Drama, viajes y tinieblas (Emmy 2012)

25 de septiembre de 2012
25 de septiembre de 2012
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El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje, escribe José Saramago en “Viaje a Portugal”.

Cuatro historias con soldados. Cuatro de las seis series nominadas a mejor drama en los pasados Emmy 2012. Soldados que van a la batalla (Juego de tronos) y otros que regresan de guerras reales… Sin embargo, allá en los campos de batalla quedaron las cáscaras de lo que fueron: el soldado James Darmody, veterano de la primera guerra mundial, vuelve cargado de odio (Boardwalk Empire); el teniente Donald P. Draper, Corea, no es Don Draper (Mad Men); el sargento Nicholas Brody, Iraq, no es el papá americano que se marchó (Homeland).

Darmody se marchó como un niño y regresó como un lobo para el hombre, para reclamar lo que considera suyo por derecho. Draper sobrevive como Draper haciendo de sí mismo una campaña publicitaria. Brody regresa como traidor a la fuerza, pero traidor al fin y al cabo. Las esposas de estos hombres no son Penélopes que hacen y deshacen madejas, si no que hacen y deshacen camas con sus nuevos amores, cansadas de esperar, buscando un consuelo para la amargura. (Nunca el mito de Ulises dio para tantos dramas).

Draper podría ser el hijo de Darmody, y el padre de Brody. Podemos pensar que la sociedad norteamericana es violenta, que sus avances científicos y sociales tienen origen en las guerras, que el Oeste quedó pequeño.

El Oeste sugiere la palabra ‘viajes’, y los viajes recuerdan las palabras del viejo guionista de Hollywood que recomendaba colocar a un personaje corriente en un mundo extraordinario, y a un personaje extraordinario en un mundo corriente. El viaje es un recurso sencillo y rápido que permite el encuentro entre lo ordinario y lo extraordinario.

Los dramas nominados en los Emmy 2012 tienen en común el viaje. Por un lado está el viaje que realiza el soldado de vuelta al hogar, un viaje que emocionalmente no finaliza: Darmody, Draper y Brody no acaban de regresar a casa, aunque sus cuerpos sí. Los soldados son los hombres extraordinarios, no en tanto a sus cualidades, si no en tanto que está fuera de la realidad, de lo cotidiano.

Los hombres y mujeres de Juego de Tronos marchan a la guerra o huyen de ella, y en todos ellos el deseo de regresar a casa: a la que les pertenece por linaje o por apego sentimental. Estos viajes son un ingenioso truco de R. R. Martin consciente de que «un exceso de magia puede cargarse una saga de fantasía». Los viajes por Los Siete Reinos son viajes iniciáticos que preparan para la fantasía: los dragones al final de la primera temporada (tras una larga travesía en el desierto), y la brujería a medio camino de la segunda (entre las rocas en medio del mar).

Son dos viajes los que da inicio a las tramas de Downton Abbey. Primero el viaje del Titanic, que trastoca una línea sucesoria. Después, la llegada a Downton Abbey del advenedizo Matthew Crawley, sin sangre azul y desconocedor de los ritos ancestrales de la nobleza.

Walter White recorre otro camino en Breaking Bad: un viaje interior que tiene el cáncer, la metanfetamina, y las arenas y las calles de Albuquerque como río de El Corazón de las Tinieblas. El Walter White que se marcha, no regresa; en su lugar está Heisenberg. Walter inicia el camino contrario al soldado: parte de la desubicación de una realidad en la que está impotente, y encuentra en la fuerza y en la violencia una guía de supervivencia y comportamiento.

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