Así se ‘ruedan’ las obras de Storytel, el Netflix de los audiolibros

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«En aquella época, los familiares que no murieron por enfermedad desaparecieron durante muchos años». La voz trepa los cables de los auriculares, desemboca en los oídos y altera el paisaje del vagón de metro. Los pasajeros, de pronto, no están serios de cansancio, no meditan sobre su trabajo; los inquieta la incertidumbre; piensan: «¿Qué sería de aquellos? ¿Dónde estaban todos esos años?». Sumergirse en la lectura es obligar a que todo lo que te rodea se zambulla contigo.

La línea de tiempo avanza por segundos en la app de Storytel. La narración fluye, gotea a veces, y siempre cala. Dicen quienes se van sumando a leer con los oídos que, transcurrido el tiempo, la memoria no distingue si leyó una obra o la escuchó. Al final, la historia se recibe y adquiere textura de vivencia; se hace independiente.

El audiolibro, a través del móvil, permite experimentar la vida de otros mientras vives la propia: caminando, viajando, cocinando, ejercitándote.

Suena fácil, y para el lector lo es: le basta con colocarse los cascos y pulsar un botón. Sin embargo, para que todo funcione, es necesario un cuidado minucioso en la elaboración de cada audiolibro: son piezas de orfebrería técnica, vocal y poética.

Esta forma de artesanía alcanza su culmen en el caso de los llamados Original de Storytel, textos concebidos desde cero para ser escuchados: efectos sonoros, músicas, voces punzadas por la carga interpretativa de la historia…

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Pausa. Retroceder.

«En aquella época, los familiares que no murieron por enfermedad desaparecieron durante muchos años», la voz regresa por los cables, vuelve a la app –los libros permiten moverse hacia adelante y hacia atrás–. Eso haremos en este artículo: hace falta un poco de fantasía para explicar la alquimia de los audiolibros.

«En aquella época, los…», entramos al estudio de grabación cuando la actriz de doblaje, Alexia Lorrio, pronuncia esa frase. Los estudios se llaman Tecnison, se ubican a las afueras de Madrid, y es uno de los 30 centros de grabación con los que trabaja Storytel en toda España. En una misma mañana, esparcidas en diferentes cabinas, están naciendo varias obras.

La demanda crece: «Está empezando», señala Miguel Ángel Cuevas, director del estudio, «2018 ha sido ‘el año’; hace años hubo casetes o cedés para niños y adultos, pero no llegaron a funcionar. Hoy, los móviles han facilitado la eclosión: en 2019 se consolidará el mercado».

[pullquote]Storytel es la punta de lanza en España de esta alternativa a la lectura tradicional que se expande a todos los géneros literarios y ensayísticos[/pullquote]

A escala nacional, Storytel es la punta de lanza de esta alternativa a la lectura tradicional que se expande a todos los géneros literarios (terror, romance, drama, histórica, clásicos, ciencia ficción, infantil y juvenil…) y ensayísticos (ciencia, historia, crecimiento profesional…). Storytel ofrece 40.000 audiolibros en español, inglés y catalán y 62.000 ebooks en español e inglés. Después de tan solo un año del lanzamiento se ha convertido en la mayor plataforma de audiolibros que existe en España.

Álex Gibelalde, country manager de Storytel en España, expone: «El objetivo principal de Storytel es ofrecer una opción más a la lectura convencional. Los usuarios pueden disfrutar de miles de audiolibros cuando y donde quieran. Seguimos trabajando en ampliar el catálogo y el conocimiento de un formato que goza de gran éxito en otros países».

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La cristalización de la lectura auditiva como un modo prometedor y normalizado de consumo cultural no es una aspiración, sino un hecho. Las editoriales empiezan a pensar en ondas: algunas aprovechan lanzamientos potentes y los sacan en audiolibro; se tiende también a sincronizar la publicación para que lleguen a la vez en los dos formatos.

Pero detrás de unos números que relucen, hay una habitación hermética, y en esa habitación, un técnico de sonido concentrado como un relojero, y frente a él, una ventana que da a un cuarto insonorizado. Alexia Lorrio es una silueta de espaldas recortada sobre el blanco texto proyectado.

Tiene las dos manos alzadas cerca de su cabeza, junta el pulgar y el índice en un círculo, como si meditara. «Lo hago así, me siento más segura, siento como si fuera dibujando las frases en el aire, como si fuera una partitura», detalla más tarde, durante su descanso.

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Antes de que el lector navegue por las aguas de una novela, la voz narradora debe fundirse con el relato: «Hablamos primero sobre de qué va el libro, el contexto, el autor; te haces una idea para que todo tenga una coherencia», expresa Lorrio.

