Oiga.me: una plataforma para impulsar lobbies ciudadanos

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Los lobbies tradicionales están bien organizados. Sus redes de poder actúan con agilidad. La movilización ciudadana, en cambio, ha permanecido más dispersa. Durante mucho tiempo no ha sido fácil canalizar muchas de sus peticiones. Pero la aparición de algunas plataformas tecnológicas está haciendo la cosa más fácil y dotando a la población de un poder del que antes carecía.
Estas plataformas son Oiga.me, Change.org, Avaaz.org… Puede que la primera no sea la más conocida. Lleva un año en beta (o «peta», como dicen en su web) y hoy lanza su segunda versión. Sin embargo, puede que, por el momento, se haya planteado ser la más ambiciosa.
Oiga.me es una herramienta destinada a unir a ciudadanos con intereses comunes y, juntos en su objetivo, reunir el poder que le roba la dispersión. Su finalidad es facilitar que las demandas de la población lleguen a los representantes gubernamentales, institucionales o empresariales.
Esta plataforma de lobby ciudadano no pertenece a ninguna empresa. No tiene ánimo de lucro y está desarrollada en código abierto (el software utilizado es libre y sus contenidos son copyleft). La programación es de la asociación cultural aLabs y lo hacen de forma voluntaria con un único objetivo: “impulsar una democracia participativa”, según Daniel Vázquez, fundador de esta organización.
En su primer año de actividad se han ido sumando al proyecto el Patio Maravillas, las cooperativas de software libre Dabne y xsto.info, Greenpeace, Attac, Facua, Ecologistas en Acción, CGT, la Plataforma Política de Apoyo al Pueblo Saharaui, la Asociación Libre de Abogados y Abogadas (ALA) y la Alternativa Antimilitarista (Movimiento de Objeción de Conciencia).
La plataforma está gestionada por un consejo social formado por un representante de cada una de estas organizaciones y permanece abierta a nuevas propuestas de participación ciudadana. “En el consejo se decide qué queremos que sea la plataforma. Y va creciendo porque cualquier entidad que esté dentro puede proponer nuevas personas”, indica. Para el consejo buscaron pluralidad de ideas y visiones, y decidieron que las reuniones fueran “abiertas al público” porque, según Vázquez, ante todo, pretenden ser “una plataforma transparente”.
“La propuesta de la asociación es crear una especie de colectivo para que los movimientos sociales puedan innovar juntos”. Lo hacen “frente a las empresas”, continúa. “Para que no sean ellas quienes capitalicen el descontento ciudadano y lo hagamos los movimientos sociales de forma libre y gratuita. En Oiga.me damos todo. Mostramos cada coma del código de la plataforma. Eso es la transparencia. Y, a diferencia de las empresas, garantizamos que no vamos a comercializar con sus datos”.
En su desarrollo se han empleado herramientas de trabajo en red como Github. Y ahí y en su Twitter han ido publicando todos los pasos que daban hasta llegar a esta segunda versión.
El fundador de aLabs explica que Oiga.me no se plantea como una plataforma más para meter en el saco de Change.org y Avaaz.org. Vázquez asegura que su objetivo es “hacer algo nuevo”. Su intención es convertirse en un “entorno de trabajo para la movilización ciudadana” e «ir más allá de la recogida de firmas y envío de correos. La plataforma permite que los usuarios organicen acciones en contestación a una compañía o una institución y no sea solo un canal de quejas”.
Estas diferencias incluyen, por ejemplo, las campañas de fax. “Intentamos facilitar que las personas se puedan comunicar con los representantes políticos y empresariales de varias maneras. Entre ellas, el fax”. Esta “retrotecnología”, como la denomina Vázquez, está aún muy extendida en ministerios y organismos públicos. No solo en España. Más aún en países de América Latina, Asia o Africa. Y el hecho resulta importante porque la intención de Oiga.me no es aferrarse a este país. Quieren estar entre los ciudadanos de todo el mundo.
El fundador de aLabs asegura que las campañas de fax son muy efectivas. “Un mail se acumula en la bandeja de entrada. Una acción con muchos menos faxs, en cambio, resulta más efectiva. Un fax tarda casi un minuto en pasar, origina una hoja… La transmisión masiva de fax genera un gran malestar político”, especifica.
Oiga.me tiene previsto desarrollar campañas por telefonía dentro de unos meses. “El ciudadano podrá añadir su teléfono en la plataforma para llamar al despacho de un diputado, un ministerio, el departamento de una empresa o cualquiera que sea el objetivo de la campaña”, explica Vázquez. “Lo que intentamos es que haya un contacto directo entre los representados y sus representantes. Queremos devolver a la ciudadanía la dirección de la vida pública y el control sobre sus representantes”.
La persona que se suma a estas campañas no asume ningún coste. Todos los gastos han caído hasta ahora en la plataforma, que se ha financiado con aportaciones de los organismos que la gestionan. “El objetivo es pagar entre todos el teléfono y favorecer a los movimientos sociales. Queremos que el dinero llegue mediante donaciones. Y para el teléfono hemos llegado a un acuerdo con un operador muy barato”, apunta el programador.
En la actualidad están desarrollando la app móvil. Lo hacen unos voluntarios desde México. Y, para el futuro, planean ya un módulo que incluirá geoposicionamiento. Vázquez no lo quiere revelar aún porque, según dice, “hablar de cosas de las que aún no hay escrita una línea de código es vaporware. Es decir, humo”.
Oiga.me presenta hoy su segunda versión pero cuenta ya en su haber con el desarrollo de campañas como #EREpaRato (para expresar el malestar por el fichaje del expresidente de Bankia como asesor de Telefónica) o el apoyo a familias amenazadas con desahucios (Rosa y María). En Guatemala una de sus acciones consiguió la derogación de una norma considerada “pacto de impunidad para las élites militares”.

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Patrick Thomas

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