A las conocidas como venus esteatopigias las tenemos asociadas al prototipo de belleza femenina que regía en el Paleolítico y al culto a la fertilidad que se profesaba en aquellos tiempos. En definitiva, hemos interiorizado que se trata de símbolos relacionados con el erotismo y la sexualidad femeninos propios de una sociedad dominada por los hombres.
Pero ¿y si en realidad no son figuras creadas por hombres, sino por mujeres? Es más, imágenes creadas por las propias mujeres a las que representan. La teoría no nos la hemos sacado de la manga. Tiene ya unos cuantos años (28 concretamente) y la publicaron los profesores en antropología e historia del arte Catherine Hodge McCoid y Leroy D. McDermott.
Tal y como recogen en sus respectivos libros las divulgadoras de arte Eugenia Tenenbaum y Clara González Freyre de Andrade (más conocida en redes como Claramore), ambos expertos defienden que la razón de los desproporcionados volúmenes que caracterizan a estas figuras y de otros de sus rasgos distintivos (piernas cortas, pies pequeños, el ínfimo protagonismo de los brazos…) es que era así como esas mujeres se veían así mismas cuando miraban hacía abajo.

Para corroborar su tesis, probaron a tomar fotos de una mujer embarazada que rondaba los 30 años desde la altura de sus ojos y hacia los pies. Luego hicieron esas mismas fotos, pero ahora la modelo era la mismísima Venus de Willendorf. Las similitudes entre ambos grupos de imágenes les hizo convencerse de que su teoría no era nada disparatada. ¿Son, entonces, selfis y no deidades?