La luz juega con la portada de Yorokobu

22 de octubre de 2020
22 de octubre de 2020
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Es un momento indefinido. Puede que anochezca o puede que esté amaneciendo. Lo que sí está claro es que, al fondo, como deja adivinar una ventana, está la ciudad que habitan los coches, aunque no nos llegue su sonido hasta esta estancia que Òscar Medina, expresionista visual de Barcelona, ha creado para la portada de octubre.

Lo cierto es que no hay ruido de tráfico, no hay estruendo de cláxones que lleguen hasta este lugar. Hay silencio, como el del motor de un coche eléctrico. Y una cierta sensación de vacío, pero también de calidez, de cotidianidad, de rutina difícil de interpretar.

En su trabajo, Medina intenta generar escenas en cierta manera idílicas e idealizadas que trabajen con la luz. Es este elemento plástico el que otorga expresividad al escenario. «Intenté hacer una adaptación de una escena idealizada también, pero de una urbe, en la que es más importante la sensación que se genera gracias a las luces que al concepto o a cualquier figura retórica que se pueda interpretar en la ilustración».

òscar medina

La luz de la habitación de esta portada es eléctrica. O quizá no, quizá sea el sol colándose por los rincones de la estancia. Es un interior que juega con la sugerencia, mostrando una soledad que ya pasó, la que impuso la pandemia y el confinamiento a algunas personas, y que quizá no se haya ido aún.

En ese juego de luces y sombras juega un papel protagonista la estantería, que parece separar dos mundos, el que tenemos frente a nosotros y el que se adivina detrás en forma de escalera. En ella, los objetos se esconden y se muestran jugando con la luz para aumentar esa sensación de soledad nostálgica y tétrica, a la vez, que ha provocado el covid. Un rollo de papel higiénico, una pecera sin pez… Figuras que van formando el lettering que revela el nombre, Yorokobu, como una invitación al optimismo, a volver a la luz. Here comes de sun

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