Existe un universo paralelo donde cada átomo acaba convertido en galleta. La antigua división entre cielo e infierno se derrite como la mantequilla. Dios, aquí, vive en un horno. Es ahí donde moldea el mundo. Un mundo donde el único lenguaje es el azúcar; y la muerte, un puñado de migas.
Este lugar se llama Merendando galletas y queda en el abismo más remoto de lo que sería una fábrica. Recuerda más al oficio artesano; a las manos que a las máquinas.
Dos personas, Belén e Irene Martínez, hacen la masa. Mezclan harina, mantequilla, huevos camperos, azúcar y canela. Lo amasan y lo introducen en el horno de su obrador, cerca del parque del Retiro de Madrid. De ahí salen unas figuras de un amarillo comestible que, hasta ese momento, apenas parecen una insinuación de lo que llegarán a ser.
Entonces llega la masa de azúcar para dar personalidad a la galleta. Este conglomerado de azúcar, jarabe de glucosa y aceite vegetal viste a la figura desnuda y la convierte en disco de vinilo, bobina de cine, cinta de cassette o cualquier otra cosa.
Las galletas toman la forma de lo que alguien pida. Las artesanas modelan la figura de azúcar y las envían al destino indicado. Pueden pasar tres días por medio. «Es como hacer una escultura», explica Belén Martínez. «Y siempre las personalizamos. Esa es parte de la gracia. Incluir un nombre o una frase para alguien».
Las primeras galletas salieron del horno hace menos de un año. A Belén le gustaba la fotografía y el diseño gráfico. Y, un día, «investigando», cuenta, «descubrí que había papeles y materiales comestibles. Pensé en juntar el diseño y las galletas porque me encantan las dos cosas».
En un principio las imaginó como tarjetas de visita enriquecidas. Tendrían un olor, un sabor, un tacto, un sonido y una imagen mucho más contundente que las tarjetas de papel. Pero las galletas, con el tiempo, se han ido convirtiendo en cualquier tipo de mensaje.
Y ocurre, a menudo, que los límites entre el lenguaje del azúcar y las ansias de comer acaban en un mordisco. Nadie sabe entonces dónde empezó la figura y dónde acabó la golosina.