Raquel Sastre: «El día que se me acabe el humor va a ser duro»

31 de diciembre de 2021
31 de diciembre de 2021
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Raquel Sastre

Raquel Sastre (Murcia, 1981) se define en sus redes como «pareja de José Ramón Fernández y mamá de Emma». Y, acaso con tanta sorna como nostalgia, añade: «Antes era humorista, guionista, escritora y persona con identidad propia».

Precisamente, sin perder su genuina identidad en ningún momento, nos atiende cruzando chistes e ironías entre reivindicaciones para mejorar la atención institucional a las enfermedades raras. Porque Raquel Sastre se ha erigido —«por obligación moral», apunta— en gran altavoz de la causa. Y sabe de lo que habla. Su hija Emma tiene el síndrome de Pheland-McDermid, enfermedad genética que provoca trastornos del espectro del autismo (TEA). Una realidad cotidiana que le ha cambiado la vida, como relata en su exitoso libro Risas al punto de sal.

La célebre murciana —fue la imagen de la última gran feria de su ciudad— cree que la comedia sirve como salvación ante toda adversidad. «Haz el humor y no la guerra», enfatiza.

A Raquel Sastre te la encuentras lo mismo en Órbita Laika que en Paramount Comedy (hoy Comedy Central), La Hora de José Mota, El Hormiguero, RNE o La Verdad de Murcia… También como invitada estrella en el mítico sofá de Buenafuente o en locales de media España. Ahora menos, claro. Pero volverán las oscuras golondrinas, seguro. Y muy oscuras: por lo del humor negro. El que gasta esta cómica tan deslenguada —el humor es ficción, ojo— como sensible. Todo un referente. Y no solo para la Fiscalía…

¿Cómo se definiría Raquel Sastre hoy?

(Resopla.) Qué complicado, Jorge. Exindividua, diría. Y te lo digo con tristeza. Ya no soy la persona que era antes: me dedico a mantener una rutina para que Joserra —su pareja, pediatra de profesión— tenga su rutina. Y para cuidar a Emma. Y, claro, cuanto menos se nos ve por Madrid, menos se nos ve en escena.

Conforme más apartada estoy por Emma, menos me llaman para la comedia. Es normal. Si buscan a un guionista, a quién van a llamar: a quién menos ven o a quién más ven. Pero me llaman y voy sacando bolos. Al final, cuando a Emma se la diagnosticó decidimos que el trabajo de Joserra era más importante que el mío porque él salva bebés ¡y yo cuento chistes! Pero ojo: imagínate que salva al futuro Hitler. ¡Igual lo mejor es no dejar yo la comedia! (Risas.)

¿Qué tal te encuentras, Raquel?

Pues lo tengo asumido, con cabreo. No me gusta esta vida, pero si el aborto retroactivo no es legal… (Risas.) ¡Lo diría por su padre! (Más risas.) Fuera de coñas, lo tengo asumido y me aguanto; y ojalá mañana vuelva a currar mucho. Me haría superfeliz. Porque cuanto menos sales, menos te llaman.

Ojo, hay quien me dice que es una suerte poder contar lo de Emma. Pero esto de poder contarlo no es un privilegio, sino una puñetera obligación moral. Nos podemos dar con un canto en los dientes, podemos pagarlo… Pero podría haberme callado y nadie se enteraría. Se me podría ver solo con cosas de comedia, pero al final me estoy exponiendo para mostrar una situación que es la de la atención temprana. Y esto será para los que vendrán en un futuro.

Si yo estoy hablando de esto no lo hago porque me venga bien, sino por el altavoz que tengo. Tengo la obligación moral, aunque creo que repercute negativamente en mi trabajo porque las últimas veces que se me ha visto he hablado de atención temprana. Cómo no hacerlo, es que es una obligación moral. Y me está repercutiendo negativamente en la comedia. ¡Me replantearé si merece la pena tener obligaciones morales! (Risas.)

Raquel, ya te lo digo: ¡gracias por tu obligación moral! Y enhorabuena por el éxito del libro. ¿Cómo lo valoras?

