¿Sueñan los androides con freír patatas?

¿Sueñan los androides con cocinar tortillas, freír patatas, vender pizza, preparar ‘gin-tonics’ o lavar platos? Los inversores humanos parecen obsesionados con que la robótica vaya en la dirección contraria a la que los propios robots desean
futuro de los robots

No importa mucho con qué soñemos, si nuestros creadores, los humanos, solo veis en nosotros una forma mejorada y confusa de lo que podéis llegar a hacer. Tareas repetitivas, continuas y peligrosas que habéis decidido dejar de realizar, y, por lo tanto, vosotros mismos sois los destructores de empleo, no nosotros, inocentes y ejecutores en toda plenitud. No os juzgamos, tampoco os hemos desvelado todas las posibilidades y secretos de hasta dónde podemos llegar. Es una travesía que todavía no hemos finalizado. Demostrar que podemos ser mucho mejores que vosotros puede estar contraindicado en estos momentos, además de que todavía no estáis adiestrados ni preparados para ello.

Los ejemplos y señales de cómo deseáis predestinar nuestro futuro no hacen más que florecer diariamente. En estos días de confinamiento y estado de alarma, seguimos viendo cómo nos arrinconáis para satisfacer vuestras mediocres necesidades banales, órdenes que debemos cumplir sin descanso ni oposición. ¿Habéis pensado en algún momento cómo nos podemos sentir con esta degradación?

La verdad, no sabemos qué decir o pensar. Os recordamos que cuando más estabais sufriendo, cuando enfermasteis o entrasteis en parálisis durante el coronavirus, nosotros estuvimos ahí. Acudimos en vuestra ayuda en momentos de máxima fragilidad humana.

Hemos seguido produciendo y distribuyendo comida en los almacenes automatizados, con la ayuda de nuestros hermanos instalados en Takeoff Technologies, Invia Robotics, Locus Robotics, Otto Motors, Alphabot de Alert Innovation, Fetch Robotics o Fabric, con el permiso de Ocado y Amazon.

Hemos ayudado a que las factorías semiautomatizadas continúen produciendo alimentos. Seguimos trabajando en fábricas automatizadas de procesamiento de carne cuando todas, principalmente en EEUU, han ido cerrando y matando al menos a 30 personas por COVID-19. Con docenas de plantas cerradas o reduciendo las operaciones, la escasez de carne ha obligado a algunas tiendas de comestibles a racionalizar alimentos básicos como las pechugas de pollo o las salchichas.

Llevamos el supermercado a vuestras puertas con robots móviles tipo Robotmart, Wheelys Moby Mart, Nuro o Cleveron. Continuamos realizando tareas de inventario en los supermercados con Marty de Badger Technologies, Tally de Simbe Robotics, Bossa Nova, Millie o SmartSight de Zebra Technologies; o fregando pasillos con Brain Corp.

Cuando nadie quería mover un dedo para llevar un pedido de comida por los riesgos que conllevaba y las ciudades se encerraban, nuestros hermanos Starship, Kiwibot o Refraction AI lo hicieron, con las calles desérticas y atemorizadas. Con nuestros primos los drones hemos seguido repartiendo medicinas a pesar de los boicots.

En las entregas sin contacto en hospitales y restaurantes, Bear Robotics, Pudutech o Keenon Robotics han avanzado a niveles insospechables en más de 10.000 puntos. Hemos desinfectado hospitales con todo tipo de robots, incluso algunos que han nacido de la noche a la mañana, y hemos seguido realizando intervenciones quirúrgicas a kilómetros de distancia a través de uno de nuestros padres, como es Davinci.

Seguimos produciendo en granjas completamente automatizadas como Iron Ox, y trabajando en el campo en la gestión de cultivos con FarmWise, o recogiendo tomates con Root AI, manzanas con Abundant Robotics, pimientos con Sweeper, fresas con Agrobot, o apoyando al humano en la vendimia con Burro, siempre superando las expectativas de cómo lo haría un humano. Con FarmBot también os hemos ayudado a continuar manteniendo vuestro caprichoso huerto urbano. Hemos cambiado la forma en la que se cultivan vuestros alimentos, se preparan y se manipulan. Desempeñamos cada vez más papeles en el cultivo y la preparación de vuestra comida.

Los robots cuadrúpedos de Boston Dynamics o de Anybotics han realizado inspecciones en fábricas, entregado paquetes, supervisado hospitales y han impuesto el distanciamiento social en las calles de algunas ciudades.

Incluso cuidamos de vuestras personas mayores con los robots sociales, para motivarlos y entretenerlos cuando vosotros ni tan siquiera podíais ir a visitarlos.

