No hay nada que se les parezca a los tokens entre los activos financieros de toda la vida y, por eso mismo, pueden ocupar un lugar único en las carteras de los inversores. Como explica Jorge Ordovás, CEO de Kairos y cofundador de NevTrace, «la tokenización permite transformar activos tradicionales como inmuebles, acciones, bonos y obras de arte en representaciones digitales (tokens) que pueden ser fraccionadas, transferidas y comercializadas de manera más eficiente».
Yendo más al detalle, aclara el experto, «la tokenización de activos es la conversión de los derechos de propiedad sobre un activo, ya sea financiero o físico, en una representación digital que se registra en blockchain». Blockchain o cadena de bloques es la base de datos descentralizada e inmodificable que también utiliza bitcoin para recoger y dar seguridad a sus transacciones.
Lo que hagamos o podamos hacer con los tokens dependerá de lo que digan unos contratos digitales que, integrados totalmente en blockchain, se ejecutan automáticamente cuando se cumplen las condiciones con las que se programaron. Además, subraya Jorge Ordovás, estos estos contratos incluirán las identidades de sus propietarios y pueden automatizar unos procesos que van desde el pago de los dividendos a las distribuciones de ingresos o la ejecución de transacciones financieras.
Aunque la originalidad tecnológica de los activos tokenizados es una de las causas por las que el mercado esté entrando en ebullición, no es ni mucho menos la única. De nada serviría esa sensación de novedad si las empresas no hubieran empezado a identificar las formas en las que se puede exprimir la tokenización de activos para mejorar sus negocios, ofrecer mejores servicios y ser más competitivas. La innovación que no genera rentabilidad no es, para las empresas, más que un buen truco de magia del que se cansan enseguida.
Exprimir la tokenización
Carlos Callejo, CEO de la consultora Block Impulse, cree que, las empresas piensan exprimir la tokenización de activos para ahorrar tiempo y costes, porque resulta más ágil operar con un activo tokenizado que, por ejemplo, con un activo financiero o inmobiliario tradicional. En segundo lugar, aclara el experto, las empresas quieren acceder a más liquidez con estos nuevos instrumentos, aprovechando que se pueden vender porciones más pequeñas de un activo que si no estuviera tokenizado, y eso permite la participación de más inversores.
Finalmente, las empresas también esperan, según Callejo, que la tokenización de los activos pueda ayudarles a ofrecer productos más personalizados y servicios más transparentes. Lo primero lo conseguirían porque, de nuevo, los activos tokenizados son más maleables que los activos financieros y físicos tradicionales… y lo segundo podría no ser complicado, porque todas las transacciones con activos tokenizados quedan registradas en una blockchain que, normalmente, es pública.
Albert Prat, cofundador y CEO de Beself Brands, ya ha completado la tokenización de los activos de su empresa. Y reconoce que uno de sus principales objetivos es «atraer a personas que crean en el proyecto, que se identifiquen con nuestra visión y que, al ser accionistas, se conviertan también en embajadores, prescriptores y aliados estratégicos en sus países o sectores».
Según él, «tokenizar no es solo emitir valores digitales: es construir un modelo más abierto, más humano y más escalable… donde la comunidad es la nueva fuerza comercial, la nueva red de distribución y la nueva ventaja competitiva». Así las cosas, Prat explica que en lugar de entrar a vender productos en un país como un desconocido y empezar de cero, ahora podrán hacerlo con el apoyo de personas locales que ya conocen su marca, tienen unos incentivos alineados con los suyos y pueden ayudarles a abrir puertas como clientes, proveedores, socios o incluso empleados.
La tokenización de activos, según el empresario de Beself Brands, «permitirá hacer esto mismo a escala global, porque baja las barreras de entrada al capital y permite que personas de cualquier país puedan invertir con facilidad». Y si esas personas no solo invierten, sino que se sienten parte real del proyecto, entonces, según él, «tenemos una red internacional distribuida que nos da una fuerza de expansión, legitimidad local y capacidad de adaptación mucho mayores que con un modelo tradicional».