Fíjate, Jorge, quizá voy a quedar muy mal… ¡No me esperaba que a la gente le gustara tanto! Me hace mucha ilusión. Pero también me asusta un poco. Planeta, la editorial, me pidió un libro testimonial y quise hacerlo más divulgativo. Y estaba insegura por si al final lo que ponía no era para tanto y nadie aprendiese nada al leerlo, que quedase diluido con la historia, pero está gustando mucho, se está vendiendo muy bien. Hasta se ha puesto en varias carreras como lectura obligatoria. ¡No me esperaba la venta de miles de libros! Un día me dan un toque en Planeta por decir esto. (Risas.)

Publicidad y volvemos… ¿Por qué leer Risas al punto de sal?

Me siento un poco rara haciendo autopromoción. Alguien que se leyó el libro me dijo que era una guía para padres. Porque, aunque tus hijos no tengan nada, es una guía para el desarrollo. La terapia con Emma funciona, pero también con otros niños y adultos, tengan problemas del neurodesarrollo o no. Es evidencia científica. Son cosas que todos pueden aprovechar. Y, sobre todo, que nos demos cuenta de cómo está el tema de la atención temprana.

Porque luego, por ejemplo, en Murcia bajó de categoría el Real Murcia CF y estábamos todos los murcianos en pie de guerra exigiendo que esto se arreglase, protestando en la Gran Vía. Pero para el tema de la atención temprana no viene nadie. Y hay más probabilidad de tener un hijo que requiera atención temprana a que tu hijo vea al Real Murcia en Primera División.

Vamos a luchar por una atención temprana de calidad. Si no es para tu hijo, es para tu nieto, sobrino, vecino, el hijo de tus colegas… Incluso si tu vecino tiene TEA y no para de dar golpes en la casa de al lado, egoístamente quieres que acabe. ¿Y cómo se hace? ¡Con terapia, con atención temprana! Uno de cada diez niños necesita atención temprana. Vamos a dársela para que la vida de todos sea mejor.

Y a todo esto, ¿cómo está Emma? ¿Y vosotros, la familia?

Emma está bastante bien para lo que podría ser. Tiene una serie de cosas buenas que jamás pensamos que podría tener, pero su conducta es complicada. Y, probablemente, vaya a peor. Tenemos que ir lidiando con eso, con terapia. Que la ayuden a controlar la impulsividad, las rabietas, la frustración. Pero ha pegado un cambio bestial en cuanto al resto de cosas: motricidad fina y gruesa, habla mejor incluso.

Y se supone que iba a ser imposible que lograse hablar… por su síndrome de Pheland-McDermid, no por murciana, que tampoco ayuda. Estamos contentos ahora mismo. Lo único: la frustración. Y tenemos mucha suerte con José y Lucía, los hermanos. Estamos todos juntos. Siempre les digo que ellos están para ayudar, pero poco. Porque tienen que estar con sus cosas, con su vida.

Una situación muy delicada… ¿Y cómo has sobrellevado la pandemia, Raquel? Pregunto en pasado con el deseo de que se acabe esto ya.

Ha sido muy complicado. La niña se puso muy nerviosa, muy impulsiva. A veces, no controla bien su cuerpo y tiene movimientos muy impulsivos. Un día fui a darle un beso, saltó y me desvió el tabique nasal. Una época complicada, pero parece que va pasando. Ya se puede salir, ha vuelto a la rutina del colegio y eso parece que devuelve la normalidad.

Aquello fue duro para ella y para todos. Había un momento en que Joserra volvía del trabajo y yo le decía que quería salir a la calle como fuera. Gritos, llantos, golpes, ruidos… ¡Mi casa era como vivir en un plató de Telecinco! (Risas).

Vaya panorama, desde luego… ¿Pongo lo de Telecinco?

Sí, sí, ponlo, si ya no me llaman… (Risas).

Ahí, en el libro, escribes: «Haz el humor y no la guerra»… ¿El humor siempre, incluso en las adversidades, amiga?

Sí, sí, sí, siempre. Esta entrevista, Jorge, no podría hacerla sin humor. El día que se me acabe el humor va a ser duro. El humor es una gran herramienta para sobrellevar las cosas malas que pasan. Mejor que beber alcohol, pegar patadas, estar de mal humor ¡o hacer deporte! El deporte nunca es la solución. (Risas). Que dejen de engañar. Aprovecho el salir en Yorokobu para decirlo. (Risas).

