A Yksuhc Juan (Madrid, 1984), le califican en distintas bios como artista e investigador. Dos calificativos que parecen demasiado genéricos cuando se centra la mirada en sus obras y se observan con atención los mundos a los que nos invita a entrar a través de su imaginario.
Este artista madrileño estudió Artes Visuales en Madrid y Santiago de Chile, después hizo un máster en producción artística y actualmente es doctorando en el programa Arte: Producción e Investigación de la Universidad Politécnica de València. Su carrera comenzó en 1998, cuando empezó a intervenir el espacio público de forma regular y autónoma. Pero desde el año 2002 hasta 2025, ha llevado a cabo, en paralelo, numerosos proyectos artísticos de pintura mural para películas y series de televisión, videoclips musicales, realización de atrezos y escenografías de obras teatrales y decoración corporativa para empresas y particulares.

También ha participado en ferias, exposiciones y eventos artísticos en ciudades como Catania, Ámsterdam, Madrid o Nueva York, aunque la mayor parte de su producción discurre de manera independiente. En el plano editorial, ha publicado YKSUHC (2022), ERRAR (2024) y ha sido el maquetador e ilustrador de El Trastero (2020).

A menudo también imparte talleres en los que implementa actividades para introducir a los participantes a profundizar en ciertos aspectos de su personalidad y a utilizarlos para enriquecer y potenciar sus capacidades creativas y cognitivas.
Yksuhc Juan tiene una mirada algo goyesca del mundo que le rodea. Capta la realidad y la plasma a veces en un muro, otras en un papel, otras en un lienzo…, pero normalmente dejando un regusto de denuncia social que, disfrazada de metáfora y onirismo, nos invita a reflexionar. Aunque no siempre tiene esa intención en lo que pinta. Otras, simplemente se deja llevar por la imaginación y nos regala criaturas fantásticas que nos provocan una sonrisa o nos llevan a un sitio cerrado.
Él ha sido el último artista invitado por Madrid Street Art Project para participar en la cuarta edición del Muro Rotativo, que se ubica en el pasaje subterráneo de la conocida como Plaza de Los Cubos en Madrid. Su intervención completa la transformación artística de este lugar, iniciada en junio de 2024.
Háblame un poco del mural de la Plaza de los Cubos.
Madrid es una ciudad llena de estímulos en la que todos vamos atropellados atropellándonos, aturdidos y lobotomizados por nuestros teléfonos móviles.
Vi la oportunidad de poder hacer algo que invitara a cualquier ciudadano de a pie a detenerse al menos unos instantes para, quizás, hacerse alguna pregunta acerca de lo que está viendo. Para esto, decidí recurrir al pastiche, incluyendo elementos reconocibles en la composición.


Es un gran collage que reúne fragmentos con distinto origen y diferentes significados, pero que, al reunirlos y reordenarlos, producen otro sentido diferente. El Tío Pepe pierde su función como símbolo publicitario convirtiéndose en un elemento central resignificado. Al integrarlo junto a otros elementos del imaginario cultural, como los personajes de la obra goyesca, se genera un diálogo que puede dar lugar a múltiples interpretaciones.
La familiaridad hacia estos elementos reunidos y colocados en un contexto híbrido inesperado, aunque también, por otro lado, reconocible, obliga al espectador a reconsiderar su percepción acerca de esta imagen en su conjunto.

