Los creativos trabajan orientados a las ideas. Son imaginativos por definición pero desordenados (incluso caóticos). Impredecibles pero muy implicados. Alternativos y nada receptivos a las normas y el control, ya sean diseñadores, directores de arte, estrategas de social media, copywriters o cualquier otra especialidad vinculada a las industrias creativas.
Pero la creatividad es un negocio que obliga a organizar, fijar objetivos y tomar decisiones que permitan sobrevivir en el mercado.
Del mismo modo que no hay día sin noche ni frío sin calor, tampoco hay creatividad sin gestión. Es la complementariedad de los opuestos.
El cocinero Ferran Adrià ponía el dedo en la llaga y declaraba a la revista SModa de El País: «En España, lo que falla es el modelo de gestión en las pymes. El modelo anglosajón ha tenido siempre claro que el control presupuestario es muy importante en cualquier concepto de negocio. Hay que decirle a la gente que si no controlan su dinero, se van a pegar una hostia en seis meses. Hay que decírselo así y dejarse de manuales […]. No se puede decir «yo de presupuesto no sé, yo soy el creativo» porque solo una buena gestión te da libertad para crear».
CREATIVOS UNIVERSITARIOS: DESPUÉS DE LA GRADUACIÓN, ¿QUÉ?
«No sé qué haré todavía, igual sigo estudiando o, si sale algo, me gustaría entrar en un estudio. Pero más adelante quiero trabajar por mi cuenta». Un elevado número de alumnos contesta así cuando se les pregunta por su futuro.
El fin de los estudios va asociado indefectiblemente a un segundo aprendizaje: TRABAJAR. Y esto, a menudo, inquieta.
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Entonces, los creativos recién horneados se preguntan: ¿cómo afronto una entrevista de trabajo?¿Con qué tipo de clientes me gustaría colaborar? ¿Sé cómo gestionar un proyecto de principio a fin? La respuesta a estas cuestiones debería formar parte del currículo universitario.
Pero las universidades de diseño y creatividad invierten pocos esfuerzos en formar sobre los aspectos que hacen funcionar un negocio. Y os aseguro que tienen margen en asignaturas y proyectos del currículo. Pero, tradicionalmente, se ha dejado esta responsabilidad en manos de las escuelas de negocios.
La solución debe pasar por programar algunos contenidos de gestión aplicada a las industrias creativas. Porque no es lo mismo saber diseñar que diseñar sabiendo ser rentable.
PARA APRENDER EL NEGOCIO, ENTRENAMIENTO
Estrategia y gestión deben dar alas a la creatividad de un freelance, estudio o agencia, porque ese es su valor central: la creatividad, su negocio principal. No se trata de formar a managers, pero sí de abrir mentes a la realidad del mercado.
Y ¿cómo? Anticipando episodios de vida real profesional ante los que, tarde o temprano, deberán enfrentarse. Acercándose a modelos de negocio y generando un proyecto propio, por ejemplo. Y debatiéndolo con un líder de alguna start-up para definir los entresijos del negocio.
O practicando ejercicios de rol para mimetizar situaciones como una entrevista de selección, una reunión entre estudio y cliente o una gestión de financiación. Haciendo los cálculos económicos de un proyecto que revelen la importancia de un presupuesto y el proceso de gestión de un proyecto. O creando un mapa mental que interiorice lo que es tejer una red de contactos.
OBJETIVO: DE AMATEURS A PROFESIONALES
Sin formación en gestión, los profesionales de la creatividad llegarán al mercado con serios problemas para liderar su actividad profesional y estarán obligados a aprender a golpes, lo cual no solo puede ser frustrante, sino que afectará negativamente al rendimiento del negocio.
Para actuar como profesionales competentes hay que contribuir a desterrar el amateurismo de este sector, una limitación que ya no tiene justificación alguna en el siglo XXI. El plus de la gestión enriquecerá la formación de creativos y les capacitará para rentabilizar los proyectos profesionales en los que se impliquen.