La mayor historia de maltrato machista estรก escrita en Las mil y una noches, donde el sultรกn Shahriar llegรณ a decapitar a tres mil vรญrgenes tras pasar una sola noche con ellas. Y todo porque su primera mujer le habรญa puesto los cuernos con un esclavo negro de elevadas prestaciones.
El sultรกn, a lo bestia, habรญa inventado Tinder.
Hasta que llegรณ Scheherazade y durante mil y una noches comenzรณ a contarle historias entrelazadas cuyo final no se sabrรญa hasta la jornada siguiente.
Scheherazade, sin saberlo, habรญa inventado Netflix.
En realidad, fueron muchas mรกs noches, puesto que para los matemรกticos รกrabes el nรบmero mil representaba el infinito, que es lo que nos propone esa plataforma de video bajo demanda. O, dicho de otra forma, que nos casemos con ella hasta que la muerte nos separe, para asรญ reproducir el final feliz entre el sultรกn y su concubina.
La habilidad de Scheherazade consistiรณ en ir descubriendo cuรกles eran las historias que mรกs le gustaban al sultรกn e ir encadenรกndolas unas con otras. Netflix hace lo mismo, solo que al no dirigirse a una sola persona sino a millones en todo el mundo, ha de utilizar algoritmos muy sofisticados para conseguir el mismo resultado.
Pero hay algo mรกs que Netflix tambiรฉn le copiรณ a Scheherazade: la disposiciรณn de las historias en series compuestas de episodios y temporadas, sirviรฉndose para ello de una estructura de relatos que se pierde en la noche de los tiempos: la narraciรณn enmarcada.
La narraciรณn enmarcada es un sistema tradicional de contar historias en el que un personaje principal hace de cuentacuentos. Este es un modelo que se utilizรณ en la Odisea de Homero, la Metamorfosis de Ovidio, el Decamerรณn de Bocaccio o, mรกs recientemente, en el Frankenstein de Mary Shelley.
La habilidad de Netflix fue la de convertirse ella misma en ese narrador principal. Es decir, en trasladar toda la fuerza de un personaje de ficciรณn a una empresa tecnolรณgica cuyo valor bursรกtil ha superado ya los cien mil millones de dรณlares.
Es de imaginar, aunque eso no lo cuenta el libro, que a Scheherazade el รฉxito le creรณ muchos adversarios. El hecho de que el sultรกn dedicara todo su tiempo de ocio exclusivamente a escuchar sus historias supondrรญa la inmediata devaluaciรณn de juglares, adivinos, titiriteros y demรกs profesionales del esparcimiento.
Lo mismo le estรก sucediendo a Netflix. Primero enfureciรณ a cines y distribuidoras y, a partir de que diera el salto a crear sus propios contenidos, a productoras y editoriales. Esa es la razรณn por la que la plataforma ha sido ostensiblemente boicoteada en los grandes eventos cinematogrรกficos como los รscar o el Festival de Cannes.
Pero el hecho es que Netflix cuenta ya con ciento cincuenta millones de suscriptores, una cifra tan abrumadora que le permite captar a los mejores guionistas, directores, compositores y directores de cine que poco a poco se van pasando al enemigo.
La historia siempre se repite porque tiene la manรญa de copiarse a sรญ misma. Solo que, en ocasiones, las fronteras tecnolรณgicas que separan unos perรญodos de otros nos impiden ver las similitudes. Como en este caso, en el que la nueva Scheherazade se llama Netflix y el nuevo sultรกn es el cliente que, como tรบ, la financia todos los meses.