Lo que plantea Albert Prat es muy diferente de lo que planteaban las empresas cuando surgieron las primeras tokenizaciones en 2017. Y que los objetivos e incluso los comportamientos sean tan distintos también ayuda a entender por qué la tokenización de activos, que fue una moda pasajera con regusto agridulce hace ocho años, podría convertirse ahora en una fuerza transformadora apabullante para los principales mercados de bienes y servicios.
De los malos humos… a los vientos de cambio
Albert Prat aún recuerda cómo «en 2017 la mayoría de los proyectos tokenizados eran especulativos… y muchas emisiones de activos tokenizados resultaron ser humo o directamente estafas, y eso contaminó la percepción del ecosistema entero, incluso de los proyectos serios».
Por otra parte, explica el directivo, «durante años no estaba claro qué tratamiento legal iban a tener los activos tokenizados… y sin seguridad jurídica, ni las empresas ni los inversores institucionales se atrevían a dar el paso”. Aquello era la ley de la jungla y, por eso mismo, la tokenización de activos quedó condenada durante años a ser un fenómeno especulativo y marginal.
La ley de la jungla hoy sería imposible, según Prat, porque ha avanzado la regulación, han avanzado las infraestructuras institucionales con las que cuentan las empresas y los inversores y han aparecido grandes empresas multinacionales como BlackRock que han tokenizado bonos, fondos o inmuebles. Ya no es una fantasía delirante de unos alucinados que se mueven entre las lianas de la ley de la jungla o las ruletas de los casinos, sino una realidad perfectamente visible y rentable en mercados donde existen normas detalladas de comportamiento y unos reguladores que las quieren ver cumplidas.
Sara Velasco, chief legal officer del despacho Valia Legal, cree que «la protección jurídica de los inversores en activos tokenizados está evolucionando con rapidez, especialmente en la Unión Europea». Con la reciente aprobación, en 2023, del Reglamento europeo sobre los Mercados de Criptoactivos, aclara Velasco, «se establecen por primera vez reglas claras para emisores de criptoactivos y proveedores de servicios relacionados, incluyendo la obligación de presentar documentos informativos similares a un folleto, requisitos prudenciales y mecanismos de resolución de conflictos».
En España, los reguladores están reforzando, igualmente, sus líneas de supervisión aprovechando el impulso de las legislaciones comunitarias y, también desde 2023, con la nueva ley española de Mercados de Valores y Servicios de Inversión, que reconoce y regula como instrumentos financieros válidos los activos tokenizados. Además, la Comisión Nacional del Mercado de Valores ha abierto un campo de pruebas (o sandbox) para que las empresas de tokenización de activos hagan sus ensayos antes de salir al mercado… y también ha autorizado dos proyectos importantes que anticipan muchos más a corto plazo.
Así, la CNMV ha autorizado a Ursus-3 Capital como la primera entidad de registro y supervisión de las emisiones de valores tokenizados. Este tipo de entidades —absolutamente necesarias para todas las empresas que quieran operar con tokens— son las que garantizan la inmutabilidad de la emisión, la identificación de los titulares de los tokens y la gestión de los eventos corporativos con el objetivo de dar mayor seguridad a los inversores.
La otra gran noticia regulatoria ha sido que la CNMV ha autorizado con Minos Securities la existencia de la primera agencia de valores tokenizados de España. Estas agencias serán las que actúen como unas plataformas que permitirán poner en contacto a los emisores e inversores de tokens de forma directa y sin intermediarios adicionales.
Como se ve, la ebullición incipiente del mercado de activos tokenizados en España es el resultado de la unión de todas las piezas de un fascinante rompecabezas. Por un lado, están la regulación, el nuevo poder de supervisión de los reguladores y las lecciones aprendidas con las empresas que empezaron a invertir y operar en medio de la ley de la selva en 2017. Por otro lado, también funcionan como motores de este puzle prodigioso la propia novedad tecnológica y financiera que representan los activos tokenizados y las mil formas con las que las empresas los exprimen o esperan exprimirlos para ser más competitivas y ofrecer cada vez mejores servicios.
Según un informe de Boston Consulting , el mercado de activos tokenizados podría alcanzar los 16 billones de dólares globalmente en 2030, representando un 10% del PIB mundial. En España, se estima que podría crecer desde 2.500 millones de euros en 2025 hasta 150.000 millones en 2030.