Tarragona vive, en buena parte, del turismo. Pero, a estas alturas, ¿qué ciudad española no lo hace? Viajar, descubrir lugares nuevos, es algo maravilloso… siempre que no se convierta en un problema para quienes habitan esos destinos. Y en Tarragona, como en tantos otros sitios, ya lo es.
Aunque ese no es su único mal. Para la fotógrafa Elena Gavaldà, su principal defecto es la hipocresía: «Es una ciudad que pretende venderse como alternativa turística a Barcelona, pero, al mismo tiempo, no es capaz de gestionar los residuos ni la suciedad de sus calles», explica en una entrevista para Porta Enrere.
En primavera, con la llegada de los cruceros, la cosa se agrava. Basura y masificación turística forman un cóctel difícil de digerir para los tarraconenses. De ahí nace Visit Tarragona: where history meets garbage, un proyecto fotográfico con vocación de denuncia.
En las imágenes no aparecen turistas reales, sino figurantes que representan al prototipo de viajero que llega en crucero. Porque sí, Gavaldà lo tiene claro: es en este tipo de turismo donde más se practica el todo vale. Las localizaciones, eso sí, son reales. No hay escenografía ni retoques. La basura, las pintadas, las cagadas… son las mismas con las que conviven los tarraconenses día a día.
Y ese es el paisaje que la fotógrafa, y muchos vecinos, querrían borrar. No para maquillar la ciudad de cara al visitante, sino para reclamar algo tan simple como el derecho a vivir en una Tarragona limpia, digna y cuidada. Una ciudad que no necesite esconder la basura bajo la alfombra… o fuera del encuadre.