La curiosa historia de la armada de un país que no tiene mar

Un año: es el tiempo que el fotógrafo británico Nick Ballon tuvo que esperar para tener acceso a la base naval de Bolivia, donde llevó a cabo su ensayo The Navy without a Sea. Su serie fotográfica recoge la curiosa historia de una armada sin mar, enclaustrada entre las montañas de este país andino y con un lago como único escenario para los entrenamientos militares. «Bolivia es un país bastante modesto y su armada no es muy diferente. Sus barcos son anticuados y la tecnología está atrasada, pero eso no deja de tener un cierto encanto, el de las cosas básicas», señala.

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The Navy without a Sea forma parte de un trabajo más amplio que está planteado como un fotolibro. The Bitter Sea –este es su título– aborda la relación de Bolivia con el mar. Es un país cercado por montañas, tras perder el acceso al océano hace 130 años en una guerra contra Chile. A pesar de las características geopolíticas de Bolivia, su apego histórico y emocional al mar perdido es muy profundo. De hecho, el Gobierno boliviano está intentando recuperarlo a través de un complejo recurso en el Tribunal Internacional de La Haya.

«Tuve mi primer encuentro en la Embajada de Bolivia de La Haya con un expresidente boliviano, que actualmente está liderando el juicio contra Chile. Él respaldó mi proyecto, lo que me llevó hasta un embajador en Londres, que escribió una carta de apoyo. Armado de estas dos cartas, comencé al arduo trabajo administrativo para conseguir el permiso de la Armada», revela Ballon.

«Cuando los tuve de mi parte, me dijeron que contactara al Gobierno, ya que la historia que quería contar podría tener una vertiente política. Tuve que lograr la autorización del Ministerio de Defensa. El papeleo y el proceso administrativo por el que he tenido que pasar han sido increíbles», añade.

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Tras este largo periplo burocrático, al final autorizaron su permanencia en la base naval. Ballon tuvo la oportunidad de convivir con marineros que nunca habían nadado en el mar abierto. «De las jóvenes reclutas que acompañamos en los primeros días, durante sus entrenamientos en la piscina, solo unas pocas tenían unos conocimientos básicos de técnicas de natación. Sufrían bastante con sus entrenadores», cuenta.

La realidad de la base naval sorprendió al fotógrafo. «Antes de viajar había hecho mis propias investigaciones y tenía una idea bastante precisa de lo que me encontraría allí. Aun así, no me esperaba que hubiese tan poca actividad en al agua. Eso, inconscientemente, se convirtió en el foco de mi trabajo. Centré mis fotos en los entrenamientos en tierra. Fue la base de mi discurso visual para hablar de una armada sin mar», revela Ballon.

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Este fotógrafo documental reconoce que las fuerzas navales bolivianas son «básicamente ceremoniales». Esto se debe a que no existen muchas posibilidades de que Bolivia participe en algún combate bélico que requiera el apoyo de este cuerpo. «No dedican mucho tiempo a preparar a sus tropas para duros combates. El resultado es que en toda la base naval hay un ambiente muy agradable y acogedor», resalta.

Los bolivianos tienen un sentido patriótico muy peculiar en todo lo que se refiere al mar. «Desde su nacimiento inculcan en los niños la idea de que un día Bolivia recuperará el océano. Una vez participé en la celebración del Día del Mar en una guardería de La Paz. Allí vi a un grupo de niños recreando la batalla de Topáter, en la que el Ejército boliviano fue exterminado. Como consecuencia a Bolivia le fue arrebatado el acceso al litoral. Es un mensaje muy poderoso para unos niños tan pequeños», relata Ballon.

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El fotógrafo está atado por razones personales a este país muy poco conocido en Europa. La familia de su padre tiene orígenes bolivianos, pero hasta los 21 años Ballon nunca se interesó por este pedazo de América Latina. Después de la muerte de su padre, hace un par de años, sus visitas a Bolivia se han intensificado y con ellas, la exploración de un eslabón perdido de su árbol genealógico.

The Navy without a Sea es una forma de sumergirse en su pasado y en su historia familiar, y al mismo tiempo de observar este país con la mirada de un observador extranjero que, sin embargo, se siente emocionalmente conectado a esta tierra.

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