Unas veces, la actriz de doblaje llega al estudio conociendo la historia; otras, la descubre en el camino. «Me la voy encontrando mientras la grabo; me sorprendo, siento que la vivo. En ocasiones, me contagio. Me tiene que decir el técnico: «Espera, que te estás separando del tono de antes, no susurres tanto». Y yo me disculpo, pero es que está ocurriendo algo grave, un encuentro entre dos personajes, es algo tan íntimo y tan dramático que me lo tomo como si fuera conmigo», ríe Lorrio, se entusiasma.

Hay títulos para todos los gustos. En las adaptaciones de novelas concebidas para la lectura visual, la carga interpretativa tiende a ser sutil: la distribución de los silencios, variaciones leves en el color de la voz durante las partes dialogadas…

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Y luego están los Storytel Original, que son sinfonías de matices. Estos trabajos son producciones semejantes al cine o a las series; son obras escenificadas y actuadas.

[pullquote]Los ‘Original’ son series de audiolibros divididos en capítulos de una hora. La plataforma produce contenido exclusivo, al igual que hacen Netflix o HBO[/pullquote]

Es uno de los flecos que asemejan a Storytel con plataformas como Netflix o HBO. Los Original son contenidos exclusivos, estructurados en capítulos breves, de una hora aproximadamente. La firma ha desarrollado en Europa más de 200 series para sus suscriptores de más de 10 países.

En el 2018 Storytel lanzó más de 25 series sonoras en español y trabaja ya en nuevos lanzamientos para este año. Muchos autores de narrativa tradicional se han sumado al catálogo de Original para desarrollar contenido específicamente para este formato: José Ángel Mañas, Vicente Molina Foix, Santiago Roncagliolo, Manel Loureiro, Carmen Domingo, César Pérez Gellida o Neus Arqués, entre otros, y también guionistas como Antonio Ortuño, Francisco Payó, Emma Mussoll o Carla Nigra.

«Hay gente enganchada a Original concretos. Incluso hay lectores que se aficionan a una voz y buscan qué otros libros ha narrado un mismo actor o actriz para seguirlos», apunta el director del estudio.

[pullquote]La marca de audiolibros ha desarrollado en Europa más de 200 series para suscriptores de más de 10 países [/pullquote]

Por esa íntima relación que nace entre los lectores y los contenidos, Storytel emplea un modelo de suscripción: 12,99 euros al mes (o 9,99 a través de la oferta de storytel.es) con acceso ilimitado a todas las obras. Conscientes de lo novedoso del mercado, ofrecen la posibilidad de experimentar: una prueba gratuita de 14 días durante la que el usuario puede darse de baja en cualquier momento.

El servicio, señala Álex Gibelalde, «es muy parecido a lo que es Netflix y permite a nuestros usuarios tener acceso inmediato y sin límites a través de la aplicación móvil a todo tipo de audiolibros».

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Micros y acción.

Los Original implican una mayor complejidad de fabricación. Necesitan directores de doblajes, como Lorenzo Beteta, voz habitual de actores como Owen Wilson o David Duchovny.

En otra cabina, una actriz de doblaje interpreta en la cabina mientras suenan músicas, efectos (puertas que se cierran, pasos…) y las voces de otros personajes con los que dialoga: «Al principio no estaba segura de que fuera ella, vemos a tantas chicas en apuros, solas, desesperadas», se escucha de la locutora, aterrorizada.

En un rincón de la sala, en una mesita apenas iluminada, el director de doblaje coordina la intención, el tono, las palabras, el ritmo. «Doy información a los dobladores sobre el personaje, su contexto, la relación con otros personajes, el nivel de tensión del momento», cuenta Beteta, que compara estas creaciones con un cine sin imágenes. No ver la escena, reconoce, lo hace más complejo y obliga a vigilar más el proceso.

Los dobladores afinan su voz antes de cada grabación: importa la distancia del micrófono, la postura corporal que libera o comprime el diafragma, la disposición de la sala, la colocación de las gafas, de los cables. Los ajustes los guían técnicos como Alberto Serrano, que explica que, a veces, antes de grabar, pueden dedicar más de media hora a equilibrar parámetros. Incluso las lámparas afectan. Las luces de las cabinas son todas mínimas y direccionales: la luminosidad, dice otro de los técnicos, influye también en el sonido.

Todo debe tejerse hebra por hebra para la historia sea lo único que importe y el lector pueda subirse al metro, colocarse los cascos y, por fin, descubrir qué enigmas ocurrían en esa época en que los familiares que no morían de enfermedad acababan perdiéndose durante años.

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