Remunicipalizaciรณn versus privatizaciรณn

Los รบltimos 30 aรฑos han sido una fiesta loca para el capitalismo y el neoliberalismo. El fin de las regulaciones, de la historia y de la Uniรณn Soviรฉticaโ€ฆ parecรญa que iba a provocar que todo el monte fuese orรฉgano y, entre otras tropelรญas, lo que comenzรณ fue un movimiento para que cientos de empresas pรบblicas pasaran a manos privadas. Entre ellas, las energรฉticas y de abastecimiento de agua, dos servicios fundamentales que, al ser gestionados por organizaciones con รกnimo de lucro, suelen afectar negativamente. Al menos, cuando esto se mira desde el punto de vista de la calidad de las infraestructuras y el bolsillo de los consumidores en lugar de las acciones de las empresas.
Espaรฑa es un ejemplo perfecto. La generaciรณn y los clientes finales de energรญa elรฉctrica estรกn en manos del oligopolio de las cinco grandes โ€”Iberdrola, Gas Natural Fenosa, Endesa, EDP y E.ONโ€” con la distribuciรณn de alta tensiรณn, siendo la รบnica parte del proceso donde el Estado mantiene el control con Red Elรฉctrica de Espaรฑa. Alrededor del 60 % del suministro de agua a los ciudadanos es privado, principalmente en manos de Aguas de Barcelona y FCC/Aqualia, histรณricamente vinculada a la familia Koplowitz y que recientemente ha vendido el control al tercer hombre mรกs rico del mundo, el mexicano Carlos Slim. Este proceso ha encarecido al consumidor final la electricidad en un 78 % durante la รบltima dรฉcada y el agua, un 25 % en los รบltimos cinco aรฑos, segรบn las asociaciones  FACUA y OCU.
Puede parecer un proceso irreversible que deja en manos de empresas privadas la hidrataciรณn y la energรญa elรฉctrica, pero hay una pequeรฑa tendencia global a recuperar el agua y la luz para los ciudadanos. Responde al impronunciable nombre de remunicipalizaciรณn.
***
En Alemania, sumida en un cambio energรฉtico acelerado por el desastre de Fukushima y la promesa de Merkel de cerrar toda central nuclear del paรญs, en los รบltimos siete aรฑos 170 municipios han recobrado el control de su red elรฉctrica. En el resto del planeta, tanto en los paรญses del primer mundo como en los de en vรญas de desarrollo, mรกs de 180 ciudades han recuperado su servicio de abastecimiento de agua desde el aรฑo 2000. Berlรญn, la capital de la naciรณn, es un laboratorio con las dos caras, el รฉxito y el fracaso, de este proceso.
Desde mediados de los 90, el agua y la energรญa elรฉctrica pasaron a ser gestionadas por empresas privadas mediante el modelo public-private-partnership o PPP, una asociaciรณn que asegura grandes ventajas fiscales al mantener un estatus pรบblico, pero que permite operaciones con un enfoque fuertemente comercial. Asรญ, en 1994, el Berliner Wasserbetriebe se abriรณ al capital privado y cinco aรฑos despuรฉs RWE Aqua Ltd y Vivendi Environment, tras pagar 1.690 millones de euros, habรญan adquirido el 49,9 % de la compaรฑรญa. El proceso de privatizaciรณn del suministro elรฉctrico comenzรณ en el 96 y, tras una compaรฑรญa estadounidense, se hizo con el control la multinacional sueca Vattenfall.
Como en la mayorรญa de los casos, las promesas hechas durante la negociaciรณn de los contratos no se cumplieron. Si la inversiรณn en infraestructuras de agua fue de 1.176 millones de euros entre 1997 y 1999, cayรณ a 944 millones entre los aรฑos 2000 y 2002. La calidad bajรณ y los precios, tras un periodo de estabilidad referido en el contrato hasta 2003, se encarecieron un 30 % en menos de cinco aรฑos. En ese momento, la coaliciรณn de asociaciones BerlinerWasserTisch decidiรณ comenzar el complicado proceso de convocar un referรฉndum (febrero de 2011) en el que 666.000 berlineses votaron a favor de recuperar el control de su suministro de agua comprando de nuevo el 49,9 % de la empresa con un coste de mรกs de 1.000 millones de euros.
