Un caluroso día de verano, en 1995, el periodista y músico punk Jesús Arias, cogió la guitarra y comenzó a tocar los acordes de Helter Skelter, de The Beatles. La letra, sin embargo, no era la original. Eran los versos de Niña ahogada en un pozo, el poema de Federico García Lorca que forma parte del crudo Poeta en Nueva York.
El que escuchaba aquella música era Enrique Morente, que llevaba un tiempo dándole vueltas al abordaje del cancionero de Leonard Cohen, lorquiano convencido. En ese momento, la espiral del universo flamenco de Lorca se cerró y nació Omega, el disco con el que el cantaor granadino pasó de genio a leyenda.
Morente cogió por banda al hermano de Jesús, Antonio Arias, y al resto de su banda, Lagartija Nick. Comenzó la grabación del disco y el estudio se transformó en un laboratorio. No hacían falta tubos de ensayo para intentar llevar a cabo experimentos que, como los del doctor Jekyll, desatarían la ira de muchos flamencos ortodoxos.
La cosa, sin embargo, salió bien y Morente, Jesús Arias, Lagartija Nick, Vicente Amigo, Cañizares, Tomatito o Isidro Muñoz, entre otros, acabaron descubriendo la penicilina e incluso armaron la única prueba de la existencia de Dios que el hombre ha conocido: el Aleluya que llena el corte undécimo del disco.
Enrique Morente se marchó asesinado por el cielo una fría mañana de invierno, en Madrid, en 2010. Casi cinco años después, a Jesús Arias le arrancaron las alas, de fatiga, las alas del corazón. La explosión de energía que generaron hace justo 20 años permanece intacta, porque ya se sabe que la energía no se destruye. El arte tampoco.
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Rock ‘n’ Draw es una sección que cuenta cada dos semanas historias del pop y el rock de los últimos 80 años que merecen ser contadas. Os proponemos textos breves y las emocionales ilustraciones de Óscar Giménez, especialmente creadas para contar cada historia de un vistazo.
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Jesús Arias, in memoriam.