Bill Murray salvarรก el mundo

Estรกs leyendo El Piensรณdromo del Yorokobu de papel de este mes de enero y, a estas horas, Bob Dylan estarรก gastรกndose la pasta del Nobel en sombreros como los de Juanito Valderrama.

La conducta sociรณpata del genio de Duluth es el รบnico reflejo de cordura que queda en el mundo. El tipo saliรณ de gira interminable hace mรกs de 20 aรฑos sรณlo por no parar en casa a sacar la basura y que se le cruzase algรบn pesado a besarle los pies. Lo entiendo perfectamente.

El resto de la agenda informativa โ€“es decir, aquello que no habla de Bob Dylan, de la crisis del Barรงa y todo lo que lees lejos de estas pรกginasโ€“ son seรฑales que nos envรญa tu dios favorito avisando del apocalipsis que se avecina.

La muerte de Fidel Castro, un ser humano decididamente inmortal hasta que acabรณ por morirse, no es sรณlo la mรกs evidente sino la mรกs emocionante, ya que deja a Jordi Hurtado solo en el mundo como la รบnica persona con mรกs de tres siglos de vida.

En Espaรฑa todo apunta al desastre desde el momento en el que nos hemos dado cuenta de que ningรบn bravo emprendedor nacional ha inventado un Espaรฑolรญmetro que sea capaz de medir cuรกn espaรฑol se siente una persona. Asรญ es como se va todo al carajo.

A falta de tecnologรญa, lo que queda son los guardianes de la espaรฑolidad. Ellos, ellas, deben asumir la comprometida misiรณn de dilucidar si Fernando Trueba o cualquier otra persona lloran lo suficiente al ver a la bandera rojigualda ondear con gloria.

En caso afirmativo, son merecedores de alabanzas, subvenciones y parabienes. En caso de que tengan una idea propia acerca del patriotismo o cualquier otro concepto trascendente y, sobre todo, el descaro suficiente de expresarla con libertad, la decisiรณn quedarรก sujeta al criterio colegiado.

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Por fortuna, quedan clavos a los que asirse en tiempos convulsos como los presentes. Nada es casualidad en el universo que habitamos y el hecho de que se acaben de publicar dos libros acerca de la figura de Bill Murray es la รบnica esperanza que le queda a la civilizaciรณn.

Cรณmo ser Bill Murray, de Gavin Edwards (Blackie Books), es la biblia del hombre libre, un mรฉtodo para alcanzar la felicidad mientras que se rechazan todas las convenciones sociales represoras. Yo, Bill Murray, de Marta Jimรฉnez (Bandaร parte Editores), es, como indica el propio subtรญtulo del libro, lo que iba a ser la biografรญa autorizada del actor. El problema es que la autora no le encontrรณ. Nosotros sรญ encontramos a la autora y la semana que viene os contaremos mรกs acerca de este volumen para entender a Bill โ€˜Motherfuckerโ€™ Murray.

No sueltes nunca esos dos manuales para convertirse en mejor persona y todo irรก bien.

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