En un laberรญntico edificio del antiguo barrio okupa de Preznlauer Berg, estรก la sede de la BerlinerEnergieTisch, otra coaliciรณn pero de ONG dedicadas al tema energรฉtico. Uno de sus portavoces, Stefan Taschner, cuenta que, tras ver ยซel รฉxito de la votaciรณn para recuperar el control del aguaยป, decidieron ยซpor quรฉ no intentarlo con el sector de la energรญaยป. En su oficina, de techos altรญsimos y que comparte con otras organizaciones, todo parece relativamente precario. La moqueta es oscura, con puntos blancos. Hay una mesa para comer y una zona que recuerda a una salita de estar donde Taschner, alto, 45 aรฑos, coleta, gafas de pasta y pendiente de brillantito, cuenta la historia de su fracaso.
ยซEl contrato de cesiรณn acababa este 2014 y pensamos que era el momento de hacer algoยป, empieza. ยซComo comenzamos justo tras las รบltimas elecciones locales de Berlรญn [de 2011] en las que parecรญa que iba a haber una coaliciรณn entre los socialistas y los verdes [dos formaciones tรฉcnicamente a favor de este tipo de procesos], decidimos presionar un poco para hacer que se introdujera en el contrato de acuerdo algunas cosas bรกsicas sobre este asuntoยป. Pero el alcalde Klaus Wowereit, del SPD, les dio la sorpresa y se aliรณ con los conservadores de la CDU, que en el caso de Berlรญn son ยซterriblemente liberalesยป. Al ver que haciendo lobby no iban a ningรบn lado, pensaron que la mejor manera era preguntar al pueblo.
ยซUn referรฉndum no es algo que se puede organizar en un fin de semanaยป, comienza advirtiendo. A ellos les costรณ tres aรฑos y 40.000 euros, sin contar el trabajo sin remunerar de los 40 activistas โ€˜ultramotivadosโ€™ y las 2.400 personas que participaron de una u otra manera. En Berlรญn, el proceso consta de tres pasos. Primero, ยซpara mostrar que tienes apoyo popularยป, hay que recoger 20.000 firmas en la calle, con un formulario muy completo, en seis meses. Luego, se debe repetir el proceso con otras 180.000 firmas, ยซlo que significa que necesitas 200.000, ya que siempre hay algunas que se invalidanยป, en 120 dรญas.
A su favor estaba el hecho de que su โ€˜enemigoโ€™, Vattenfall, no es una compaรฑรญa muy popular en Alemania tanto por el nacionalismo โ€”ยซno creo que a nadie en Estocolmo le importe la gente de Berlรญnยปโ€” como por su polรญtica energรฉtica de resistencia contra las renovables โ€”solo un 1,4 % de la energรญa que se usa en la ciudad tiene este origenโ€”, con una parte importante de su generaciรณn elรฉctrica basada en el lignito, la nuclear y el gas natural, sumado a sus ยซcortes de luz a 20.000 casas berlinesas en 2013ยป.
ยซFue muy duro; por eso es tan importante tener una base de gente dispuesta a echarte una manoยป. Luego, por fin, llega el dรญa de la votaciรณn, cuya selecciรณn es crucial, ya que para que el referรฉndum se apruebe no basta con sacar mayorรญa de sรญes, sino que debe ser como mรญnimo el 25 % del censo electoral โ€”en el caso de Berlรญn, 620.000 votosโ€”. Trataron de hacerlo coincidir, sin รฉxito, con las elecciones federales del 22 de septiembre de 2013.
Cuando llegรณ la votaciรณn en noviembre, 722.000 berlineses acudieron a las urnas, de los que 599.588 votaron a favor, no logrando alcanzar el porcentaje necesario, quedando asรญ invalidados tres aรฑos de trabajo. Taschner, resignado, lo ve injusto y argumenta que, con solo 413.00 votos, el SPD tiene el 30 % de los escaรฑos de Abgeordnetenhaus, el parlamento local de Berlรญn.
ยซNo sรฉ por quรฉ, pero parece que el agua presenta una mayor implicaciรณn emocional que la electricidadยป, reflexiona, ยซquizรก sea debido a que la puedes ver, tocar, parece mรกs esencial para vivirโ€ฆยป. Se consuela viendo que en el resto de votaciones similares llevadas a cabo en Alemania el รฉxito tampoco fue muy rotundo. Hamburgo, la mayor ciudad del paรญs que ha recuperado ambos servicios, tuvo tambiรฉn unos resultados muy ajustados.
