El origen de los dichos: ¡Me suda la polla!

Hay maneras y maneras de decir que algo no te importa nada en absoluto. Las hay finas y educadas, y las hay más contundentes, como esta. Las finas son más respetuosas, sí. Pero donde esté una buena grosería, que se quite la tibieza de las buenas formas.

Mi respetado sabio José María Iribarren no recoge en su obra El porqué de los dichos esta burdísima expresión. Supongo que su educación exquisita de caballero del siglo XX se lo ha impedido. Pero como a mí las monjas en el colegio – de la orden franciscana, para más señas- me enseñaron a amar a todo lo que se meneara por este mundo -incluidos los malotes: hermano malote, le dirían ellas-, debo descender a las bajas esferas del lenguaje y abordar sin miedo y con mucho cariño, este dicho tan común en la España de hoy.
Para empezar, se plantea la primera cuestión. Cuando algo te hace sudar es porque realizarlo te cuesta un esfuerzo, normalmente físico. Por tanto, no sería algo poco importante. Y sin embargo «Me la suda» (que es la versión abreviada) significa lo contrario: una forma enfática de expresar que te importa un pimiento algo, que no le das la más mínima importancia y que lo desprecias. ¿Cómo se explica esta contradicción? ¿Por qué en la jerga, sobre todo juvenil (aunque ya haya sido adoptada por maduritos), de donde viene esta expresión se produce ese cambio semántico? Pues ni idea, la verdad. Ni siquiera la Fundeu, que tantas veces ha venido en mi auxilio, es capaz de encontrar la razón.
respuesta fundeu
Así pues, agotados los recursos lingüísticos, voy a darme un garbeíto por la Red, a ver qué encuentro.
Una vez explicado el dicho, y pidiendo disculpas por anticipado a quienes puedan ver herida su sensibilidad por esta expresión, habría que empezar a averiguar si realmente una polla –perdón, un pene- puede sudar. Porque a estas alturas está claro que hay que buscar un origen médico a la expresión.
Ahondando en la sabiduría sin fin de internet (olvidaos del rigor y divertíos) encontramos que sudar, lo que se dice sudar, no sudan los genitales sino las ingles y el pubis. Pero, claro, a qué prestamos más atención: a un pubis o a una polla. La respuesta es clara.
Existe una enfermedad que se llama Hiperhidrosis genital, que no es otra cosa más que la sudoración excesiva de la entrepierna, pubis y glúteos. No debe ser muy agradable ir por la vida con el culo mojado por esta causa, especialmente si ese sudor te deja cerco en el pantalón o la ropa interior.
Si ya joroba levantarse así de mojadito cuando, en verano, has depositado tus nalgas durante un ratito en el sofá de escay de tu madre, imagina lo que debe ser estar así siempre, con o sin escay. Si alguno padecéis en silencio este problemilla, en ese enlace encontraréis algunos consejitos para controlarlo.
Dicen en Emitologías que ya Hipócrates hablaba de cierta enfermedad que aquejaba a las partes pudendas del ser humano, y que se concentraba alrededor de los genitales. Un exceso de calor en salva sea la parte que les provocaba fiebres y sudores, a partir de cierta edad. Esta fiebre, a su vez, causaba en el enfermo una desidia tal que parecía no interesarse por nada de este mundo debido a la relajación de ciertas zonas del cerebro. Incluso afirma que quizá estuviera ahí, en padecer esa extraña enfermedad, la explicación a la manera tan tranquila con la que se tomó Sócrates su ejecución.
Para machotes (por pura exclusión de lo femenino) es la explicación que dan en Lengytec, donde tiran de imaginación para explicar el curioso fenómeno de la sudoración genital. Según ellos, cuando algo no te resulta interesante no te excita, por lo que el pene se queda recogidito dentro del calzoncillo y de tan calentito que está, suda. Lógicamente, es válido solo para hombres. Nada mencionan de la excitación del clítoris. Del punto G, ni hablamos.
Así pues, ¿puede sudar una polla? Sigo sin tenerlo claro. Tampoco es que el tema me preocupe mucho, la verdad. Si hay algún médico en la sala, que se manifieste al respecto.
Mientras, seguiré esperando y leyendo las consultas de la Fundeu por si hubiera suerte y encontrara la respuesta semántica que tanto anhelo y tan poco me la suda, con perdón.

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