Hay recuerdos pequeños, que, sin embargo, son tremendamente significativos para una determinada persona. Otros remiten a gestos cotidianos cargados de gran simbolismo y cierta heroicidad. Pero todos ellos, en conjunto, hablan, en el fondo, de la identidad y de la historia de un país, de una ciudad. Pero esas memorias no siempre quedan registradas en fotografías, en vídeos caseros o en noticias de periódicos.
Núria, por ejemplo, recuerda sus veranos en Sant Pol de Mar, donde, después de pasar la mañana en la playa, quedaba con su marido para ir a comer. Roser, sin embargo, recuerda el balcón desde donde veía a su padre, que estaba preso en La Modelo durante la Guerra Civil española. Ni de la playa de Núria ni del balcón de Roser quedaron jamás fotos ni ningún otro testimonio más que su recuerdo vívido en sus mentes.
Hasta hoy, porque ellas son solo dos de las personas que han pasado —y aún pueden hacerlo, hasta el próximo 29 de septiembre— por la Oficina Ciudadana de Memorias Sintéticas, ubicada en el Disseny Hub Barcelona (DHub), para que esas experiencias que amenazaban con perderse para siempre cuando ellas desaparezcan puedan conservarse en archivos gráficos y vídeos.
Se trata de un proyecto impulsado por el estudio creativo Domestic Data Streamers, integrado por diseñadores, investigadores, artistas, programadores, científicos de datos y periodistas, que exploran cómo expresar y trabajar con nuevos lenguajes de datos a través de la comunicación, el diseño, la interacción, la robótica, la IA, las webs, las performances y el diseño de espacios. Y han contado también con la colaboración con el Ajuntament de Barcelona, que lanzó la convocatoria de ayudas a la innovación urbana La Ciutat Proactiva, impulsada por la Fundación BIT Habitat.
Así, la Oficina Ciudadana de Memorias Sintéticas se presenta como un servicio a la ciudadanía para reconstruir y recuperar visualmente todos esos recuerdos que jamás se guardaron o se registraron en ningún formato y que hoy corren el peligro de caer en el olvido.
El objetivo, dicen sus impulsores, es crear un archivo de memorias visuales reconstruidas con inteligencia artificial generativa (GEN-AI) que ayuden a las generaciones futuras a entender y preservar su historia y su pasado. De esta manera, la IA actuaría como una palanca intergeneracional que invita a las personas mayores a recrear sus recuerdos e involucra a las generaciones más jóvenes en el proceso de reconstruirlos.
Procedimiento
El proceso consta de dos partes, llevadas a cabo por dos personas diferentes. En la primera, un entrevistador habla con la persona que quiere recuperar visualmente ciertos recuerdos. La edad no importa.
«La reconstrucción visual de memoria la puede hacer cualquier persona: la más joven que ha participado tenía 6 años; la más mayor 102 —aclara Pau Garcia, fundador y director de Domestics Data Streamers —. El hecho de que hayamos trabajado en muchas residencias de gente mayor ha dado pie a que haya muchas más interacciones con personas senior, pero realmente en la oficina de Barcelona estamos recibiendo personas de todas las edades cada semana».
Cada participante elige un recuerdo en concreto y sobre él se centra la entrevista, que tiene una duración de entre 45 minutos y una hora. «Es sorprendente, pero la gran mayoría son recuerdos de infancia, memorias que fueron muy trascendentes pero que nadie documentó», explica Garcia. «En Europa y Estados Unidos salen muchos espacios de la vida cotidiana, pero cuando trabajamos con comunidades migrantes en seguida se habla de transiciones y momentos de sus migraciones que de otra manera nunca se verían visibilizados».
Paralelamente, la otra persona, un prompter, se encarga de generar las imágenes con inteligencia artificial a partir de ese testimonio, viendo a cada paso qué espacios son potencialmente relevantes y pidiendo al entrevistado que vuelva sobre ciertos puntos («Volvamos un momento aquí: ¿de qué color era la mesa? ¿Era de día o de noche?»…) para ir perfilando los detalles.
Cuando se han generado entre 4 y 8 imágenes, se muestran a la persona entrevistada. «Nosotros lo llamamos Memory Exposition, que es el momento en el que la persona reconoce o no el recuerdo y si conecta con lo que ve», concreta Garcia. «Si no es así, da más detalles para afinar la imagen y se siguen generando más hasta que se llega a algo similar al recuerdo. Porque esto no son memorias fácticas, no es una reconstrucción fáctica de la historia, sino una reconstrucción de cómo recordamos la historia».
Una vez finalizada la entrevista, se imprimen y entregan esas imágenes al participante, y se le pide permiso para que su historia se incluya después en una exposición colectiva, dentro de la misma Oficina, con todos los recuerdos generados durante los tres meses que durará el proyecto.
«Se está generando un archivo digital, y la exposición va a seguir moviéndose: primero a Francia (Toulouse) y luego a Singapur, ampliando el archivo a cada sitio. El objetivo es continuar desarrollando nuevas itinerancias en museos y centros culturales en diferentes lugares alrededor del mundo, así como capacitar a centros de investigación y terapia con estas metodologías y herramientas para que se pueda seguir investigando su impacto positivo», concluye el director de Domestic Data Streamers.
¿Por qué utilizar IA y no artistas humanos?
