Vivimos en un mundo sobresaturado de imágenes. Nos asaltan y nos invaden. Pero nos encanta ser conquistados. Y lejos de huir o repeler la invasión, la buscamos, la aceptamos, la aplaudimos.
Sobre esa saturación de imágenes va la exposición de la artista mallorquina Marina Planas en Es Baluard Museu: Enfoques bélicos del turismo: todo incluido, cuyo título, aparentemente, parece hablar de otra cosa.
¿Cómo describirías esta exposición? ¿Qué encontrarán en ella los visitantes?
Se trata de tres obras.
Enfoques bélicos del turismo: todo incluido, que lleva el mismo título que la exposición, es un panel de 660 imágenes y 660 textos apropiados. Se trata de una constelación de contenidos que está estructurada por una serie de capítulos.
Se comienza con una aproximación histórica, analizando cuáles son las circunstancias nacionales e internacionales que dan lugar al turismo de masas; y se pasa después a otros temas relacionados con el turismo y que generan conflicto, pasando por los viajeros, sus inicios y su relación con la imagen; la fotografía antropológica y eurocentrista mercantilizada y convertida en postal; los fenómenos de masas; la relación entre masa dictadura y espacio con el turismo; la sex symbol como parte del paisaje por explorar o poseer; la postal; la ficción; el desgaste; la pérdida de identidad; los excesos del turismo o la figura del viajero errante, ya sea un vagabundo, un refugiado o un turista.
Fake 001 es una imagen en alta definición, impresa sobre una lona de 14,70m. Se trata de aquella imagen de una playa idílica que no nos cansamos de ver cuando se nos anuncia un destino turístico costero. Una playa con una hermosa arena blanca, solitaria, sin un turista, nadie; silencio. Todos sabemos que esa imagen esta virtualizada, es un fake. La lona enfatiza esa sensación de cortina, de escenario, de la proyección ideal y la ficción con la que los departamentos de marketing del turismo se dedican a espamear. También hace referencia a uno de los capítulos que encontramos dentro del panel sobre el neuroturismo.
El neuroturismo es la última técnica en marketing turístico en la que se hacen pruebas sobre las reacciones neuronales ante estímulos visuales. La imagen que provoca una reacción más emocional en la persona es la que se utiliza con fines comerciales apelando al cerebro reptiliano para hacer un clic y una compra.
Periferias del placer es una instalación compuesta por una cama individual, una mesita de noche, una botella de vodka Yurinka, un flamingo de plástico, una planta artificial, un monitor de televisión, un vídeo de 7 minutos y arena. En el monitor se pueden ver vídeos procedentes de YouTube, muy ralentizados, de turistas realizando el balconing con la música de Max Richter, dotando esta acción de una tristeza y carácter existencialista, muy diferente de como suele ser tratado por los medios o por la sociedad mallorquina.
Al mismo tiempo, se promociona una cama en Airbnb para que quien quiera pueda visitar mi exposición y dormir (siempre dentro del horario del museo).
Las redes sociales, más en concreto Instagram, han contribuido a que vivamos en un mundo saturado de imágenes. Tu exposición está formada a base de paneles con cientos de fotos. ¿Es tu manera gráfica de transmitir esa saturación en la que resulta complicado fijarse en algo en concreto?
Sí, totalmente. La gente que ha ido a verla me dice «tengo que volver a verla con más calma y más tiempo. No he podido verla entera». Harían falta bastantes horas para verla, teniendo en cuenta que se trata de 660 imágenes y 660 textos. Si te paras lees un texto y miras la imagen, luego quieres leer más, pero no sabes hacia dónde mirar, y al final resulta imposible.
En Instagram, y en las redes en general, pasamos imágenes. No paramos. Cuando queremos volver ya no sabemos donde están, incluso si nos enviamos un recordatorio al mail, al WhatsApp, o en una conversación que tenemos con alguien en Facebook solo con el fin de acumular links a los que luego queremos volver pero que no hacemos porque, para el tiempo libre que nos queda, nos encontramos absorbidos consumiendo nuevas imágenes y contenidos.
Y así día tras día, newsletter tras newsletter, acumulados en carpetas. Y cada uno de esos links te lleva, como mínimo, a 10 imágenes; y luego, si te trasladas al lugar que ese newsletter anuncia, quizás puedes ver, o más bien tratar de percibir, miles de imágenes. Es abrumador. Pararse a mirar una imagen hoy es un esfuerzo, un acto de resistencia. Hay una exposición ahora en The Photographers Gallery, en Londres, de Mark Neville, sobre una región dedicada a la agricultura local que consta de 14 imágenes. Requiere pararse. Pero al mirar estas imágenes, aproximarse a ellas como lo solíamos hacer es difícil.
Son de una belleza excepcional; la calidad de impresión es de las mejores; las composiciones, los gestos de los personajes que aparecen en ellas, las sombras y las luces tan bien cuidadas, las formas que crean los animales que aparecen en ellas. Quizás de estas, alguna se nos queda grabada. Y quizás solo el tiempo lo decidirá. Porque al salir, volvemos a consumir tal cantidad a través de las pantallas que al final ya no retenemos nada. Sufrimos una especie de bulimia iconosférica.
Y ese fue el motivo por el que un día decidí dejar la cámara en el armario y dejé de tomar fotografías con una intencionalidad artística. Solo utilizo imágenes existentes, en general, de un archivo concreto que pertenece a mi familia, pero también del archivo que ofrece internet, para generar nuevas lecturas o recontextualizarlas y prescribir nuevos sentidos. Y esto se define hoy, en el arte contemporáneo, como posfotografía. Comencé con esta práctica cuando vivía en Nueva York, donde decidí que es necesaria una ecología visual porque el vacío viene más de la sobresaturación; existen ya demasiadas imágenes.