Siguen intentado hacer lobby para lograr sus objetivos, pero reconoce que sin la presiรณn de la votaciรณn, su capacidad de influencia ha sido mermada. Podrรญan intentar de nuevo un referรฉndum cuando acabe la actual legislatura de Berlรญn, pero por el tono de su voz โ€”ยซesto no se hace en un fin de semanaยปโ€” no parece que entre en sus planes. La diferencia entre el รฉxito (666.000) y el fracaso (599.000) estรก en unas pocas decenas de miles de votos.
***
Por Skype, el profesor de la Universidad de Greenwich y uno de los mayores expertos en la remunicipalizaciรณn de los servicios de agua ยซen el norte y el sur globalยป, Emanuele Lobina, explica que la tendencia se acelera. Analizando los nรบmeros, se ve que si ยซentre el 2005 y 2009 hubo 41 casosยป, desde entonces ยซha habido 81ยป. ยซSe ha doblado; es impresionanteยป; sin embargo, aclara que ยซno solo existe esto, pero es el chico nuevo del barrio y ha venido para quedarse: ya se puede jugar a mรกs cosas que a la privatizaciรณnยป.
Paรญses tan dispares como Bรฉlgica, Canadรก, Francia, Alemania, Hungrรญa, Italia, EE UU, Albania, Argentina, Bolivia, Cabo Verde, China, India, Guinea, Jordรกn, Uganda, Turquรญa, Tanzania, Venezuelaโ€ฆ y tambiรฉn Espaรฑa. En su opiniรณn, este proceso ocurre por las promesas incumplidas โ€”ยซtasas insostenibles, niveles de inversiรณn muy bajos para lo alto de las tarifas y otros problemasยปโ€”, debidas a un motivo muy sencillo: ยซla maximalizaciรณn imperativa de dar el mรกximo retorno a sus accionistas que existe en el sector privado, poniendo sistemรกticamente sus intereses por encima de las comunidades a las que deberรญan servirยป.
Para que estos servicios vuelvan a las manos pรบblicas, los gobiernos y administraciones disponen de dos procesos estรกndares. Uno es dejar que el contrato de concesiรณn termine naturalmente y luego, sin enfrentar ningรบn tipo de consecuencia judicial, recuperar el control. El otro es finalizar el acuerdo de manera unilateral y esperar a que, ante un tribunal internacional, la compaรฑรญa damnificada denuncie a la ciudad por las futuras ganancias perdidas. Lobina arguye que el hecho de que de las 180 remunicipalizaciones, en mรกs de 90 casos se haya optado por la segunda vรญa, demuestra cuรกn lesiva resulta la gestiรณn privada de los servicios de agua. Segรบn un estudio que todavรญa no han publicado, las empresas ยซexageran en sus demandas para meter presiรณn a los gobiernos locales, pero solo suelen lograr un tercio de la indemnizaciรณn exigida o incluso se les niegaยป.
Entre los mรกs damnificados estรกn los habitantes de los paรญses con bajos ingresos. Si en un paรญs rico un incremento del 25% puede ser impopular, en paรญses con bajos ingresos las promesas incumplidas y el aumento de las tarifas ยซpueden llevar a las familias a tener que escoger entre alimentar a sus hijos o pagar la factura del aguaยป. ยซLos consumidores son mรกs vulnerables debido a la pobreza y las instituciones mรกs frรกgilesยป, lo que hace mรกs sencillo para una gran compaรฑรญa aprovecharse.
Que tengan cuidado. En los paรญses con bajos ingresos, el 62 % de los casos se terminรณ el contrato antes de tiempo para acogerse a esa pequeรฑa tendencia global que responde al impronunciable nombre de remunicipalizaciรณn.

รšltimo nรบmero ya disponible

#141 Invierno / frรญo

Sobre nosotros

Yorokobu es una publicaciรณn hecha por personas de esas con sus brazos y piernas โ€”por suerte para todosโ€”, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

Suscrรญbete a nuestra Newsletter >>