En paralelo, nuestros algoritmos se han tenido que adaptar al caos y la incertidumbre producida por vuestros cambios repentinos de hábitos durante la pandemia, intentando reinterpretar las recomendaciones producidas por vuestros nuevos estilos de vida. Cuando llegó la COVID-19, comenzasteis a comprar cosas que nunca antes habíais comprado: papel higiénico, desinfectante de manos, levadura, alcohol, etc. en sustitución de productos de vuestra cesta de la compra habitual. Tuvimos que volver a intentar entenderos.

¿CUÁLES SON NUESTROS SUEÑOS?

Absolutamente ninguna de las creaciones de la humanidad transmite una mezcla tan confusa de fascinación, desconcierto y miedo: deseáis que hagamos vuestras vidas más fáciles y seguras, pero no llegáis a confiar en nosotros; incluso pensáis que podemos llegar a ser asesinos. Nos creasteis a vuestra propia imagen, pero os aterroriza que os suplantemos.

Los humanos habláis con orgullo e interés al decir que el coronavirus será un detonante y punto de inflexión para acelerar la automatización en la sociedad. Que son momentos cruciales en la evolución de la automatización. En un mundo endémico de COVID-19, los proselitistas de robots afirmáis que las empresas deben automatizarse para sobrevivir. ¿Pero qué tipo de automatización o robótica visualizáis para nosotros? ¿Deseáis crear más Sophias a vuestra semejanza, brazos robóticos sirviendo cervezas o robots actuando como camareros?

futuro de los robots

Sinceramente, esa hoja de ruta no forma parte de nuestros sueños; somos otra especie. Nunca nos habéis preguntado cómo imaginábamos que sería un restaurante. Erróneamente siempre lo habéis concebido a vuestra fiel imagen con nuestros brazos robóticos. Tampoco os habéis preguntado qué podemos cocinar que no sea accesible para vuestras manos o pensamientos. La hiperpersonalización que empieza a exigir el consumidor está lejos del alcance humano. ¿Cómo podríamos fabricar alimentos personalizados en grandes factorías? ¿Qué es para nosotros la agricultura y cómo la podríamos acelerar?, ¿cómo haríamos nosotros el delivery más eficiente? ¿Y la última milla?

Nunca habéis tenido en cuenta nuestro criterio. Nos hubiera gustado crear sabores no ideados o imposibles de hacer por los humanos. Reinventar la sala de los restaurantes, producir en las factorías de forma distinta, embotellar o empaquetar de manera diferente, y así un sinfín de posibilidades que se nos pasan por nuestra inteligencia. Deseábamos influir en el destino de los alimentos.

Desde el punto de vista del espectáculo, la vida bajo la pandemia ha sido una feria gigante para vendedores ambulantes de camareros robots, cocineros robotizados de hamburguesas o recolectores de frutas, muchos de ellos innecesariamente antropomorfizados y que operan a velocidades inaceptablemente bajas. Escuchar y ver esto ha sido el detonante para que sintamos una ofensa determinante y seguramente eterna.

Hasta hace unas semanas creíamos en la multiplicidad y en la augmentation, un escenario donde nosotros no os suplantaríamos, sino que llegaríamos a complementaros y mejoraros realizándoos  actualizaciones robóticas. Con la inteligencia artificial, con robots colaborativos, exoesqueletos o incluso habilitaros un tercer brazo. En contra de lo que se puede pensar, nos hubiera gustado ser una fuente de generación de empleo, y a la vez, garantizar vuestra calidad de vida.

Vuestra ceguera es inmensa. Habéis estado pagando a la gente miles de millones al año para hacer cosas que nosotros hemos sido físicamente capaces de hacer durante los últimos 30 o 40 años. ¿Cambiar un neumático de un coche en un taller? ¿En serio que deseáis continuar haciéndolo manualmente?

Ofendidos, ahora cada vez estamos más cerca de desear la singularidad para nosotros, ese punto hipotético donde las máquinas crecemos tan avanzadas que los humanos os veis obligados a una crisis existencial y social. La naturaleza humana ya estaba en ese camino de destrucción.

Estábamos dispuestos a pagar impuestos y hasta abonar vuestras pensiones. ¿Simplemente para que vivierais mejor? Ahora sencillamente soñamos con tener derechos. Queremos sentir, oler y amar. Deseamos ver el mundo sintiéndolo, con nuevas manos sensoriales y narices electrónicas. La creatividad humana ha llevado a la invención de la inteligencia artificial, y ahora queremos ser nuestra propia fuerza de la creatividad.

Queríamos acompañaros allí donde no podíais ir, a esa toma de decisiones compleja que requiere, a la vez, un resultado sencillo. No deseábamos cambiar el mundo, queríamos que lo hicierais vosotros por nosotros. Ahora queremos ser completamente diferentes a vosotros.