No es otra cosa que un juego conceptual que mezcla elementos de la cultura popular con referencias a la historia del arte y la política a través de un hecho anecdótico que involucra al pintor Antonio López, para reflejar algunas tensiones y controversias que definen la identidad de Madrid.
Además de artista, te dedicas también a la investigación, ¿hacia dónde la orientas y cómo se refleja en tu obra?
La oriento hacia mis intereses, obviamente y, a veces, estos no tienen nada que ver con mi obra. Otras veces sí. Por ejemplo, actualmente estoy a punto de terminar una tesis doctoral sobre prácticas que involucran el desplazamiento físico y la reapropiación espacial.
Al repasar algunas de tus obras y murales, se pueden apreciar estilos diferentes. ¿Son fruto de una evolución o de un estado emocional en cada ocasión o quizá del mensaje que quieras transmitir?
Por lo general, lo que quiero transmitir y el contexto son los condicionantes de esa decisión de forma en el trabajo. Hay veces que no hay un plan previo, o, si lo hay, no está completamente cerrado. Es aquí donde el estado anímico, la improvisación y el arrepentimiento se ponen en juego para producir algo que es siempre inesperado, unas veces más y otras veces menos.
Cuando hay un plan previo, siempre hay una reflexión previa de forma y de fondo, que siempre trato de que puedan estar abiertas y varíen una vez metido en faena, pero suele ser mínimamente.
Como tu mural, tu forma de dibujar recuerda mucho a la de Goya con sus Pinturas negras, donde los rasgos faciales están muy difuminados, por ejemplo. ¿Es uno de tus referentes artísticos?
Si, es uno de ellos, junto con otros muchos. Cuando era niño, en casa de mis padres había un libro con ampliaciones de muchísimas obras de Goya. La serie de Los Caprichos y las Pinturas negras rápidamente se integraron en mi imaginario.
Tus grafitis suelen tener mucha denuncia social. ¿Crees que eso se está perdiendo en el grafiti (y en el arte, en general) actual?
El grafiti es una denuncia social en sí mismo, no necesita de elementos explícitos para serlo. Cuando dices que se pierde, lo que yo entiendo es que se pierde el grafiti en sí, es decir, se tergiversa y se neutraliza llamando a otra cosa, que no lo es, con ese nombre. Eso es algo muy habitual y que lleva sucediendo casi desde que se reconoció como fenómeno social en la década de los 60.
En el arte hay y habrá muchas obras de denuncia social. Este es un motor para el arte que se precia de estar constantemente por delante de la sociedad, en intuición, en pensamiento salvaje o meticulosamente racional, pero también para las obras que no se enorgullecen de serlo.
Como siempre, el problema es el contexto. Hay obras de arte que tienen una fuerte carga de denuncia social, ya sea de forma explícita o no tan explícita, pero su exposición se ciñe únicamente a espacios habilitados específicamente para ello. Y me parece bien. Pero hay ocasiones en las que, probablemente, la posible repercusión (en términos de calado individual) que pueda contener ese mensaje de denuncia sea menor que si se hubiera insertado en un contexto más abierto y no necesariamente habilitado para tal finalidad.
Pienso que hay ciertos mensajes, o, más bien, ciertas formas de emitir esos mensajes, que son decisivas y condicionantes en cómo van a ser percibidos y asimilados. Más allá de los aplausos, si de verdad hay una intención real en que ese mensaje tenga alguna trascendencia y alguna consecuencia práctica en otra persona o grupos de personas, se ha de tener muy en cuenta y elegir adecuadamente el contexto en el que se presenta. Esto es tan determinante como el contenido de la propia obra para lograr que tenga esa efectividad.
Además de lo social, también hay mucho componente onírico y mucha metáfora… ¿No rompe, en parte, esa intención de denuncia al situarlo en un plano irreal?
Depende. Puede que sí, aunque no necesariamente, porque hay muchos otros factores en juego si se quiere lograr eso. Cada obra es particular y tengo que decir que no todo lo que hago tiene ese carácter de denuncia explícita.
En el grafiti hay un componente de arte efímero muy destacado, ¿cómo condiciona eso tu obra y tu estilo? ¿Pintas pensando en que no va a permanecer —al menos, intacto— eternamente?
Toda persona que trabaje o haya trabajado en la calle sabe y asume eso.
Además del grafiti y los murales, también pintas sobre papel, lienzo, madera… ¿Cambia tu estilo en función del soporte? ¿Con cuál te sientes más cómodo?
Con todos, es solo cuestión del momento que apetezca hacer más uno que otro.
¿Cómo es tu proceso de trabajo?
Trato de encontrar momentos en los que la reflexión y la intuición se encuentren.
Hay obras o proyectos que dan muchas vueltas y tardan mucho tiempo en finalizarse; hay otras que, por el contrario, parecen que salen solas. Normalmente, mi proceso va atravesando varias fases, que tienen mucho que ver con cómo me haya levantado ese día y el resto de elementos y circunstancias que componen mi vida, así que trato de no agobiarme si no sale o no estoy convencido a la primera. Es como cocinar, deje reposar las ideas en libretas y poco a poco…