Miró Rafael Jordán uno de los alfabetos de Pierre-Simon Fournier para diseñar estos números. Miró ornamentos y miró el rococó francés. De ahí surgió la idea de trazar estos dígitos que dejan una sensación de decadencia, cuenta el diseñador gráfico. Surgieron de ahí estos «motivos “naturales” incompletos, como un árbol al que se le están cayendo las hojas o el Palacio de Versalles abandonado a su suerte».