¿Para qué sirve una videoconsola?

24 de mayo de 2013
24 de mayo de 2013
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Lo del titular es una perogrullada y suena a pregunta retórica de mierda, lo sé. Pero esta semana, oh, desgracia, viene a cuento plantearse qué es una consola, para qué sirve, por qué existen y por qué las compramos. Los responsables de que tengamos que venir a recordar esto, a estas alturas, han sido unos señores de Microsoft y otras compañías, que hace unos pocos días se subieron a un escenario para presentar una nueva máquina, la Xbox One. No llevaba cronómetro encima, pero la charla debió durar alrededor de una hora y media. Tras los primeros treinta minutos yo no tenía del todo claro si el cacharro era compatible con algún videojuego y, cuando finalmente aclararon que sí, apenas le dedicaron tiempo a cosas que sirvieran para machacarlos botones del precioso nuevo mando de la consola.
Un FIFA, un Madden (la franquicia de fútbol americano), un Forza (un juego de coches), un Call of Duty y Quantum Break, un título nuevo que, al parecer, va a combinar imágenes rodadas con actores y partes jugables. Eso fue lo que enseñaron.
Los títulos deportivos entraban dentro de lo previsto. Nadie espera que una consola venga sin un puñado de juegos de perseguir balones firmados por Electronic Arts metido bajo el sobaco, así que al hablar de las sagas deportivas se centraron en cómo aprovecharían las funciones sociales de la consola. El caso es que son seis juegos, seis, para acompañar la presentación de una nueva consola. Parecía que tenían miedo de que las abrumadoras novedades (concretamente, perros) del Call of Duty fueran a restarle protagonismo a la verdadera niña bonita de Xbox One: la tele. Xbox One es la videoconsola que quiere que veas la tele. Por favor, mira cómo se ve la tele en esta Xbox One.
Posiblemente ‘televisión’ y ‘TV’ fueron las palabras que más se pronunciaron durante la presentación de la nueva Xbox. Hay un vídeo de risas con eso. La gente de Microsoft fue muy meticulosa explicando al detalle todas las innovaciones que van a tener Xbox One y el nuevo Kinect en materia de ver la tele. Una verdadera revolución en el campo de ver la tele. Cambiar de canal con la voz. Cambiar de canal con la voz muy rápido. Abrir el menú. Todo con la voz, eh. Y con gestos. Ver la Super Bowl, pero en la consola en lugar de verla en la tele. El ver la tele del futuro.

Coñas aparte, también Sony y, en menor medida, Nintendo, están intentando convertir sus máquinas en cajitas del entretenimiento familiar, en el centro del hogar, en la chimenea, como lo son ahora las televisiones y como lo fueron antaño las radios. Ahora mismo parece casi obligado que una videoconsola venga equipada con un navegador de internet, servicios de series y películas, servicios de música, red social propia, botones de compartir, apps o videollamadas. En el caso de Microsoft, la apuesta por esto es incluso más potente que en el de sus competidoras: las presentaciones en sociedad de Playstation 4 y de Wii U tampoco fueron la bomba, pero le dieron más protagonismo a los juegos, desde luego.
A mí me costaba un poco asimilar todo esto. Para entender por qué Microsoft tiene esta obsesión enfermiza con transformar la Xbox en un descodificador de Canal+ venido a más, me tengo que remitir a la explicación magistral que Javi Sánchez firmó el año pasado en su crónica del E3 para GamesTM y que, más o menos, ha repetido esta semana en Mondo Píxel: el público de Xbox está en Estados Unidos. Estados Unidos lo tiene todo, papi, tiene Netflix, tiene Hulu, tiene una sabrosura y no son pocos los yanquis que acceden a estas plataformas a través de la consola. Con eso y una suscripción anual al servicio Xbox Live Gold, te haces con un paquete más que digno de televisión por cable y contenido en streaming y a muy buen precio. Sale a cuenta aunque no vayas a comprar un videojuego en tu vida. Así, sí tiene sentido.
¿Y para qué sirve una videoconsola? Para jugar, creo. Una consola nueva vale lo que vale su catálogo de lanzamiento y lo que salga durante sus primeros meses de vida. En los pocos años que llevo escribiendo sobre videojuegos, le he cogido tirria a escribir sobre hardware y sobre competiciones entre grandes compañías, tal vez eso me nubla la vista, qué sé yo, pero a lo mejor los patinazos que han pegado nada más nacer las tres últimas consolas que han salido al mercado (3DS, PSVita, WiiU) no se deben solo al precio, sino también a querer vender innovaciones tecnológicas y mil movidas más en máquinas cuya razón de ser son los juegos.
La 3DS despegó tras una bajada radical de precio, sí, pero también tendría que ver la llegada de ‘nosequé’ fontanero y dos o tres títulos más que le daban algo de atractivo a la máquina.
Poco después de la conferencia de Microsoft, varios estudios han confirmado que van a llevar juegos a la Xbox One. De momento, una docena de títulos multiplataforma que ya estaban anunciados para la nueva generación de consolas, nada nuevo: Battlefield 4, Assassin’s Creed: Piratas del Caribe, Watch Dogs. Microsoft ha prometido que tiene en el horno quince juegos exclusivos para la puesta de largo del cacharro y sus primeros meses.
Es decir, esto no es el apocalípsis, no se están muriendo los videojuegos. No voy por ahí. Pero sí veo un cambio de filosofía que me preocupa, porque pone el foco en el jugador de blockbusters que echa dos partidas de vez en cuando. Llamadme talibán si queréis, pero las videoconsolas existen porque también existen los videojuegos. Si no sirven para jugar, ya no son videoconsolas. Lo que no sé decir es cómo hay que llamarlas ahora que los juegos ya no parecen su prioridad. Y lo dice alguien que tiene el PC hasta arriba de juegos.

EXTRA: El post de esta semana es un poco coñazo, así que en lugar de leértelo puedes ver este vídeo de un perro:

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