Viendo la controversia que genera el uso de esta tecnología en proyectos creativos, resulta llamativo que se haya apostado por ella para reconstruir la memoria ciudadana. «Hay muchas críticas muy bien fundamentadas sobre esta tecnología, y gran parte de nuestro trabajo alrededor de la IA generativa es crítica con su uso indiscriminado y con la concentración de poder que genera en manos de unas pocas tecnológicas», aclara Pau Garcia.
«Sin embargo, nuestra perspectiva es la de que señalar con el dedo no es suficiente, hay que desarrollar ejemplos de buenos usos de esta tecnología que puedan dar pie a perspectivas más humanistas sobre cómo pensamos y diseñamos estos nuevos sistemas de información. Hay que proponer soluciones, desarrollar herramientas como NightShade o HaveIBeenTrained y proyectos que permitan un uso más ético de estas tecnologías».
Pero ¿por qué no haber recurrido a creadores humanos (ilustradores, fotógrafos, cineastas…) para un proyecto como este, tan conectado a la humanidad de quienes regalan sus memorias? Pau Garcia da tres razones.
«La primera es la de la interfaz, eliminar cualquier posible inferencia de un autor intermedio. Las imágenes, en este caso, las crea la persona que recuerda con cierta asistencia, pero el hecho de que no haya un creador en el proceso hace que la conversación sea muy sincera y se enfoque solo en la memoria».
«La segunda razón es la del tiempo. El proceso de recordar y hacer visible una memoria tiene que ser rápido (hablamos de menos de un minuto) y la generación de memorias es un proceso que, si tuviese que ser realizado con cualquier herramienta analógica o digital actual, llevaría mucho más tiempo y haría mucho más difícil la iteración. El tiempo, en muchos casos, es algo importante. Una persona de 87 años con demencia no puede mantener una concentración de la misma forma que una persona de 40, por eso necesitamos un proceso más rápido».
«La tercera es la accesibilidad. El objetivo de este proyecto es poder ayudar al máximo a personas; es decir, significa que personal sanitario, soporte social y periodistas sin mucho entrenamiento puedan asistir a estas personas a reconstruir visualmente su memoria. El hecho de que lo puedan hacer independientemente sin la necesidad de contratar ilustradores o fotógrafos simplemente hace que esto sea posible, pues muchas de las organizaciones están lejos de disponer de recursos financieros para este tipo de actividades».
El origen
La Oficina de Memorias Sintéticas forma parte de un proyecto de investigación más amplio llamado Memorias Sintéticas. Con la colaboración de Ojalá Projects y de Gennís Senén, el proyecto comenzó en 2022. Su objetivo era recuperar las memorias de comunidades migrantes y de refugiados que habían perdido sus fotos durante su proceso migratorio.
El pasado mes de noviembre la propuesta viajó al barrio de Bom Retiro, en Sao Paolo (Brasil), con el fin de recuperar los recuerdos de migrantes de Brasil, Bolivia y Corea. Dos años después, se ha extendido a cuatro países más para recuperar esas historias personales en peligro de desaparecer para siempre por culpa del envejecimiento de las personas, en unos casos, o por la falta de libertad, en otros.
Memorias Sintéticas tiene varias patas, explica el fundador de Domestic Data Streamers. «Una pata es ciudadana, que es lo que hemos hecho en Barcelona porque hemos conseguido la financiación. Hay otra pata que es mucho más cultural y museística, que es una perspectiva crítica de cómo se puede utilizar la IA para entender mejor el pasado».
«Y hay otra pata que es de investigación, y ahí se abre un paraguas más amplio porque hay investigación en Alzheimer y Parkinson; hay investigación ética alrededor de esto; investigación alrededor del patrimonio cultural (reconstruir edificios que se han demolido o desaparecido a partir de los recuerdos de las personas que los vieron y conocieron y no fueron capaces de documentarlos)… Cada una de esas líneas las trabajamos con una universidad diferente. Al final, es una metodología y se puede utilizar de muchas formas».
Pero ese objetivo de ayudar a las comunidades migrantes, era, en realidad, solo una manifestación de un motivo más profundo, el mismo que mueve otros proyectos que juegan con la IA como Skeptic Reader: «Entender cómo podemos encontrar usos de la inteligencia artificial generativa fuera de las lógicas de mercado, que tuviesen un impacto claramente social y que fuesen fáciles de entender».
Porque, en opinión de Pau Garcia, «este es uno de los grandes problemas que tiene la IA generativa hoy. Se vende por todos lados y se hace este marketing absolutamente desbarrado desde la perspectiva de optimizar, controlar, automatizar y sustituir. Tiene una lógica muy capitalista. Nosotros nos dijimos: ¿Cuántos proyectos podemos hacer usando esta tecnología que, de alguna forma, trasciendan esta realidad?».
Volviendo a Memorias Sintéticas, su objetivo último «es el de poner un ejemplo más, entre otros muchos que hemos desarrollado, para decir que es importante que estudios y espacios de investigación independientes, como es el nuestro, puedan generar ejemplos de buenos usos de esta tecnología. Porque una de las razones de esta gigantesca falta de imaginación en el uso de la tecnología y que se tienda mucho más hacia el marketing es, precisamente, porque hay muy pocos ejemplos de buenos usos. La tecnología es increíble, pero el uso que se le está dando es muy limitado».