Para perder tambiรฉn hay que valer

Decรญa Gabriel Rufiรกn en la fallida sesiรณn de investidura de ayer que รฉl llevaba toda la vida perdiendo. Gabriel, los habituales del perder somos legiรณn. Tiene pinta de que eso no va a cambiar en los prรณximos tiempos pero puedes estar tranquilo: no eres el รบnico loser que hay en todo esto. Ganar, gana uno. Perder, todos los demรกs.

Salvo en este caso, que pierde todo el mundo: Pedro Sรกnchez, la presidencia del gobierno; Pablo Iglesias y Unidas Podemos, la trascendencia polรญtica, probablemente. Y tรบ, compatriota, las ganas de votar y los 140 millones de euros que cuesta montar unas elecciones. Aunque puestos a gastar, que sea en fiesta. Y si es la fiesta de la democracia, mejor.

Como aquรญ no se habla de polรญtica, hablemos de la derrota. Perder es un fin en sรญ, una manera tan legal como otra de organizarse la vida. Y si para algo sirve escribir una columna como esta, si algรบn valor tiene como servicio pรบblico, es para reivindicar el valor de la derrota digna y del estilo del perdedor.

La derrota es el asidero de los benditos, de aquellos que nunca quisimos molestar mucho y que damos por buena una alegrรญa en un millรณn de aรฑos. El plan no siempre sale bien. Los que nos hicimos del Barรงa a principios de los aรฑos ochenta, cuando el Barรงa no ganaba absolutamente nada, tuvimos a bien sufrir cรณmo nuestro propio equipo se convertรญa en โ€“mรกs o menosโ€“ ganador con la llegada de Johann Cruyff. Menudo disgusto.

Quizรกs como homenaje a las esencias, como regreso al pasado que nunca debiรณ irse, el equipo se guarda estilosas debacles dentro de un tono asquerosamente ganador. Y este aรฑo, por partida doble, en fรบtbol y baloncesto. Las debacles, digo.

Una serie algo oculta en el maremagnum archivรญstico de Netflix repasa un buen puรฑado de historias que reclaman el romanticismo destilado cuando nada sale bien. Losers es una oda a la pifia continua, al talento arrojado sin remisiรณn por el retrete, al fracaso voluntario o no, a la cara que se te queda cuando no haces otra cosa que perder.

El repetido relato del jugador de baloncesto que tenรญa tanto el talento para jugar en la NBA como ganas de cerrar todos los bares de Nueva York; el equipo britรกnico de fรบtbol que perdรญa, perdรญa y perdรญa hasta que ganรณ justo el dรญa que necesitaba hacerlo para evitar la desapariciรณn del club; la rocambolesca manera de jugar de una leyenda de la liga canadiense del deporte mรกs apasionante que existe, el curling.

Losers es el repositorio perfecto de historias de las que sacas a relucir cuando has quedado con alguien en Tinder, estรกs en silencio en la mesa porque no sabes de quรฉ hablar y ella o รฉl piensan que eres un puรฑetero psicรณpata que va a acabar con su vida en un asqueroso callejรณn oscuro. El tipo de relatos que te arregla la noche porque son inocuos pero con salseros.

Como afeamiento de la conducta de los guionistas, cabe resaltar que muchas de las historias incluyen redenciรณn, victorias puntuales o finales felices en un inadmisible arrepentimiento del arte de ser un perdedor. La militancia en esto es eterna. Cuanto antes se produzca la asunciรณn de esa realidad, mayor serรก el grado de satisfacciรณn en el fango de la charca loser.

Porque, amigo: se puede ser feliz en la derrota.

https://youtu.be/u24jQtVvZuw

โ€”

Este contenido es una columna llamada El Piensรณdromo. La enviamos los viernes por email e incluye algรบn tipo de reflexiรณn acerca del ecosistema que nos rodea y algunas recomendaciones culturales y lecturas adicionales. Si quieres recibirlo directamente en tu correo electrรณnico, puedes darte del alta en el formulario que hay aquรญ.

Ilustraciรณn por

'Loser' / Netflix

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Patrick Thomas

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