En la exposición también juego con la repetición, como la misma repetición del mantra del turismo; o la masificación de imágenes en un horrror vacui sin dejar que la pared respire; o la repetición de esa banalidad en muchas de las imágenes, de ese vacío, quedando diluidas, muchas sobre las cuales los espectadores no pasarán más que unos segundos o ni mirarán.
¿De qué manera queda retratado el turismo en tu exposición? ¿Cómo debemos interpretar esas imágenes?
En la exposición utilizo dos tipos de imágenes de las cuales unas pertenecen al archivo de mi familia. El Archivo Planas contiene millones de imágenes que narran una parte de la historia de las Baleares durante las décadas de los 50, 60, 70 y algo de los 80. Estas son, sobre todo, las producidas por la empresa de fotografía Casa Planas que mi abuelo fundó en 1949.
En las imágenes se puede ver la evolución urbanística de las islas, sobre todo de las zonas costeras de aquellos momentos, y también de Palma. Esas imágenes narran, fundamentalmente, el nacimiento y la evolución del bum turístico de Baleares.
Las otras las fui apropiando de Instagram. Me parecía interesante contrastar esas imágenes de ayer y de hoy que retratan el mismo fenómeno con un intervalo de tiempo de unos 70 años aproximadamente. Junto con los textos que se acercan al turismo desde lo histórico, lo político, lo sociológico, lo antropológico, lo social, lo filosófico; desde el género y desde la imagen y el fake.
Si hablo de hoy puedo utilizar una imagen del ayer, pero es necesario también ubicar la imagen del hoy. Cuando introduzco esas imágenes de Instagram, para mí representan el vacío, este vacío de la saturación. Saturación de imágenes y saturación de turistas. Saturación que produce el visionado de paneles y más paneles. También los colores, los encuadres son más asépticos, más clínicos menos inocentes, detrás de los cuales hay algoritmos que los mismos fotógrafos no podemos entender ni controlar. Sin embargo, las imágenes que vienen de lo analógico son más inocentes. El proceso técnico es comprensible, igual que los mecanismos de las empresas turísticas que en aquel momento nacían y todavía no eran los gigantes opacos que son hoy.
Hoy, con la aparición de internet, el conocimiento se multiplica. La dependencia de la tecnología para las inscripciones no es nada nuevo, lo que sí es nuevo es la capacidad de producción y almacenaje que permiten los nuevos medios. Hoy, para poder analizar el vasto contenido, se establecen algoritmos que analizan los big data. A pesar de que apareció en los 70, el arte de archivo no deja de tener interés porque es un fenómeno que no deja de crecer y no deja de sorprendernos, sobre todo, si pensamos en la capacidad expansiva que tiene.
Luego, también, todas esas imágenes ¿qué nos dicen? Muchas veces está bien mirarlas con un fin concreto y realizar nuevas contextualizaciones porque nos hablan de la sociedad actual, y eso es interesante; y si no existieran no hablaríamos de ello.
¿Cómo se relacionan turismo y guerra?
Yo siempre explico que las innovaciones técnicas en la fotografía venían dadas por cuestiones militares. Sin embargo, la evolución técnica del medio en las islas Baleares llega a través del turismo. Hoy el turismo ha provocado muchos conflictos y cada vez genera más molestias a los habitantes que viven en ese lugar; además, tiene secuelas medioambientales que comienzan a ser irreversibles. Resumiendo, se habla de las políticas neoliberales que han permitido la expansión de las multinacionales con formas de poder más opacas y más fuertes, que operan por encima de los Estados.
Hablo también de cómo esto ha sucedido debido a las facilidades que estos mismos Estados han cedido a las grandes empresas para que estas pudiesen expandir sus negocios, subvencionándolas en muchos casos, como, por ejemplo, en la aparición de las compañías low cost. También sobre cómo las entidades financieras han facilitado el crédito y han tenido cada vez más control sobre las multinacionales, poniendo énfasis en esa opacidad y las consecuencias que ello ha tenido sobre los derechos laborales de los trabajadores de estas empresas. La brecha de género o la explotación de la mujer.
El caso de Tailandia, por ejemplo, en el que se reconvirtieron las infraestructuras creadas para la prostitución durante la guerra de Vietnam en negocios para el turismo sexual. O también el excedente de aviones en la Segunda Guerra Mundial, reconvertidos en aviones con finalidad turística.
La planificación urbanística y cómo esta se ha llevado a cabo con intereses de inversores privados, tanto de megarresorts como de segundas residencias, hasta de viviendas en las urbes con la llegada de Airbnb. De hecho, espacios públicos como playas o caminos han pasado a ser privados, dejando a los habitantes sin su derecho a acceder a estos lugares.
Hablo mucho de la acumulación por desposesión. También sobre la contestación social que ha producido el fenómeno, al principio por cuestiones medioambientales y después de sobresaturación o el difícil acceso a la vivienda para las clases trabajadoras. La especulación del suelo y la burbuja inmobiliaria que ha generado el fenómeno del turismo, dando lugar a la gentrificación de las ciudades. Hay una parte también dedicada al cambio climático y el medio ambiente.
El turismo genera muchos conflictos, y el tema daba para muchísima reflexión histórica, política, medioambiental, económica, social, filosófica…
‘Enfoques bélicos del turismo: todo incluido’ se expone en Es Baluard Museu hasta el 27 de septiembre.