Enseguida retomamos lo del humor. Te has convertido en un icono reivindicando las necesidades de quienes tienen enfermedades raras, TEA… Enhorabuena por el esfuerzo y la visibilidad. ¿Cómo está la situación?

De momento, parece que hay un compromiso fuerte. Parece que el Gobierno está implicado —desde Sanidad y Derechos Sociales— con un equipo de trabajo profesional para mejorar la atención temprana. Creemos que va a ser posible.

A nivel autonómico, depende de cada autonomía. En Castilla-La Mancha han puesto por ley que la atención temprana que se imparta se centre en familias y entornos naturales. Aquí, en Murcia, han decidido que para qué escuchar a los profesionales y las familias. Van a hacer una ley, como en Madrid, donde tengas que ir a Servicios Sociales, hacer un expediente y ¡entonces ya da igual lo que diga el pediatra! Van a hacer un expediente en Servicios Sociales para ver si esos niños y niñas tienen derecho a que se les atienda en Atención Temprana.

Es un disparate. Se atenderá a un puñado de familias. Y los que no tengan dinero para ir a lo privado se fastidiarán. Estamos intentando que eso se frene y arregle. La ciudadanía se tiene que dar cuenta de la importancia de esto.

Cambiando completamente de tercio, ¿vivimos una edad de oro del humor? Lo sigo preguntando con fervor, sí.

Creo que sí, que tenemos cómicos y cómicas excelentes y estamos en esa edad de oro de la comedia que tú dices. Gente de muchísimos estilos, muy variada, con temáticas muy interesantes. Porque el problema del humor no es que sea de arriba abajo o de abajo arriba… Tiene que ser a lo Michael J. Fox, que se mueva en todas direcciones (Risas). Necesitamos humor con mucha variedad y que cada uno elija el que quiera.

¿El pero de esta edad de oro es la Fiscalía? Escribiste un artículo muy interesante sobre esto en Infolibre. ¿Libertad de expresión, de creación o libertad de imputar una ficción?

Como criminóloga, los chistes no provocan una pérdida de derechos reales. Digan lo que digan. Si hacemos un chiste con TEA, las personas con TEA no dejan de cobrar menos dinero de ayuda de ningún tipo. No dejan de tener colegios adaptados a sus necesidades ni los apoyos que necesiten en el colegio. El chiste no provoca ninguna discriminación real, nada más allá del rebote de quien lo haya escuchado y no haya entendido que es un chiste, una ficción. O la manipulación que quieran hacer otros del tema.

Pero a la Fiscalía le diría que con la cantidad de problemas que hay en la judicatura, que están los funcionarios sobrepasados de trabajo, que es muy complicado acceder a una justicia rápida y eficiente… ¿encima empezamos a hacer tonterías de estas, juzgando chistes? Nos estamos cargando que la justicia sea ágil y resuelva problemas reales. Llevamos a juicio al cómico David Suárez por un chiste sobre el Síndrome de Down y luego vemos en otros foros cómo se tarda en apoyar otros temas importantes relacionados con el Síndrome de Down. Le damos más bombo a eso que a cuando una persona con Síndrome de Down sufre un mal.

A lo mejor somos gilipollas y lo que queremos es dar espectáculo y no mejorar cosas que influyen en la vida real. Quien lo va a hacer lo hace porque ya tenía la predisposición, existiesen o no los chistes. Vamos a dejar de decir sandeces y a ayudar a la gente que lo necesita, no poniendo en manos de la justicia gilipolleces y dejando que los jueces puedan juzgar los delitos de verdad.

Tus monólogos son una oda al humor negro… ¿De dónde te viene esa acidez sempiterna?

En mi casa siempre hemos usado mucho el humor y en todas las situaciones. Imagínate si estuviésemos todo el rato enfadados: la vida sería muy complicada. Agradezco mucho que probablemente me hayan criado con este humor o que haya tenido este filtro.

En mi casa, hasta en los entierros se contaban anécdotas. Y yo siempre he tenido facilidad para hacer chistes. Y la gente se reía. Y eso es un refuerzo. ¡También te digo que me ha costado años ver en qué momento decirlo!

