«Cuando vi una inmensa bandada de periquitos, varios centenares de aves de una vez, sentí mucho miedo. Era como si hubiese caído en la película Los pájaros, de Alfred Hitchcock. Los pájaros de estas fotos fueron llevados a Japón como mascotas de los trópicos en los años setenta y se volvieron salvajes, instalándose en Tokio. Los periquitos no deberían estar en Tokio. Yo estaba en shock por este extraño espectáculo, me sentí incómodo, y continué haciendo fotos».
Es con estas palabras que el fotógrafo japonés Yoshinori Mizutami define su trabajo Tokyo Parrots, expuesto hasta el 30 de septiembre en Getxo. Su ensayo, también convertido en fotolibro, remite casi automáticamente al consagradísimo Paloma al aire, de Ricardo Cases. Sin embargo, el mensaje que lanza este joven artista tiene un trasfondo filosófico.
A golpe de flash, Mizutami construye una feroz crítica contra una sociedad despiadada, que convierte a estos inofensivos animales exóticos en objetos de consumo y los condena a vivir en un entorno hostil.
Los periquitos fueron introducidos en Japón en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado desde las regiones tropicales de la India y de Sri Lanka como mascotas de urbanitas adinerados. Abandonados por sus dueños, estos pájaros se instalaron en los espacios públicos y comenzaron a reproducirse hasta convertirse en una plaga, como acontece con las cotorras en varias ciudades de España.
Mizutami empezó a retratarlos en su barrio, en 2013. «Descubrí que el nido más grande estaba en un árbol de ginkgo en el campus del Instituto de Tecnología de Tokio en Ookayama. Usé luces estroboscópicas para fotografiar a los periquitos por las tardes, cuando volvían a casa», explica el artista, que confiesa su admiración por el Nuevo Color Americano, en especial por William Eggleston.
«Hice la mayoría de las fotos entre las 16:00 y las 20:00 horas. Es cuando estos pájaros se reúnen para dormir. Por la mañana vuelven a salir en pequeños grupos y solo regresan de nuevo al anochecer», afirma el fotógrafo, que tardó un año en acabar su ensayo. Su objetivo era reunir imágenes en las cuatro estaciones. «El color del árbol de ginkgo cambia mucho a lo largo de los meses, lo que hace las fotos más interesantes», añade.
La policromía de las bandadas de loritos y de las hojas contribuye a representar la paradójica situación de estas rara avis, que fuera de su hábitat conquista un territorio extraño en el que, en teoría, no debería poder sobrevivir.
No es la primera vez que este el artista se detiene en el universo de los pájaros. En The birds, da rienda suelta a su obsesión por las aves, que capta cuando se posan numerosas en los cables de la luz o volando en bandos por los cielos de su ciudad. Para él se trata de una «sombría advertencia a la sociedad moderna». Con este ensayo, Mizutami aborda el tema de las aves invasoras en las ciudades y trata de crear imágenes de paisajes urbanos, que resultan surrealistas gracias a su presencia.
«Desde la década de 1980, el gran cormorán ha disfrutado de una explosión demográfica en Japón gracias a la mejora de la calidad del agua y a la protección de sus colonias», explica el fotógrafo. El espectacular crecimiento de estas aves ha creado varios problemas en Japón, desde daños a la industria pesquera y a la pesca recreativa hasta alteraciones en la fauna y la flora local.
El ensayo Tokyo Parrot’s, de Yoshinori Mizutami, estará expuesto en Getxophoto, el Festival Internacional de Imagen, hasta el próximo 30 de septiembre.