Galletas y colacao en lugar de fruta y faisanes: así se reinventa un bodegón

pepe baena

Un vaso de colacao y un paquete de galletas al lado o unas tortas de aceite de las que tomaban tus abuelos. Así de simple puede ser la magia, ese instante que, al contemplarlo, te teletransporta a la infancia o a la de tus hijos. Ese, cree Pepe Baena, que es el secreto de sus bodegones, que gustan y son un éxito «porque son cosas de verdad».

Baena es gaditano y allí vive y trabaja como cámara de televisión para la Diputación de Cádiz. Lo de la pintura es un hobby que ya se ha convertido, asegura, en un segundo trabajo. Él empezó a pintar con 31 años (ahora tiene 45) porque le apetecía aprender a hacerlo, aunque afirma que nunca antes le había interesado. En realidad, a él lo que le ha gustado desde siempre era el arte, pero como mero espectador, siempre visitando museos.

pepe baena

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Allí descubrió a Velázquez y a Goya, sus dos pintores favoritos y de los que le atraen la composición de sus obras y el uso que hacen del color. «De esos pintores siempre me ha gustado cuando pintaban su vida». Ellos son su gran influencia, asegura, y no tanto Antonio López, con quien se le ha comparado alguna vez. «Me encanta la obra de Antonio López, pero de su pintura no llevo nada a la mía. Puede que los temas, al ser él y yo dos pintores figurativos, recuerden. Me veo más reflejado en Velázquez, Goya o Manet (que también me encanta). Son formas de trabajar diferentes».

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Al contemplar un cuadro de Baena, una tiene la sensación de ser una voyeaur que se inmiscuye en la intimidad familiar. Como si miraras por la ventana de una casa para observar sin disimulo lo que hacen las personas que la ocupan en ese momento. Son escenas familiares, cotidianas, instantes íntimos que atrapan porque cualquiera podría vivirlos.

«Yo todo lo que pinto es mi vida. Tanto las escenas de mis niños, de mi familia, como los bodegones, que son los desayunos de mis niños. O de comida, de pescaíto frito… Toda esa parte es muy de Cádiz, que es lo que yo vivo», confirma Pepe Baena. «Yo creo que cada pintor, para mi gusto, siempre tiene que pintar su vida, su relato. Y eso es, más o menos, lo que yo estoy haciendo».

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Tanto para bodegones como para esas escenas familiares y los retratos que también pinta, la base de todo es una foto que toma con la cámara de su móvil. «Yo todo lo que pinto sale sin buscarlo, y yo creo que eso también es un éxito, porque son cosas de verdad. Yo lo veo, me gusta y lo pinto, así de fácil». Pero mientras que en los bodegones sí hay una preparación de la escena y de la composición (pocas veces lo hace del natural), en los retratos familiares todo es espontáneo. Por eso, opina, resultan siempre escenas tan naturales.

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«Es verdad que la foto te sirve de guía, pero después la pintura tiene que mandar sobre la foto. Yo soy un pintor que me gusta pintar a la prima casi todo. Pintar una mancha, seguirlo y no retocar y retocar. Me gusta dejar muchas cosas a la primera para que no sea tan fotográfico. Las redes sociales, es verdad que como vemos los cuadros en foto, no te dejan ver bien la pintura. A mí me gusta mucho cuando la gente ve mis cuadros del natural y aprecia mucho más la pintura que en una foto». Quizá por eso su estudio, que comparte con su mujer, está abierto a la vista del público y a pie de calle.

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La gran ventaja que tiene frente a otros artistas es que él no depende de su pintura para comer, y eso le da mucha libertad para elegir qué pinta y cuándo lo pinta. «La verdad es que tengo la suerte de que mi trabajo me gusta y me deja tiempo para pintar. También tiene la contra de que a mí me gustaría pintar mañana y tarde, tener más tiempo para pintar, pero bueno. A mí esto me da mucha libertad para pintar. Yo pinto lo que a mí me gusta y lo que me da la gana, y no pienso en que le tiene que gustar a alguien y se tiene que vender. Y eso también es un secreto de mi pintura, que nace de lo que me gusta».

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