Por qué casi siempre decepciona el último capítulo de las series

Puede que quien haya leído Así habló Zaratustra se haya planteado que el final es una mierda. Yo me imagino a Nietzsche diciéndole: «¿No te gusta? Pues te jodes».
Un tipo tan claro o tan poco claro como Friedrich Nietzsche escribió una obra cuya lectura es en extremo cautivadora y en la que expone la mayoría de lo que hoy reconocemos como sus tesis fundamentales, pero que, a pesar de ser un relato, no llega a ningún sitio.
Tanto a los que son fans de las series como a los que no lo somos tanto nos suele suceder lo mismo conforme se acerca el final de la temporada o el apocalíptico fin de la serie: la decepción, en unos casos, o la indiferencia en otros. Comentarios como «vaya mierda», «tanto lío para esto» o «la han cagado» sirven para obras tan dispares como Los Serrano, Lost, Twin Peaks o True Detective.
De acuerdo en que es muy difícil mantener el nivel narrativo hasta el final hablemos del género y del medio que hablemos. De acuerdo en que la presión a la que están sometidos los guionistas de esas series debe ser brutal a causa de las audiencias y las exigencias de los anunciantes. De acuerdo que no es fácil convencer a todo el mundo y que, como en el fútbol, lo podríamos resolver con un «las series son así».
Poniendo como ejemplo la última serie que he visto, True Detective, y con la que he disfrutado más que con ninguna otra, he escuchado comentarios como a los que hacía referencia más arriba. Sin embargo, para mí es un ejercicio de literatura televisiva casi perfecto.
Probablemente Nietzsche pensaba como David Simon, el padre de Treme y The Wire: «el lector medio… qué se joda» cuando publicó Así habló Zaratustra. Eso es lo que dice David en el libro The Wire, 10 dosis de la mejor serie de televisión (Errata Naturae) refiriéndose a aquellos espectadores que buscan en sus creaciones más acción que drama, más explosiones que vida, más televisión al uso que artefactos literarios.
Ni David ni Friedrich ni la mayoría de los grandes autores que hay entremedias han pensado —demasiado— en el lector o espectador medio. Primera clave del éxito creativo, primera clave del fracaso comercial.
Ni a Friedrich ni a David les importa demasiado el principio o el final, lo importante es el desarrollo narrativo, el camino. Del mismo modo que Cela en La Colmena termina la narración en un punto cualquiera del relato que es en sí mismo la propia conclusión de la obra. O igual que Bowles en El cielo protector, matando al protagonista en mitad del libro.
Quizá las series han dejado de ser un juguete televisivo y se han convertido en un nuevo género literario, que falta nos hacía. Por algo Nic Pizzolato, creador de True Detective, es en realidad novelista reconvertido en guionista de series, pero, sobre todo, es profesor de literatura en varias universidades estadounidenses. Y eso se nota.
Disfrutar de un buen libro o de una buena serie se hace capítulo a capítulo, no al final. Y se les dedica el tiempo necesario porque molan y porque enganchan si están bien construidos. Así que… ¡Que se joda el espectador medio! ¡Que se joda… pero bien!

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