Nadie puede vivir al margen de la sociedad que le rodea. No somos una excepción. Somos humanos, tarugos y carecemos de criterio. Por eso, estamos afectados por lo que ocurrió el pasado miércoles y vamos a sobrevolar el tema desde el prisma Yorokobu.
Ni patriotas nacionalistas ni patriotas unionistas. Ni concebollistas ni sincebollistas (Pedro Duque, te estamos vigilando). Ha tenido que ser la selección nacional de fútbol la que rompa la unidad de España en una escalada autodestructiva que solo podría ocurrir en un país como este.
No entraremos mucho al detalle en temas federativos, pero sí vamos a hablar del acontecimiento del año, el Mundial, a través de los ojos de un ilustrador que debería estar en la selección española de ilustradores: Buba Viedma.
Gol de Iñaki Urdangarín
Nos gusta el fútbol. Bueno, a algunos sí y a otros no. Pero como este estúpido boletín los escribo yo, digo que sí y punto.
Hay algo que nos gusta todavía más que el fútbol: la capacidad de encelarnos con un tema y obviar todo lo demás. El miércoles, Pablo Iglesias podría haber secuestrado a un coro de monjas, podría haberlas puesto a fabricar banderas del Partido Comunista y, acto seguido, podría haberlas abandonado en el islote de Perejil. No habría pasado nada porque ayer comenzó el Mundial de Fútbol 2018 y, lo que es peor, España decidió volar la tranquilidad de su equipo destituyendo a su entrenador 48 horas antes de su debut.
No podemos olvidar, sin embargo, que Yorokobu es una revista de creatividad y, por ello, hemos ido a preguntar al Andrés Iniesta de la ilustración española: Buba Viedma.
Buba, ¿cuál es tu opinión acerca de tan determinante y escabroso asunto? «Me alegro de que me hagas esta pregunta. Como español que soy, estoy profundamente indignado con esta noticia; hay que ser un auténtico desalmado para anunciar algo así en un momento tan trascendental para la selección, y por lo tanto, para España. Pero claro, ¿qué se puede esperar de alguien que se apellida Lopetegui? Lo-petegui… O-tegi. ¡No hay que ser muy listo, demonios! Seguro que hasta tienen un selfi juntos. Los enemigos de España tratando de dinamitarla desde las instituciones. Lo de siempre».
Para Viedma, estas prístinas connivencias no son lo más grave. «Lo peor es que algunos medios están intentando tapar esta vergüenza con nimiedades como lo del pobre Urdangarín, que parece que solo se puede hablar de eso ahora, con la de tiempo que hace que ocurrió. O lo del barco ese de los negros. Ojo, yo no soy racista, yo soy ordenao. Aquí cada uno en su casa y Dios en la de todos. Habrá a quién le moleste que diga esto, pero mira, a mí me gusta decir las cosas claras. Y a quien no le guste que se fastidie. En este país existe una cosa llamada libertad de expresión que ampara a personas como yo».
Buba, ¿y la ilustración? «La ilustración bien, gracias».
Y con esto, concluimos la aportación de Yorokobu al pulso de la actualidad, al tema que copará los medios durante los próximos 30 días. La fiesta comenzó ayer por la tarde con un Rusia – Arabia Saudí que fue un extraordinario contrincante de las mejores siestas del verano: las del Tour de Francia. Ni pajolera idea de cómo quedó.
Ah, y que el fútbol os una, como la alopecia.
Mundial chanante
Esto no es fútbol
Es mucho más friki, si cabe. La Agencia de Seguridad Nacional estadounidense tenía, según hemos podido saber, algunos dejes bastante chanantes.
En abril de este mismo año, se desclasificaron unos carteles que trataban de concienciar a los trabajadores de la NSA de la importancia de mantener la boca cerrada y el secreto de todo lo que allí ocurriera.
Lo bonito de esto es que fagocitaron la estética de numerosos iconos pop de los años 50, 60 y 70 como a John Travolta o el kung-fu. Todo para convencer a su plantilla de que no contase nada sensible a los rusos.
Más carteles, aquí.
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