Los cambios que debemos afrontar como sociedad nos incumben a todos. No solo las personas, como individuos, deben ser activos para defender el planeta y buscar una vida más sostenible. A esa labor también deben unirse las empresas. Y la buena noticia es que cada vez más negocios son conscientes de su papel transformador y como motor de cambio.
«La acción colectiva de miles de compañías está permitiendo trascender la visión reducionista y cortoplacista de la empresa», afirma Pablo Sánchez, director ejecutivo de B Lab Spain, organización que impulsa el movimiento B Corp en España, en su columna para el último número de Igluu. Y a esa revolución empresarial se la ha bautizado como la revolución del propósito.
Más que por sus resultados económicos, las empresas prefieren definirse por el triple impacto positivo que generen en la sociedad, en el medioambiente y en la economía. Y la mejor forma de lograrlo es medir, evaluar y mejorar su desempeño, apostando por la transparencia y siendo conscientes de cómo contribuyen al desarrollo social, la igualdad y la inclusión. Ese cambio de paradigma, afirma Sánchez, se verá reflejado de forma positiva en los resultados económicos, teniendo en cuenta que tanto los consumidores como el mercado son cada vez más responsables y conscientes, y demandan productos, servicios y empresas acordes con ello.
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