Pantera, el trabajo más reciente de Brecht Evens, utiliza el cómic para tratar un tema tan complejo como el maltrato psicológico, el control emocional y los abusos sexuales a menores. Un trabajo para adultos que puede verse como una versión retorcida y perversa del clásico Calvin & Hobbes.
«Sí, Pantera quiere ser una especie de Hobbes, pero fracasa en el intento. También quiere imitar a otras muchas criaturas de los cuentos, como los monstruos de Donde viven los monstruos o Fújur, el dragón volador de La historia interminable. Otra inspiración ha sido El laberinto del fauno de Guillermo del Toro y esas criaturas, invisibles para los adultos pero que son percibidas por los niños. Unas criaturas que, aunque dan miedo, en último término son vencidos por el niño, lo que le da cierto control de lo que sucede. Eso no era así en los cuentos clásicos y, en ese sentido, Pantera es un intento de rescatar esos monstruos reales», explica Brecht Evens.
Pantera narra la historia de Cristina, una niña que, desde que su madre les abandonó, vive con su padre y su gata en una gran casa. Cuando el animal enferma y muere, Cristina se queda emocionalmente destrozada. Es entonces cuando aparece Pantera, un animal de fantasía que habita en Panterlandia y que entra y sale de su cuarto a través del cajón de una cómoda.
«Pantera es un personaje muy potente. Aparentemente es capaz de cualquier cosa pero, al mismo tiempo, está ocultando algo. Además, necesita desesperadamente captar la atención de la niña no se sabe bien por qué».
Pantera comienza a ganarse la confianza de Cristina gracias a las historias que le cuenta de Panterlandia. Una narraciones que acostumbran a ser fantasiosas, increíbles, contradictorias y que van mudando a medida que Pantera va conociendo los gustos e intereses de la niña a la que, poco a poco, comienza a dominar emocionalmente.
«Los adultos también creen en las mentiras e ignoran las contradicciones con mucha facilidad. No hay más que ver las cosas que suceden últimamente. Es un hecho que no podemos resistirnos a una buena historia, que las historias influyen nuestro pensamiento y que siempre recordamos una buena narración, ya sea de ficción o real, incluso después de que hayamos olvidado la mayoría de los hechos que la conforman».
Esa tendencia de los seres humanos a zambullirse en las buenas historias provoca que la protagonista caiga en las redes de Pantera y sea víctima de sus diferentes abusos que podrían abarcar desde lo emocional a lo sexual, aunque tanto Evens como la editorial Astiberri han hecho todo lo posible por evitar que la complejidad y densidad de Pantera quede reducida a un «libro sobre pederastia».
«Tal vez haga un libro sobre un gurú en el futuro. Si eso sucede, tengo claro que esa historia no conmoverá al lector tanto como esta, en la que la protagonista es una niña. En realidad no fue algo intencionado, pero no había otra posibilidad. Tenía que ser una niña, lo que no quiere decir que el libro trate de la pederastia. Si bien los adultos sí que perciben a lo largo del libro el abuso, el aislamiento de la víctima, los niños tienen otra experiencia del libro que nosotros no podemos tener. Por eso, si lo reducimos todo a la pedofilia, se quedan fuera un montón de temas muy complejos, como la manipulación, el engaño, la realidad, lo irreal y otras cosas más que ponen el libro en relación con temas como la publicidad o la cultura destinada únicamente a captar a la audiencia. Todo eso se va mostrando poco a poco y revela los terrores que todos tenemos, de los cuales, posiblemente, la pederastia sea el mayor de todos, pero no solo trata de eso».
Pantera surgió de forma casi accidental. Después de publicar Los entusiastas, Evens, comenzó a trabajar en un proyecto más ambicioso, más adulto pero en el que «las piezas no acababan de encajar y que resultaba demasiado pretencioso». Entonces, rescató un antiguo cuaderno de bocetos en el que había dibujos y chistes de humor negro protagonizados por Pantera.
«En esos bocetos, Pantera nunca tenía el mismo aspecto. Era un detalle que encajaba tan bien con su personalidad, que decidí mantenerlo en el libro. Al final, todo eso me sugirió una historia más extensa. Algo oscuro, más destilado pero muy potente en el que cada dibujo tuviera sentido y fuera muy impactante».
Después de un año de trabajo, y tras superar ciertos imprevistos, como una profunda depresión, Pantera estaba concluido.
«La depresión puede adoptar muy diferentes formas y, en mi caso, acabó totalmente con la creatividad. Cuando eso sucedió ya tenía acabadas las dos terceras partes del libro que, curiosamente, estaba haciendo siguiendo un método que no utilizaba desde mi juventud: cronológicamente. Escribí el primer capítulo empezando por la página uno, luego la dos… Nunca tuve un guion completo del libro, lo fui improvisando y la experiencia fue realmente divertida, al menos hasta que mi cerebro dijo «basta». A pesar de todo, incluso antes de salir definitivamente de la depresión, conseguí terminarlo».
En contra de lo que pudiera parecer, no fue la complejidad de la temática de Pantera y sus derivadas emocionales lo que provocó la depresión de Evens, sino unos efectos indeseados del consumo de estupefacientes los fines de semana. De hecho, según él mismo reconoce, el proceso de creación de Pantera fue una experiencia bastante satisfactoria, a pesar del tema y de esas condiciones emocionales poco propicias en las que se desarrolló.
«Realmente fue mucho más sencillo de lo que la gente puede pensar. Tal vez suene irresponsable por mi parte pero, mientras trabajaba en el libro, no estaba tan pendiente del abuso infantil como de mostrar el terror como un miedo abstracto. Además, el libro está repleto de chistes. Hay bromas de humor negro que fueron muy divertidas de escribir y, si dejas a un lado el aspecto más trágico, algo que tal vez sea mucho pedir, Pantera es un personaje muy cómico y tierno. Alguien que se esfuerza mucho, pero que no para de meter la pata. En todo caso, creo que más que yo, el que se tiene que enfrentar realmente con la complejidad del tema es el lector».