Rémi Lascault o por qué las iglesias podrían usar secadores en vez de cruces

remi lascault

¿Si Jesucristo hubiera muerto secándose el pelo en la bañera, estarían las iglesias coronadas por secadores y no por cruces? ¿Tampones usados congelados a modo de helado? ¿Un guepardo quitándose un punto negro? ¿Si un perro fornica con tu pierna, nacerán cachorros mitad pie mitad can?

Las viñetas de Rémi Lascault, publicista francés de 32 años, se estructuran en cuatro estampas que consiguen giros imprevistos, maravillosamente aberrantes.

Lascault confía en el potencial del absurdo: «Es una gran manera de ser creativo ya que te permite librarte de la realidad». Sus escenas retuercen la lógica y ofrecen el testimonio de lo que pasaría si muchas de las formas de percibir las cosas a través de los sentidos, o de representarlas mediante dibujos, se convirtieran en ciertas de forma implacable:

…una hucha de cerdo que revienta en sangre, vísceras y huesos cuando un niño la rompe para vaciarla; los números de la temperatura que los meteorólogos colocan sobre el mapa causan el caos en la ciudad; una casa con chimenea que va al médico y se aterrroriza cuando le detectan un cáncer de pulmón.

remi lascault

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Lascault dibuja desde niño. En el instituto componía para sus amigos unos cómics plagados de sexo y violencia. Desde entocnes no abandonó las ganas de crear su propia obra, pero no daba con la idea. Le ayudó un español: «Hace años descubrí la obra de Joan Cornellà y me enamoré. Amo su humor y su absurdo, pero también su simplicidad», confiesa.

Inspirado por Cornellà, dio con una primera idea expresada en cuatro imágenes mudas y decidió ahondar en ese formato: «Me gusta darme reglas para encontrar ideas, me ayuda mucho». Su trabajo como publicista le aporta una predisposición mental propicia para las viñetas: «Los buenos anuncios se hacen de esa manera: cortos y con un buen giro».

remi lascault

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«Tenía dos opciones para compartir mi trabajo: tratar de encontrar un editor (pero cuando no tienes contactos ni experiencia en la industria, es un poco difícil) o las redes sociales, donde lo bueno es que obtienes comentarios directos sobre tu obra», cuenta. El formato escogido, corto y sin palabras, le ayudó a propagar sus tiras sin la barrera del idioma.

Mientras desempeñaba su empleo de director de arte en una agencia, aprendió de los directores, fotógrafos e ilustradores con los que trabajaba. Ahora, ha firmado con ediciones Lapin para editar un primer libro de historietas.

Hay muchas formas de activar la risa, Lascault escoge la de la hipérbole gore y la de los ingredientes siniestros y casi psicopáticos que pueden aguardar agazapados en situaciones aparentemente dulces y amables.

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«Me gusta el humor que te hace pensar un poco, cuando trato de encontrar una broma; me gusta que sea estúpida, pero a la vez con un toque inteligente. Eso no es fácil. Aprecio el humor negro porque es bueno mofarse de temas que pueden ser tabú. Es lo que más me hace reír», señala.

Reconoce que busca algo más, un segundo nivel de lectura que trascienda el «WTF», que es una de las reacciones más frecuentes a sus publicaciones de Instagram.

Lascault vive en un continuo proceso expolatorio: «Empiezo escribiendo ideas en un cuadrerno. Son puntos de entrada: temas, objetos o cualquier otra cosa. Luego pienso todas las situaciones posibles y, a veces, ¡encuentro la buena!». En otras ocasiones, la realidad le sirve las secuencias en bandeja. Todo puede servir de palanca, incluso «un montón de basura de la calle».

remi lascault

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Si se ríe de su propia broma, empieza a confiar en ella. Y busca consenso: «Se lo muestro a algún amigo para ver si lo entiende. Si no le gusta y no doy con una mejor manera de expresarlo, la idea va a la papelera», indica.

Además de Cornellà, también le inspiran autores como el francés Manu Larcenet o el ruso Gudim Anton, quien contó a Yorokobu que no perseguía el humor como prioridad: «Solo recuerdo un par de veces en que se me ocurrieron ideas relativamente divertidas», expresó, mostrando cómo la risa, muchas veces, también en el caso de Lascault, es solo una forma de resolver la perplejidad.

 

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