Kahlo, Santiago Ramón y Cajal, Albert Einstein, Florence Nightingale o Antoni Gaudí, entre otros personajes que han desfilado por la colección.
Carmena se ha pasado la vida blanqeando su personalidad trepa traicionera pesebrera y fascista
era del despacho d abogados ametrallados pero «casualidad no estab en ese momento »
Y no es la unica
por entonces era ya muy mediatica «curiosamente»
no paro la especulacion en Madrid ni hizo nada por ls desahucios
dividio a Podemos Madrid
y ahora sale cn esa,,,justo pa tapar loq e ha hecho toda la vida
dsp d decir que dividir a Up fue un eerror pero decir reciente qe tenia amigos d vox que eran mejor qe ,,,