Salvaora Brown es hija del conocido guitarrista de flamenco Habichuela el Viejo, una joven que llegó a Madrid siguiendo el destino de su padre, que por aquel entonces iniciaba su carrera bajo el influjo de Manolo Caracol. Después de una fugaz carrera como actriz, se dio cuenta de que su verdadera pasión era la de representar artistas y se coronó como una de las mujeres más influyentes de la capital del siglo pasado.
Eventualmente, Salvaora fue abriéndose las puertas en la noche madrileña y adentrándose en los círculos más selectos, hasta que un día el destino cruzó su camino con Ciriaco Brown, con el que forjará una amistad fraternal que los hará inseparables.
Todo lo que has leído hasta ahora es falso. Es el storytelling que han creado los responsables de Salvaora Brown, una nueva coctelería que abrió sus puertas en el barrio madrileño de Chueca a finales del pasado año. Detrás de su carta y accionariado se encuentran los propietarios de otra coctelería madrileña, Ciriaco Brown, y el Grupo Confitería, propietario de marcas como Paradiso (mejor bar del mundo según 50 Best Bars) o Dr. Stravinsky, que triunfan en Barcelona.
La historia es falsa, vale. Pero lo que es cierto es que este nuevo local recupera una sala mítica en el ocio nocturno madrileño en dos momentos diferentes. Primero, como el tablao flamenco de Manolo Caracol, en los sesenta; y más recientemente, como Sala Polana, la discoteca del famoseo más cañí de la capital. Y esa aureola de leyenda folclórica no podía faltar ni en la nueva coctelería ni en el combinado que han preparado para Yorokobu.
Un poquito de Asia por aquí, por aquello del nombre de la revista —de ahí puntos exóticos como el lichi o el coco— y otro poco de flamenco por allá —y para eso, nada mejor que un vino generoso como el amontillado—, que da como resultado un cóctel fresco y aromático.
Dicen sus creadores que se trata de «un cóctel con base de vodka, al que le añadimos una parte de licor de frambuesa, que nos aporta la parte afrutada y ese color tan potente que lo cubre por completo. Las notas a nueces y fruto seco del vino amontillado combinan muy bien con la parte exótica del coco y de la pureza de lichi. Para terminar, culminamos el cóctel con una parte especiada que le aporta el sirope de pimienta rosa».
Salvaora Brown
Salvaora no es solo una coctelería. Tampoco es solo un club nocturno. En realidad, son las dos cosas, ya que el concepto del local es una coctelería que, a medida que pasan las horas, se convierte en un club de baile. Por eso mantiene dos ambientes. Uno más tranquilo, nada más cruzar la puerta de entrada, y otro interior que mantiene el escenario del que fuera tablao de Manolo Caracol y en el que no dejan de pasar cosas: techno, flamenco, teatro, electrocabaret… y hasta bingo los domingos por la tarde.
¿Te animas a prepararlo?
40 ml de vodka
20 ml de vino amontillado
10 ml de licor de frambuesa
10 ml de licor de lichi
10 ml de licor de coco
20 ml de cítrico
1 dash de sirope de pimienta rosa
Servir todos los ingredientes en una coctelera y agitar enérgicamente, ya que son muchos y de distintas densidades y deben mezclar correctamente. Lo ideal es servirlo en una copa de jerez o brandy, en las que normalmente se sirven los vinos olorosos y amontillados.Como garnish, se le añade una piel de naranja y una flor de clavel, símbolo de la cultura flamenca.
Y si te apetece que te lo hagan sus creadores, ven a tomarlo al Salvaora Brown, en el número 10 de la madrileña calle Barbieri.