A veces no nos damos cuenta de lo repetitivos que podemos llegar a ser. Nos creemos muy únicos y especiales, pero a fin de cuentas hacemos todos más o menos lo mismo, nos guiamos por los mismos patrones y, en fin, buscamos afinidades en quienes son como nosotros: leemos medios que piensan de forma similar a nosotros, seguimos en redes sociales a quienes dicen cosas que no contravienen nuestros principios y, por lo general, somos indistinguibles de los demás cuando nos diluimos entre la marabunta del Metro.
Hay quien hace de esa capacidad de ser predecibles una virtud contrapuesta a lo caótico o desorganizado. «Seré un presidente predecible», dijo el entonces candidato, y le creímos. Y sí, lo fue, porque hizo lo que cabía esperar que haría: algo muy distinto a lo que propuso. Es la lógica política del gatopardo: incluso cuando todo cambia, en el fondo, nada cambia. Incluso cuando prometes algo distinto, o te crees diferente, acabas siendo como los demás.
«No, yo no, ni de coña», estarás negando con la cabeza, si es que aún sigues leyendo. Pensarás que eres el único que está teniendo tamaño acto de rebeldía digital, pero no. Vayamos a las pruebas
¿Qué es lo que mejor podría definirte en este entorno digital? Aquello que compartes y lo que, por omisión, no compartes: las fotos de tu perfil de Facebook, los comentarios que dejas, los sitios que visitas, los vídeos que ves, la música que escuchas, la gente a la que sigues en Twitter… Todo eso moldea un retrato robot de intereses y caracteres fácilmente analizable. Más complicado es analizar la otra parte, lo que no enseñas y que, al final, también te define. Pero hay otra fórmula más sencilla de mostrarse: lo que uno mismo dice de sí mismo
¿Cómo narices te presentas en tu blog, si es que tienes? ¿Qué datos destacas en tu perfil de LinkedIn? ¿Cómo es tu foto de perfil de Facebook? O, por condensar más, ¿cómo es tu perfil de Twitter? Predecible, aunque no te lo creas.
Lo que The New York Times definió como «una forma de arte posmoderno» (en serio) tiene hasta escuela. Para muchos, la primera biografía de Hillary Clinton, la ahora candidata a la presidencia de EEUU, era perfecta. Y, si te fijas, muchas bios son prácticamente iguales. Y a eso vamos.
¿Tan iguales? Sí, tanto. Como para hacer simuladores coherentes, que dejan bios absolutamente impersonales, pero que darían el pego casi en cualquier perfil ¿Quieres pruebas? Aquí van cuatro ejemplos
«What the fuck is my Twitter Bio?» (algo así como ‘¿Qué cojones es mi bio de Twitter?») es una absoluta genialidad. Lo es por la simplicidad de su diseño y por su irreverente tono. «Aquí está tu bio, genio», te espeta, y luego te da boleto con un igualmente cordial «Pon un jodido ‘pin’ y circula» o cualquier otra variedad. Entre una lindeza y otra, tu bio. Aquí algunnos ejemplos aleatorios que encajarían con decenas de personas que conocemos, todos tan planos e impersonales que parecen cortados por un mismo patrón:
«Experto en vinilo, alumno de Facebook, pupilo de las ideas. Fashionista»
«Acaparador en Quora, creador bizarro en Twitter, ermitaño de MySpace»
«Embobado con los social media, prescriptor de FitBit, princesa de Foursquare»
«Silly Twitter bios» (Bios tontas de Twitter) va en una línea muy similar, aunque con un diseño mucho más básico. El mensaje es similar: un generador de biografías aleatorias que, fíjate, bien pueden encajar con muchos de nuestro entorno. Algunos ejemplos:
Explorador, deportista, activista político, nazi de la gramática, Nixon en China. Cuando tuiteo, mato
Genio, creyente, aspirante a yogi, amante de la cerveza, rey de los trolls. Necesito que arregles mis pantalones
Humanitario, disruptivo, visualizador de datos, inversor, exnovio de Siri. Estoy muy ocupado y soy muy importante
Con un diseño aún más simple está «Twitter bio generator«, el que mejor posicionamiento tiene en Google y del que más ejemplos se encuentran. De nuevo las mismas enumeraciones de cuatro o cinco parejas de palabras: directas, definitorias… y universales. Más ejemplos:
Geek del social media. Fanático del café. Fan de la comida. Ninja campeón de la cerveza. Friki de Twitter. Entusiasta de los zombies
Colgado de la web. Defensor de la música. Fanático general de Twitter. Propenso a la apatía
Incapaz de escribir con los guantes de boxeo puestos. Analista. Amante de la cultura pop. Alumno de la música. Friki del café
Más: cuando, directamente, te enseñan las opciones, porque de eso se trata. Lo que todo lo anterior tiene en común es un tipo de estructura. Sustantivos, adjetivos y nombres más o menos comunes de aplicaciones o servicios del mundo digital. Lo que College Humor propone, por tanto, es una especie de crucigrama para que hagas tu propio retrato. El esquema es siempre el mismo: ocupación o atributo, seguido de una actividad o área de interés relativa al ocio y una broma definitoria de carácter al final
¿Qué tal, por ejemplo, «Escritor decente, entusiasta del vino, adicto a chocar los cinco»?
Vale, dirás. Esto igual vale para gente sin personalidad, pero… en la vida real no existe ¿No? Vamos allá. Entre otras genialidades Tiffani Zhang ha desarrollado un generador aleatorio de startups: mismo diseño de página web, misma estructura. Sólo con cambiar los nombres, las imágenes y las tipografías surge la magia: todas cortadas por el mismo patrón. Prueba tú mismo (y ve dándole al botón de ‘Get started’)
¿Cuántas páginas web de proyectos innovadores has visto cortadas por el mismo patrón? Esa navegación con cabecera flotante, esos testimonios, esos iconos grandes asociados a adjetivos, ese recorte de fotos…
Al final, en lo digital, hasta en los negocios nos repetimos. Fíjate en los medios: en internet los periódicos digitales llevan audios, las radios llevan vídeos y las televisiones llevan texto, y todos compiten por la misma audiencia, y no como hacían en el mundo offline.
Además de la parodia, que puede o no divertir, subyace una crítica a nuestro comportamiento e ingenuidad. Justo cuando nos creíamos que internet nos permite a todos ser diferentes y buscar nuestros propios focos de interés va y resulta que acabamos convergiendo todos en determinados patrones comunes. Qué predecible todo…