Varios amigos frente a frente y separados por una mesa. Sobre ella, un tablero, peones, dados o tarjetas. Los amigos rivalizan entre sí o cooperan para llegar a un determinado fin. En eso consisten los juegos de mesa, un entretenimiento decano que está en auge en los últimos tiempos, tanto por nuevos adeptos como por creaciones de editoriales y particulares. Pero hay quien quiere ir un paso más allá del tablero y transmitir todas las sensaciones que genera esa interacción física a un entorno, en principio, diferente: el de los videojuegos.
Muquo Games es una startup con sede en Utrera (Sevilla) que pretende llevar el alma de los juegos de mesa al mundo digital: aquellos que quieran usar sus apps deberán interactuar con otros jugadores cara a cara. En casa, en un parque, en un bar… El objetivo es llevar la emoción de juntarse en persona a un medio en el que hasta ahora no se ha experimentado esa interacción.
Detrás de Muquo Games está la pareja formada por Bárbara Domínguez y Rubén Morato. «Es un proyecto tanto empresarial como de vida», explica Morato. Estuvieron más de diez años en el sector de la publicidad y el marketing: ambos son programadores y han tocado los palos de la producción o el diseño digitales, en agencias como Shackleton o Sra. Rushmore.
Cuando empezaron a pensar en qué sector se encontrarían más cómodos, se dieron cuenta de que tenían «un punto en común», los videojuegos, porque habían sido parte de sus vidas desde muy jóvenes. Domínguez se crió entre máquinas recreativas porque su padre las creaba para casinos, mientras que Morato abrió un cibercafé con 18 años. Durante cuatro, allá por los comienzos del milenio, se dedicó a ver cómo los jóvenes echaban partidas multijugador: «Ya existía eso que ahora está de moda de los eSports», bromea.
Comenzaron a investigar sobre el sector y se preguntaron qué podían aportar. Así, se dieron cuenta de que podían mejorar «la conectividad física», dice Morato. Ir a la esencia de los juegos de mesa, que es el cara a cara, en un mundo de individuos conectados frente a su teléfono o tableta.
Domínguez añade que detectaron «una creciente demanda por parte de la gente de este tipo de experiencias grupales y más físicas, como por ejemplo con las escape rooms», esas salas en las que hay que resolver un misterio para salir, pero también un mayor interés por los juegos de mesa. «La idea es fusionar y agarrar lo bueno de uno y lo bueno de otro, haciendo algo nuevo», continúa. De ahí surgió Muquo y el concepto que han acuñado: los phygital social games.
¿Y qué son los phygital social games? Pues son «juegos desarrollados para dispositivos móviles, para jugar en grupo y, lo más importante, cara a cara», explica Morato. Es un paso más allá de los social games, en los que se coopera o rivaliza con otros jugadores para, por ejemplo, tener la granja más bonita del Hey Day o el mejor restaurante virtual. Es, también, trasladar la esencia de los juegos de mesa, aunque ambos aclaran que no se trata de digitalizar tableros, sino de «provocar la necesidad en el usuario de tener que interaccionar físicamente y cara a cara para lograr sus objetivos».
Se parece más bien a los tradicionales juegos de rol, en los que cada jugador adopta un papel y realiza determinadas acciones guiado por un director de juego o game master. Ahora bien, Domínguez y Morato quieren explotar, por ejemplo, los sensores o sonidos de un dispositivo móvil, junto a la necesidad de reunirse, como quien lo hace delante de las fichas del Carcassonne o del tablero del Cluedo. Ellos son grandísimos fans de juegos como el Agrícola o el Catán, que consideran su favorito, y del trabajo de Shigeru Miyamoto «y Nintendo como filosofía de empresa, porque siempre han intentado cambiar un poco lo que esperas de un videojuego».
Le mezcla de videojuegos e interactividad ha demostrado ya su potencial de éxito. En los últimos meses, Pokémon Go, sus gimnasios, la realidad aumentada y la necesidad de interactuar con el callejero o con otros jugadores han estado en boca de muchos. De hecho, «Pokémon Go entra dentro del concepto de physical social games», explica Domínguez. Sin embargo, los juegos que pretende publicar Muquo no requerirán del ejercicio físico para completar alguna meta.
Para mediados de 2017 esperan tener listo el primero, del que ahora mismo apenas quieren dar detalles. En su cuenta de Instagram ya se puede ver el modelado de los personajes. Mientras lo preparan, la idea es ir creando una comunidad de jugadores que gusten de la interacción física y que se citen a través de internet para jugar. «En un bar donde se juega a juegos de mesa también se puede jugar a los juegos de Muquo», compara Morato.
Conectando Utrera con el resto del mundo
Ellos se fueron para Utrera, la ciudad natal de Morato, dejando el ajetreo de Madrid y la estabilidad de un sueldo seguro para dedicarse al cien por cien a su proyecto. Sin embargo, trabajan con otros profesionales a uno y otro lado del charco. Domínguez se encarga del diseño artístico de los videojuegos y Morato es el desarrollador y CEO. En Brasil tienen a Artur Forte, el administrador de sistemas, y a Héctor Domínguez, el CTO. De la provincia de Sevilla reciben el asesoramiento fiscal y legal y en Ámsterdam se encuentra su compositor. «Tenemos la idea de que se puede formar una empresa en cualquier lado hoy en día», dice Domínguez, y trabajar con la gente que quieren «aunque no esté físicamente a nuestro alrededor».
«Es una manera también de ser capaz de afrontar montar una empresa, que si lo hiciésemos de forma tradicional ya estaríamos arruinados», añade Morato. «Tenemos la suerte de haber nacido en una época que nos permite no tener unas instalaciones físicas y no por ello reducir la calidad del producto final».
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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de Muquo Games e Instagram (1, 2 y 3)