Era el fin de 2007 y en Barcelona abría una agencia de publicidad. Su nombre era Carlitos y Patricia, y aún no tenía hogar. “Lehman Brothers seguía en pie. La gente compraba pisos. Las agencias de publicidad viajaban en business y nosotros buscábamos la primera oficina”, cuentan los fundadores, que también se llaman Carlitos y Patricia.
Encontraron un piso en el centro de Barcelona. Les abrió la puerta la ayudante de la administradora del dueño de lo que antes fue una notaría y, a la vez, de todo el edificio y muchos pisos más. “Nos enseñó la casa y entendimos que el propietario de la finca y su empresa eran auténticos tiburones que no nos regalarían nada”.
“Y así pasaron los años de contrato con sus correspondientes subidas de IPC y alguna que otra avería con los esperables meses de retraso hasta que fueron arreglados”, comentan. “Y aquel lugar que para los especuladores era una ruina merecedora de tirarse se fue convirtiendo en un sitio especial con la nueva pátina y la energía de todos los que pasaron por ella”.
Así se fue construyendo La Casa (como llamaron a la oficina) hasta que llegó la hora de renovar el contrato. “Y como era de esperar, nuestro casero sigue con su plan. Como el vecino sigue con excelente salud (por muchos años, señor S*****), ha decidido darnos el sablazo y mantener el precio de 2007 más sus correspondientes subidas de IPC. O mantener el espacio sin alquilar posiblemente para hacer apartamentitos alicatados sin esperar a la suerte de nuestro vecino”.
El vecino es un señor cuyo funeral no llorará el dueño del edificio. (“Estamos esperando a que se muera el vecino de al lado para tirar toda la planta y hacer apartamentos. Así que de momento, os alquilamos la oficina por cinco años”, le dijeron a Carlitos y Patricia en 2007).
“Afortunadamente y a diferencia de los miles de afectados por la especulación hipotecaria, nosotros podemos permitirnos darles la llave en mano y con un corte de mangas, irnos a otro sitio”, explican. “Seguiremos en el barrio. Nos vamos a un fantástico sitio en la Plaza Real. Ustedes se quedan con las paredes. Nosotros nos llevamos La Casa”.
El paso de una oficina a otra se ha convertido en una “reivindicación festiva” y “una actitud positiva ante el cambio”. Lo han llamado Mudancing y han llegado a la conclusión de que “deshacerse de objetos e incluso de espacios cada cierto tiempo permite la entrada de nuevas oportunidades, energías y, llegado el caso, de nuevos objetos. Mudarse es lo contrario a acomodarse. Es evolucionar. Mirar las cosas con nuevos ojos”.
Mudancing es, también, “una reflexión”. “¿Que los caseros-usureros-banqueros del mundo quieren forrarse a nuestra costa y la de todos los hipotecados? Les mandamos a paseo y gastamos nuestro dinero en algo mejor que en llenar sus bolsillos. Y, ya puestos a mudarnos, lo celebramos”.
Mañana, sábado, Carlitos y Patricia organizarán un mercadillo con los objetos acumulados en estos cinco años. La mitad de los ingresos y las donaciones que hagan los invitados por las cervezas que podrán tomar de forma gratuita irán a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).