La ciudad holandesa de Breda es el lugar donde vive y trabaja Rick Berkelmans, conocido de aquí en adelante como Hedof. ¿Recuerdan el inmortal cuadro de Velázquez que retrata la caída de la ciudad en el siglo XVII? Pues lo que hace Hedof no tiene nada que ver. Aun así, su definida manera de ilustrar ha vuelto a provocar la rendición de los muros de su ciudad a comienzos de este siglo.
Cuando era pequeño, Hedof quería construir cosas en el bosque e ilustrar la vida salvaje. Se hizo algo mayor y se cruzaron en su vida el skate y el grafiti. «Me encantaba el elemento do-it-yourself de esa subcultura, lo de interactuar y responder al entorno siendo creativo». Por esta razón decidió dedicarse a ello para ganarse la vida. Fin de la historia de amor gráfico con la biología.
El holandés encontró rápidamente su senda guiado por su positiva visión de la vida. La solidez de la paleta de colores que emplea es el mayor aval con el que cuenta su estilo optimista, pero no es el único. Empezó su carrera haciendo «cosas que realmente amaba, como pósteres de música y diseños de camisetas para pequeñas marcas que me gustaban». De ahí emana la explosión colorista que se vierte en el resto de su obra y con la que también alumbra su faceta de artista urbano.
Dice que, en este momento, encuentra su inspiración en libros de arte y de mitología. Por eso las bestias ocupan sin rubor su catálogo. Más allá de ello, «y aunque suene a cliché», mira a su alrededor, rasca lo que le gusta, lo mueve, lo gira y lo redibuja hasta que da con algo diferente.
Hedof explica que, a pesar de que quiere resultar positivo y accesible, no quiere que su trabajo aparente ser sencillo. «Por un lado, una actitud despreocupada en mis ilustraciones, que denote que me sale de manera natural. Sin embargo, quiero que, cuando mires más de cerca, veas que todo está bien pensado», señala.
Su lista de clientes es amplia: Anorak magazine, Computer Arts Magazine, Heineken, Kangaroos, Sony Playstation, Lipton Tea, Spotify, Graphic Design Museum, Fontanel, Google, Red Bull, Casio G shock, Cruz Roja, Zwijsen, Arte, S7 Airlines o Facebook. Dígalos todos sin respirar.
Aun así, encuentra la manera de desarrollar sus propios proyectos. «No siempre hay trabajo para clientes. Sin embargo, yo voy a mi estudio cada día para crear nuevo material que, en este momento, tiene mucho que ver con la serigrafía», explica.
Los carteles que creaba para algunas fiestas de electro francés le descubrieron ese mundo de la serigrafía. Hedof se ofreció para diseñar e imprimir estos pósteres en los talleres de su escuela de arte. No tenían un euro. Cuando vio el resultado, quedó entusiasmado. «Siempre comparo esta técnica con la barbacoa. Una hamburguesa sabe bien si la haces en la cocina de tu casa, pero está mucho mejor si la haces en una barbacoa. Aunque esté un poco quemada».
Confiesa que se encuentra en un punto de no retorno a una aventura inédita. «Voy a montar mi propia marca en este año que comienza. Tiene que ver precisamente con eso, con los objetos serigrafiados y aún estoy puliendo los detalles. Sin embargo, ya se han dado los primero pasos en la dirección correcta», cuenta ilusionado.
Mientras termina de dar forma a este nuevo proyecto, Hedof sigue paseando por Breda y dando un poco de vida a los muros de la ciudad.