(Sáhara occidental, 1994)
Dietmar Eckell es un hombre que viaja a los lugares más remotos de la Tierra en busca de cadáveres exquisitos de aviones. Las fotos que toma de ellos son los trofeos virtuales que atestiguan que ha estado allí.
El fotógrafo alemán bucea en foros, webs y Google Maps para encontrar los restos de aeronaves accidentadas. «Una vez que llego a los lugares, hablo con pilotos locales para saber su localización exacta y algunos detalles sobre su historia», cuenta Eckell.
Lejos de tener que hablar de tragedias, todas estas historias tienen un final feliz. «Automáticamente pensamos en desastres aéreos porque nos condicionan las imagenes que vemos en las noticias, pero las fotos que yo tomo son de casos en los que todo el mundo sobrevivió y fue rescatado. De esta forma, el que ve el trabajo tiene su happy ending«.
(Fuente: Complex Art and Design)
(Canada, 1979)
Los vestigios de estos accidentes siguen en el mismo espacio donde se cayeron debido a que «están en lugares tan remotos que no merece la pena recogerlos».
La foto más complicada de tomar la hizo en el Sáhara Occidental. «Es una zona controlada por un grupo rebelde. Tuve que convencer al lider local para llevarme de Mauritania, a la frontera verde. Tuvimos que cruzar el país, esquivando a los militares mauritanos y solo yo sabía exactamente dónde estaba siguiendo un punto blanco de GPS que tenía marcado en Google Earth».
El viajero alemán se financia las expediciones optando por viajar de forma muy frugal. «Hago couchsurfing, acampadas y duermo en el 4×4». Ha decidido editar su libro a través de una campaña de crowdfunding en Indiegogo, que lleva más de 30.000 dólares recaudado. «Está siendo interesante ver cómo la gente está dispuesta a pagar por el libro».
Cuando mira el trabajo en su conjunto, a Eckell le gusta dividirlo en cinco reflexiones generales:
«Héroes: los pilotos que convierten desastres en milagros»
(Canadá, 1950)
«Destino: sobrevivir a un accidente de avión y ser encontrado en medio de la nada»
(Hawái, 1948)
«Tiempo: todo pasó en cuestión de segundos y sus restos llevan décadas sin tocarse»
(Canadá, 1977)
«Espacio: incluso los aviones majestuosos pueden parecer perdidos en la vasta naturaleza».
(Alaska, 1960)
«El final: La mayor parte de los aviones acaban en chatarrerías. Estos han encontrado un lugar de descanso»
(Canadá, 1956)
(Papúa Nueva Guinea, 1965)
(México, 2004)
(Alaska, 1965)