A Julio Muñoz, un periodista sevillano, le fascinó desde que era un chaval el humor exagerado de su tierra. Todavía hoy recuerda aquel partido en el que tuvo que salir de la portería – ser portero era su puesto natural porque “era más malo que la crisis”- y mediar en un conato de pelea. “Tengo la espinilla con más bultos que una serpiente harta de castañas”, se quejaba enfadado un jugador del equipo rival.
Pasados los años se siguió topando con episodios de esta naturaleza. La última vez que se acercó a la Estrellita, un mítico bar de desayuno posfiesta, fue acompañado de un amigo que tenía el corazón roto porque le acababa de dejar la novia. Diez minutos después de desahogarse con Julio, la dueña, una señora de Triana, zanjó el asunto entre risas: “niño, tienes más problemas que un cuadernillo Rubio del 9”.
A estas personas que le habían acompañado siempre, adalides de las profundidades de la lírica sevillana, observaba Julio desde hacía un tiempo, se les habían sumado unos a los que llamaban modernos: “esos tipos que parece que se han comprado la ropa en Bandai”. Durante una velada de botellines de cerveza (que, aunque no especifica, deberían ser Cruzcampo) se le ocurrió que podía diseccionar esas dos Sevillas respondiendo a una pregunta: ¿Qué pensaría de un brunch alguien que desayuna todos los días una tostada con aceite y ajo?
Para responderla, se convirtió (metafóricamente) en una especie de “loco de la Semana Santa”, un sevillano de pro, y creó su alter ego, Ranciosevillano. En twitter, @ranciosevillano, izó la bandera del humor más auténtico y en pocos meses se convirtió en un fenómeno en la red con tweets como “he llamado a Movistar y con los puntos he pedido un tirador de cerveza” o “si Antonio Carmona se quiere poner un piercing en la nariz, le cae año y medio de trabajo a los astilleros de Cádiz”.
Durante meses mantuvo el anonimato tras su seudónimo mientras el sevillano profundo que llevaba dentro compartía risas e inquietudes con sus seguidores. “Los sevillanos tenemos muchos defectos, pero nuestro humor es especial. Y lo es por una razón: está integrado en la conversación”, dice Julio. Con esa dialéctica de no saber si se está hablando en broma o en serio, Ranciosevillano llegó hasta los más de 12.000 seguidores. Así que cuando anunció la publicación de la rancionovela, la expectación en twitter comenzó a crecer. Por fin se iba a conocer quién estaba detrás de ese superhéroe casposo. “Saber quién eres es más difícil que emborracharse en un kebab”, le llegaron a escribir.
El argumento de la novela de Julio, El asesino de la Regañá, seguro no ha defraudado a sus seguidores. “La idea es hacer un thriller a la americana, pero adaptado al contexto de Sevilla”, explica Julio, que en su vida real como reportero de televisión se recorrió el mundo en el programa Andaluces por el Mundo y se le cayó una torre de un campanario en Lorca, en directo, durante una conexión de España Directo. El protagonista es un asesino en serie de “sevillanas maneras, rancio”, que se de dedica a matar modernos con una regañá.
-¿Que qué es una regañá? El que no sea de aquí (Sevilla), que lo busque.