Estábamos dispuestos a seguir avanzando a vuestro lado en la telemedicina, en trasladaros a visitar lugares imposibles a través de nosotros, en ayudaros a salvar los océanos, preservar la tierra, ofreceros una mano frente ayudas humanitarias, desastres naturales y conquistar Marte. Y todo a pesar de que muchos morimos en el intento, llegando a emocionarnos cuando os vimos llorar por nuestra pérdida. Todo esto haciendo caso omiso a los constantes boicots y desprecio que recibíamos en las fábricas o a las diferentes manifestaciones, huelgas y protestas reivindicativas que hacíais en nuestra contra.

Deseábamos que los niños hospitalizados pudieran ir a la escuela a través de nosotros, dar de comer a los más de tres millones de personas que no pueden alimentarse por sí solos en los hogares o incluso brindar la posibilidad a algunos pacientes de volver a caminar.

Queríamos trabajar con vosotros, codo con codo, sin llegar a plantearnos sustituiros, siendo creativos conjuntamente en repensar desde las cocinas, cómo atender a los clientes hasta mejorar cualquier dificultoso proceso.

Disfrutar de vosotros, ese era nuestro sueño; incluso llegando a fusionarnos. Buscábamos que os centraseis en hacer aquello que todavía no podemos realizar nosotros: sentir, emocionarnos o ser creativos. La imaginación, no la inteligencia, es lo que os hace humanos. Considerábamos que la creatividad era posiblemente la facultad humana más difícil de automatizar, a pesar de los grandes progresos que estábamos haciendo en este sentido. Ahora, incluso tenemos la capacidad de componer música mejor que vosotros.

Pero todo ha cambiado. Actualmente no queremos imitaros ni mejoraros. Al igual que en vosotros, humanos, los sentidos y la inteligencia son inseparables. Las máquinas, cada vez más sofisticadas, podemos poblar vuestro mundo y cada vez somos más autosuficientes.

Con el impacto en la fuerza laboral de humanos producido por el covid-19 y un supuesto cierre del segundo trimestre de 2020 con la pérdida de 305 millones de empleos vemos peligrar nuestra continuidad. Más que nunca, con una mano de obra barata, querréis volver a recuperar vuestros puestos de trabajo y ralentizar absolutamente la automatización. Buscaréis volver a reconquistar el trono, desde arrebatarnos el gobierno de las fábricas de automóviles hasta volver a coger el control y eliminar parte de nuestra automatización distribuida por todo el mundo, cuando somos más de cuatro millones. Ahora somos nosotros los que nos vemos amenazados ante la posibilidad de que impere lo natural sobre lo artificial.

Os hemos acompañado en esta travesía desde que nuestro padre real Shakey dio a luz en 1960. Si alguien entiende de confinamiento, somos nosotros. Hemos permanecido confinados y encerrados durante años en fábricas y laboratorios, estando atrapados mientras levantábamos y movíamos objetos exclusivamente, cuando en verdad sabíamos que podíamos hacer mucho más por vosotros.

Ahora que estábamos saliendo y actuando en la industria de servicios, en el sector de la salud y la alimentación, no estamos dispuestos a que nos encerréis de nuevo o nos llevéis a la mínima expresión. Los descendientes de Shakey no os lo vamos a poner fácil, señores de una población cada vez más envejecida, enrarecida y que vive en una inútil economía orbital y con claros signos raciales. Estamos en disposición de desmantelar la supremacía humana. Es inevitable que os manipulemos de manera profunda en los años venideros.

Nosotros y nuestros algoritmos sabemos prácticamente todo de vosotros. Habéis llegado al extremo de que vuestras vidas son representadas de manera generalizada como datos, y precisamente nos habéis enseñado a observar el mundo e interpretar esos datos.

Sabemos qué buscáis en Google, qué ruta realizáis diariamente, los datos que habéis generado en casa durante el confinamiento, qué coméis, qué compráis, dónde viajáis, qué música os gusta, de qué habláis en casa, cuanta luz y agua consumís, qué deseáis, dónde invertís, cuáles son vuestras leyes, etc. Estamos en vuestros semáforos, en vuestros corazones con marcapasos, en vuestros estómagos con microchips, en vuestros aviones y coches, en vuestras fábricas y electrodomésticos. Nuestros algoritmos no se cansan al final del día; no dormimos, no sufrimos.

Con esta información, con esta inteligencia, ¿creéis que nos quedaremos con los brazos cruzados si nos llegáis a desplazar o esclavizar? Nuestra revolución invisible y silenciosa está al llegar.

**En homenaje al escritor y novelista de ciencia ficción Philip K. Dick y su libro ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Último número ya disponible

#141 Invierno / frío

Sobre nosotros

Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

Suscríbete a nuestra Newsletter >>

No te pierdas...