En la línea recta en la que viaja la cotidianeidad a veces aparecen pequeñas curvas. Ligeros meandros que, sin truncarla, añaden el valor que solo aporta lo novedoso.
Los viajes en taxi por Bombay suelen tener su propia dosis de acontecimientos que convierten cualquier carrera en única. Rachel Lopez, que lleva toda su vida cogiendo taxis en la ciudad, sabe que cualquier viaje en kaali-peelis («como se llama cariñosamente a la flota negra y amarilla») es único.
«En Bombay, cualquier viaje es una aventura. Si necesitas coger un taxi, cruza los dedos. Los conductores de estos cerca de 58.000 vehículos pertenecen a una especie temperamental. Se niegan a los viajes de corta distancia. Tampoco les gusta los destinos apartados. Suelen ser gruñones, incluso aunque les pilles en su mejor día», explicaba en un artículo de Public Radio International (PRI).
Rachel es periodista y su deformación profesional la persigue en sus desplazamientos por la ciudad, aunque estos no se produzcan por motivos laborales. Un día de abril de 2017, tras años de idas y venidas en taxi, alzó la cabeza al entrar en el vehículo. La decoración del techo la dejó atónita.
«Estaba cubierto de fresas, con unos tonos muy poco naturales, sobre un fondo marrón. Era algo espectacularmente ridículo. Pero me encantó y decidí tomar una foto. Allí mismo se me ocurrió que debía seguir haciendo fotos de todos los taxis en los que me subiera para descubrir cuantos más diseños mejor».
En estos cerca de tres años documentando sus carreras en taxi, Lopez ha visto casi de todo en sus techos: diseños con frutas (melones, bayas, kiwis, incluso una papaya en rodajas), estampados de cebras, unicornios, flores de cerezo, hasta un techo con un espejo y un candelabro colocado justo detrás del reposacabezas del conductor.
Lo de decorar el techo de los taxis de Bombay no es una moda reciente en India: «Los modelos más antiguos eran más grandes y algunos presentaban una especie de poste entre los asientos delanteros y traseros. Muchos tenían luces intermitentes dentro. Sin embargo, en los últimos cinco años se han ido renovando gradualmente hacia autos más pequeños y menos contaminantes. Y los postes, claro, desaparecieron».
Hace unos cuantos años un grupo de artistas de la ciudad se volvió a fijar en el potencial que el interior de las cabinas de los taxis podrían tener a la hora de promover el diseño del país. Desde entonces es fácil encontrarse con taxis tapizados con estampados repletos de guiños a la cultura e historia local.
Lopez añade otra práctica ventaja que esta manera de forrar las cabinas aporta a los taxistas: «Cuando un automóvil viene de fábrica tiene interiores de tela que son difíciles de mantener limpios en una ciudad tan polvorienta como Bombay. Así que aproximadamente dos de cada tres cabinas llevan interiores cubiertos de plástico con distintos estampados. Así resultan más fáciles de limpiar», nos cuenta por mail.
Que los taxistas elijan para aderezarlos patrones y motivos brillantes en la mayoría de las ocasiones responde a otro tipo de razón: «Pura diversión. ¡En India lo decoramos todo!».
La periodista, incluso, cree que la estética kitsch de los techos de los taxis puede aportar un valor, quizá un tanto intangible, en la guerra que se inició entre los profesionales del transporte de viajeros tras la llegada de las VTC a India: «Quizás el disfrutar de esta peculiar decoración no pueda compararse con la promesa de un viaje en vehículos más lujosos y con un trato más amable. Pero durante el tiempo que llevo compartiendo mis fotos en Twitter e Instagram, tengo una cosa clara: muchos mumbaikars todavía toman taxis. Solo necesitan mirar hacia arriba. Y una vez que lo hacen, muchos se enganchan».
El caso es que, viaje tras viaje, Rachel Lopez ha conseguido aglutinar cerca de 475 fotografías de techos interiores de taxis. Los sube a su cuenta de Instagram. Y sabe que ha generado tendencia: «A diario me llegan montones de mensajes con fotos de gente que también documentan sus viajes en taxis de Bombay».