¿Algún momento embarazoso (uno de tantos, seguro)?

Sí. Con los scouts, en la Tropa, con unos 10 u 11 años conté en una función un chiste que me pareció objetivamente muy gracioso… Una vez al año, venían los padres a vernos y ver así dónde estábamos de vacaciones. Los scouters ejercían de monitores. Hacíamos funciones y se nos ocurrió a mi compañera Esther y a mí inventar un noticiario para la función con los padres. Cada una decía «¡Extra, extra!» y cosas como «¡Van a hacer peluchines para que nuestras mascotas puedan venir de campamento!».

Y a mí se me ocurrió: «¡Extra, extra! ¡A partir de ahora los sacos de dormir serán dobles para que los scouters puedan compenetrarse mejor!». (Risas). «Com-penetrarse»… Aquello resultó un cisma con las familias, que empezaron a cuestionarse si los monitores mantenían relaciones, si los veíamos y por qué una cría de mi edad sabía eso. Una liada muy grande.

Apuntando maneras ya desde pequeña… Sin filtros. A ver, tú les gustas a muchos cómicos y cómicas. ¿Quiénes le gustan a Raquel Sastre?

En España me gustan muchísimo Paco Calavera, Kako Forns… ¡Muchos! Hay una cantidad de gente nueva fantástica, como Yunez Chaid. Y hay gente que está empezando que está muy bien. Como Palo Capilla. En general, de todos se puede sacar algo.

También depende del humor que te guste. A mí me gusta el humor muy cabrón y ahora mismo hay una cantidad de cómicos de humor transgresor en Barcelona que lo flipo. Gente que mola mucho y es guay que la gente los conozca para que estén al tanto. Albert Floyd, Tomás Fuentes e Ignasi Taltavull, Miguel Campos… Hay gente muy variada, como Penny Jey, Virginia Riezu, Paula Púa… Hay gente fantástica.

Lo dije en su momento: desde que ya no hay nadie decidiendo quién sale y quién no, se está viendo que la comedia femenina arrasa. Ahora mismo, las que llenan son Martita de Graná, Estirando el Chicle… ¡Vicky y Carolina son muy buenas las dos! Qué complicidad. Como Berto Romero y Andreu Buenafuente o los Ilustres Ignorantes… La complicidad es lo mejor que te puede pasar en comedia.

 ¿Y cómo escribes los monólogos, cómo te inspiras?

Hay veces que te inspiras. Esto es así. Pero escribir requiere mucho esfuerzo y dedicación. Hay momentos de inspiración y otros de dar vueltas a la cabeza hasta que encuentras algo. Por ejemplo, me funciona muy bien jugar a videojuegos. Mientras tanto, estoy pensando en chistes y los voy encadenando.

Y como estoy haciendo algo más allá de pensar en chistes, creo que aprovecho mejor el momento cuando no estoy solamente escribiendo, sino en otra acción que me guste y que haga que no me frustre si no sale el chiste. Me pongo a trabajar cuando tengo hueco. Al final, tengo tantísimas cosas que hacer al día que me siento a escribir cuando es necesario. Ya no tengo el tiempo de antes para crear material nuevo. Es todo un bucle. Y cuanto menos pruebas, menos escribes… Estoy esperando que me ofrezcan más curro y recuperar el ritmo de siempre.

 ¿Algún consejo para alguien que quiera dedicarse al humor?

Probar, probar, probar, reescribir, reescribir… Y leer mucho. Cada vez lo tengo más claro: literatura de calidad. Para usar el lenguaje a tu favor. ¡Y ver comedia! Pero me ocurre una cosa: depende de la persona. Si consumes demasiada comedia corres el riesgo de comparar y venirte abajo. Lo mejor para mí es escribir y probar y, ya cuando tengas confianza como cómico, consumir más comedia para ver las técnicas, los temas, los remates, cómo lo abordan, el acting, etcétera. Lo primero es forjar la autoestima como cómica o cómico.

 Feliz año, salud, ánimo ¡y mucha comedia, Raquel! ¿Un deseo para 2022?

¡Gracias! Mi deseo para 2022 es que se consiga arreglar el tema de la atención temprana y poder dedicarme a lo que de verdad me importa: hacer chistes sobre niños muertos. (Risas).

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