El hombre del traje de satén rosa empuja su carrito de la compra. Está vacío pero pronto lo llenará. Ese es su principal o, más bien, su único cometido en la vida. Nada ni nadie logra apartarle de su quehacer. Tampoco nada ni nadie logra perturbarlo. Ni la muchedumbre airada, ni el ejército amenazando a los manifestantes con sus armas, ni los cadáveres que demuestran que son capaces de usarlas…
El anacrónico Pink Man camina por las calles del Bangkok de 1973, 1976 y 1992. En la reciente historia de Tailandia, aquellos años aparecen señalados en rojo, el mismo color del que se tiñeron las calles y las aulas de la universidad. Los estudiantes y demás manifestantes derramaron su sangre a cambio de más libertad y reformas democráticas. Pero entre los tailandeses que, a principios de los 70, habían apoyado estos movimientos comenzaron a despertarse ciertos recelos. ¿Y si en Tailandia esos grupos de tendencia izquierdista se tornaban radicales y convertían su país en una nueva Camboya, con matanzas ‘a lo Pol Pot’ incluidas? ¿O qué pasaría si ocurriera algo similar a lo acontecido en Vietnam?
El miedo de la sociedad tailandesa ha servido de excusa de forma recurrente a los líderes militares para acallar violentamente a las voces discrepantes y perpetrar, de paso, diversos golpes de estado (…1976,1991, 2006, 2014). La estabilidad nunca ha sido el fuerte del sistema político del país. Eso pese a contar con el monarca de más largo reinado en el mundo actual…
Pero a Pink Man poco o nada de eso le importa mientras pueda seguir llenando su carro. Para él, el capitalismo es una bendición. La posibilidad de acudir al supermercado y encontrarse con los estantes repletos de productos que probablemente no necesite, pero que podría adquirir por el simple hecho de comprarlos, es lo que da sentido a su existencia. «Pink Man es el icono del hombre contemporáneo tailandés, consumido por el consumismo, buscando la satisfacción en cosas que la naturaleza no puede satisfacer».
El fotógrafo Manit Sriwanichpoom concibió a Pink Man, su personaje fetiche, en 1997, cuando estalló la crisis financiera asiática (la que muchos consideran la primera gran crisis de la globalización). Tailandia fue el epicentro de aquel desastre. Allí comenzó y allí se padecieron de forma más intensa los efectos de la depresión. Aunque no fue el único país afectado. «La crisis generó un efecto dominó en los estados por aquel entonces denominados ‘Tigres asiáticos’. Pero también en el mundo en general».
¿Y ahora qué? La crisis había estallado y amenazaba aquel frenesí adquisitivo que desde hacía años se había instalado en su país. ¿Qué ocurría si los supermercados quedaban desabastecidos?
El hombre de rosa permanecía ajeno incluso a esa posibilidad. Él continúa empujando el carrito como si nada, insertándose en diversas escenas de la actualidad política y social de su país. En la serie Horror in Pink realiza un viaje en el tiempo para revivir los cruentos episodios que se produjeron durante las represiones militares del 73, el 76 y el 92. En los fotomontajes, Sriwanichpoom recupera algunas de las fotografías tomadas por aquellas fechas y que relatan sin pudor las masacres que se cometieron durante las revueltas. Y lo hace para incorporar a Pink Man.
En ellas el personaje se muestra tal y como es: «Se divierte al unirse a la multitud pese a la crueldad inimaginable de las imágenes y mientras los manifestantes son violentamente oprimidos por dictadores militares y turbas enloquecidas de sangre. Aquellas personas se enfrentaron a la muerte con valentía para que pudiéramos ser libres, pero Pink Man ya no se acuerda de eso. Prefiere apoyar un sistema capitalista aunque ello suponga la no existencia de democracia».
El fotógrafo no esconde su pesar por la historia más reciente de su país. El último golpe de estado, consumado el pasado mes de mayo, es el decimoctavo desde 1932: «Tailandia necesita restablecer y reiniciar su democracia. En los últimos años, los políticos y sus partidarios han estado abusando de los poderes y la corrupción en su propio beneficio. «Democracia» ha sido solo un mantra, sin el verdadero significado de libertad, igualdad, legalidad, justicia y derechos humanos que debería conllevar. Espero que el país inicie pronto su etapa democrática de verdad».
Y mientras, Pink Man sigue empujando su carro. Que las riendas de su país las tomen, a punta de pistola, un grupo de militares en aras, según ellos, de evitar males mayores es lo de menos mientras él pueda seguir consumiendo. «Pink Man representa la occidentalización y el éxito capitalista en la sociedad tailandesa. Va vestido de satén rosa porque personifica el mal gusto y el consumo compulsivo».
Pese a todo lo que representa Pink Man, Sriwanichpoom mantiene la fe en la mayoría de sus compatriotas. «A pesar de las situaciones políticas desagradables que vivimos desde hace tiempo, todavía es perceptible el hermoso espíritu de la gente tailandesa. Cuando caminaba entre los manifestantes, antes del último golpe de estado, podía sentir el amor puro y el cuidado de la madre tierra. La gente en Tailandia no se rinde».
El fotógrafo sabe que, para que ese espíritu de resistencia siga activo, es necesario mantener vivo el recuerdo de lo acontecido en la historia más reciente del país. «En los últimos años de inestabilidad política en Tailandia, han vuelto a salir a la luz las imágenes más espeluznantes de lo vivido aquel 6 de octubre de 1976, sobre todo en las redes sociales como Facebook. Aunque en la mayoría de las ocasiones se han utilizado como herramienta para desacreditar a los que opinan de diferente manera, en lugar de promover una verdadera comprensión de la democracia». Poder documentar el pasado de una manera veraz y objetiva resulta vital, asegura Sriwanichpoom, porque «quien gobierna la historia es quien gobierna el mundo».
La serie ‘Horror in Pink’, de Manit Sriwanichpoom, forma parte del programa de Getxophoto 2014, que se celebra del 28 de agosto al 28 de septiembre.