Puede que muy pronto sólo seas un número, y ese número te hará un ganador o un marginado. Es el número de tus seguidores, de tus retuits, de tus megusta, de tus puntuaciones en Uber o Airbnb…
Lo importante no será quién eres o qué haces. Lo que determina ya tu estatus digital es lo que haces para gustar a los demás. Aunque tanta simpatía forzada pueda convertirte en un completo imbécil.
Lo importante no será hacer algo extraordinario, sino compartirlo de forma que lo puntúen bien.
La ‘reputación online’ (la puntuación que te dan en redes sociales) puede acabar creando una nueva sociedad de castas digitales llena de esclavos de la opinión ajena. Es la máxima expresión del ‘qué dirán’ y alcanza ya el nivel planetario.
Esta distopía está descrita en el capítulo Nosedive, de la última temporada de Black Mirror. Quién sabe. Lo mismo hasta está a la vuelta de la esquina.
Por suerte, me mantengo alejado de esos mundos y de las mal llamadas redes sociales. Nada dd Caralibro, Instashit, Snapdummy, Tindereta, Pío-Pío ni productos posmodernistas para alimentar la miseria social y el ego del lumpen humano que pulula hoy por los ámbitos manistream de la Red.
Saludetes.
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