En 1946, con la publicación de la traducción de E. V. Rieu de La Odisea se iniciaba la colección de Penguin Classics. Su objetivo era poner a disposición del público títulos claves de la literatura universal a precios asequibles, en versiones de especialistas en la materia o autor correspondientes y magníficamente diseñados por tipógrafos de la talla de Jan Tschichold.
Más de medio siglo después, una carambola empresarial ha propiciado que la fórmula de los prestigiosos Penguin Classics, toda una institución en la literatura en lengua inglesa, se haya importado al mercado español con el nombre de Penguin Clásicos.
Hace apenas un par de años, Random House y Penguin concluyeron una fusión empresarial que ponía en manos de una sola compañía algunos de los catálogos editoriales más importantes del mundo. Comenzaba así una estrategia a escala global que ha convertido a Bertelsmann, la casa madre de ambas compañías, en una empresa editora con gran influencia en los mercados de habla inglesa, portuguesa, castellana, italiana y alemana, entre otros.
Esta situación ha permitido que lo que antes eran estrategias locales se conviertan en fórmulas exportables a otros países, con la ventaja añadida de disfrutar de una viabilidad que está ya más que comprobada. Esto es lo que sucedió con Penguin Classics, que fue primero lanzada en Brasil con el nombre de Penguin Companhia Clássicos y que recientemente ha llegado al público hispanohablante como Penguin Clásicos.
Una idea empresarialmente impecable, que pone en el mercado buenos títulos, envueltos en un cuidado diseño, a precios muy económicos y capaces de competir con colecciones míticas como el Libro de Bolsillo de Alianza Editorial o Cátedra Letras Hispánicas y Letras Universales.
«Hace tiempo que muchos lectores deseábamos que la colección de Penguin Clásicos apareciera en nuestras librerías en castellano. Es un referente como catálogo y como diseño», explican Marta Borrell y Yolanda Artola, responsables del departamento de diseño de Penguin Random House, empresa que comercializa la colección en España y que ha entendido que, para mantener el espíritu de la misma, era necesario respetar casi en su totalidad uno de sus elementos diferenciales: el diseño.
«La colección sigue exactamente la misma plantilla. Manteniendo el diseño original, se ha ajustado a nuestros parámetros de formato y distribución. En algunas ocasiones cambiamos la imagen de cubierta y en otros casos la respetamos».
Una solución que facilita el trabajo, especialmente cuando el volumen de publicación ha rondado los cien títulos para el primer año y pretende superar esa cifra para 2016.
«El hecho de que sea un diseño cerrado no facilita ni complica más, sencillamente te ahorra tiempo de búsqueda de tipografías y diseño. Por otro lado, está más cerrada la posibilidad de encontrar imágenes que encajen o sorprendan. Las imágenes que aparecen en cubierta tienen que estar pensadas para ese formato y tienen que comunicar de manera muy potente para distinguir bien unos títulos de otros», explican Borrell y Artola.
Una de las ventajas de Penguin Clásicos es el hecho de que todos sus títulos son probados best sellers. Sin embargo, la competencia con colecciones de perfil semejante y la familiaridad del lector con esos libros desde la época escolar hace que interpretar gráficamente La Celestina, Mujercitas o Fuenteovejuna, sea todo un reto para los diseñadores.
«Es un regalo. No hay nada más motivador que reinventar las cubiertas con nuevas visiones gráficas que sorprendan y acerquen los títulos a los nuevos lectores. No siempre es fácil pero, sin duda, es un placer investigar con contenidos clásicos».
A la hora de desarrollar un catálogo tan amplio, en Penguin Random House han considerado interesante invitar a otros diseñadores e ilustradores a que colaboren en el proyecto.
Entre los elegidos, se encuentran firmas tan importantes del diseño editorial español como el estudio Sánchez/Lacasta –responsable de La vida del Buscón, que aquí se reproduce–, o el diseñador Pep Carrió, quienes tienen a sus espaldas, juntos y por separado, algunas de las mejores portadas de libros de las últimas décadas.
«Cada vez que elegimos colaborar con un externo es porque creemos que puede aportar un plus al diseño de esa cubierta. El criterio de elección va en función del registro gráfico de cada diseñador y según lo que el director de arte tiene en mente para esa cubierta».
Según informa la propia editorial, Penguin Clásicos no se limitará a republicar bajo ese sello títulos en catálogo para amortizar el acervo del que dispone. La intención es la de ofrecer nuevas traducciones de algunos libros, ediciones críticas a cargo de destacados especialistas, publicar versiones bilingües de los mismos e incorporar títulos de otros catálogos, como Debolsillo, para crear así una colección que abarque desde la antigüedad clásica, semítica o precolombina hasta los albores del siglo XX.
BONUS TRACK:
Como en casi todas las disciplinas, en el diseño tampoco es habitual que los resultados óptimos se consigan a la primera.
Pep Carrió, uno de los profesionales que han participado en el diseño de algunos de estos títulos, ha aceptado a mostrar parte del proceso de creación de las portadas que finalmente han visto la luz o se han quedado en el camino.
Un privilegio del que no acostumbra a disfrutar el público y que Carrió ha tenido la deferencia de compartir con nosotros.
Boceto y cubierta final (derecha) para Poesía de Góngora.
Bocetos para Poesía de Gongora.
Bocetos para La Celestina.
Bocetos para Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes.
Bocetos para Vida del Buscón de Francisco de Quevedo.
Bocetos para Artículos de Mariano José de Larra.
Los Penguin Classics ya hablan castellano
