Corrรญa el aรฑo 1966 cuando la empresa Scott Paper Co., fabricante estadounidense de paรฑuelos y toallas, creรณ la campaรฑa publicitaria Color Explosion para promocionar una nueva gama de textiles fabricados con Dura Weve, un derivado de la celulosa.
El original anuncio era protagonizado por dos chicas que llevaban vestidos coloridos y muy cortos al mรกs puro estilo de los aรฑos sesenta: uno con un motivo monocromรกtico estilo Op-Art; el otro con estampado paisley rojo. Se trataba de modelos desechables fabricados con Dura Weve, el mismo material de los productos comercializados por Scott Paper Co. y ya utilizado para fabricar ropa de usar y tirar para los trabajadores de los hospitales.
Por solo 1,25 dรณlares, cualquiera podรญa recibir estas prendas en su casa (acompaรฑadas de un prรกctico manual de instrucciones que explicaba, como si de un mueble de Ikea se tratase, cรณmo ensamblar la prenda y cรณmo cuidarla), junto con cupones para comprar la nueva colecciรณn de paรฑuelos y servilletas de Scott Paper Co.
Irรณnicamente, la lรญnea de accesorios para el hogar pasรณ a un segundo plano, y la sociedad de la รฉpoca, sobre todo los jรณvenes enamorados de la idea de progreso y entregados al culto de lo nuevo, se dejaron conquistar por una de las modas mรกs irรณnicas de la dรฉcada: el vestido de papel.
LOS VESTIDOS DE PAPEL: UN FENรMENO DE COSTUMBRE Y UNA HERRAMIENTA DE COMUNICACIรN
La idea de los vestidos de papel gustรณ tanto que la empresa recibiรณ mรกs de medio millรณn de pedidos en menos de un aรฑo, y lo que empezรณ como una campaรฑa de publicidad de inspiraciรณn irรณnica se convirtiรณ en un fenรณmeno de costumbre.
Destinados a ser usados solo una o dos veces, los vestidos de papel se transformaron en una poderosa herramienta de comunicaciรณn y su potencial fue pronto aprovechado por otras marcas y empresas de la รฉpoca, que empezaron a producir sus propios vestidos de papel con eslรณganes e imรกgenes icรณnicas para anunciar nuevos productos. Y al hacerlo, utilizaron a las personas que los llevaban como autรฉnticas vallas publicitarias en movimiento y se convirtieron en el sรญmbolo perfecto de todo lo que estaba pasando. Los vestidos de papel podรญan ser obras de arte, anuncios en movimiento e incluso elementos de propaganda polรญtica.
Entre los usos mรกs creativos y famosos que se hicieron de estos vestidos destaca el que realizรณ la empresa Campbellโs. En 1967 creรณ el Souper Dress, un vestido estampado con hileras de latas de la homรณnima sopa, una reinterpretaciรณn irรณnica de la obra de Andy Warhol, que cinco aรฑos antes habรญa elevado un producto cotidiano transformรกndolo en arte conceptual. El Souper Dress se podrรญa adquirir a cambio de las etiquetas de las latas de sopa de verduras Campbellโs.

Y en 1968, durante la campaรฑa presidencial, se presentaron varios vestidos de papel de inspiraciรณn polรญtica (los llevaban las militantes durante los mรญtines). El de Nixon tenรญa un fondo blanco y las letras N-I-X-O-N impresas en un tono rojo vivo, intercaladas con estrellas azules, mientras que el de Bobby Kennedy tenรญa, ademรกs de las estrellas, la cara del candidato impresa en blanco y negro.


En Estados Unidos y en el Reino Unido, el vestido de papel se convirtiรณ en una respuesta al inquieto apetito de la dรฉcada por lo nuevo, y marcas como Poster Dress, Waste Basket Boutique y Dipso se lanzaron a la producciรณn de prendas desechables, que permitรญan seguir fรกcilmente las tendencias (metรกfora perfecta para una generaciรณn que parecรญa anticiparse a la tendencia actual de la moda rรกpida).
El vestido de papel parecรญa adaptarse a las necesidades de la nueva generaciรณn como un guante. Solo podรญa usarse un determinado nรบmero de veces (la excusa perfecta para cambiar rรกpidamente de modelo), era asequible y todo el mundo podรญa permitรญrselo.
Encajaba perfectamente con los nuevos clientes que utilizaban tijeras y cinta adhesiva para adaptar sus prendas, rechazando la idea del crear y coser asociada a la generaciรณn anterior (ya no existรญa la necesidad de remendar y reciclar que imponรญan las limitaciones causadas por la Segunda Guerra Mundial).
Ademรกs, en el contexto de la Guerra Frรญa y de la lucha por la conquista del espacio, la ropa de papel parecรญa ser la respuesta perfecta a la colada en el espacio exterior (ยซThe answer to laundry in outerspaceยป, se podรญa leer en el nรบmero de noviembre de 1966 de la revista Life).
VESTIDOS DE PAPEL Y ALTA COSTURA
Fueron muchos los diseรฑadores que se dejaron conquistar por esta moda efรญmera, como Paco Rabanne (a quiรฉn Scott Paper Co. le encargรณ un vestido de papel), Ossie Clark y Bonnie Cashin(creadora de la lรญnea Paper Route). Ademรกs, en 1967, durante una sesiรณn fotogrรกfica de Hors P. Horst para la revista Look, varios modistos crearon magnรญficos modelos de papel (Gucci propuso unos culottes blancos y negros, Dior creรณ un vestido corto blanco y Givenchy, un abrigo acolchado plateado).
Las creaciones en papel podรญan ser complejas; no eran solo simples vestidos acampanados, sino modelos รบnicos creados por verdaderos artistas.

DE TRAJE DE MODA A ยซPAPEL DE DESECHOยป
Todo apuntaba a que el papel se convertirรญa en el material del futuro para el mundo de la moda, que las mรกquinas de sellar sustituirรญan a las de coser, y que la ropa se venderรญa en grandes bobinas. En realidad, a lo largo de los aรฑos, los vestidos de papel, a pesar de su gran impacto inicial, se convirtieron en material de desecho.

La esencia efรญmera de estas creaciones y la filosofรญa de usar y tirar a la que se asociaban empezaron a chocar con las nuevas ideas anticonsumistas adoptadas por la nueva generaciรณn y el movimiento hippie (contrario al capitalismo y partidario de una moda รฉtnica que se apoyaba en la artesanรญa y la manualidad).
Efรญmeros y asociados al consumismo mรกs desenfrenado, en la actualidad los vestidos de papel, aun despertando el interรฉs puntual de diseรฑadores contemporรกneos como Hussein Chalayan, Issey Miyake o Rei Kawakubo, no dejan de ser una curiosa anรฉcdota. Por otro lado, desde las vitrinas de los museos nos recuerdan la importancia de la ยซlentitudยป en oposiciรณn a la moda rรกpida porque, como suele ocurrir, la historia, a menudo, se repite.