Desde hace un tiempo, Marta Altés no afila sus lápices en cualquier sitio ni de cualquier forma. Tampoco lo hace de manera automática mientras atiende a otras cosas. Durante esos instantes sus cincos sentidos se centran en el sacapuntas y en los restos que salen de su cuchilla.
Con ellos, la artista barcelonesa afincada en Inglaterra es capaz de confeccionar una falda de faralaes a una bailaora, las olas que cabalga un surfista o la melena de un león.
Un día, Marta comprobó que le gustaba jugar con estas virutas. El descubrimiento fue pura casualidad: “Estaba trabajando en otro proyecto, y de repente ¡lo vi! Empecé a experimentar con ellas y surgieron un montón de ideas”.
Con cada lápiz afilado nacía una nueva figura o escena. Todas eran especiales y por eso, pese a su delicada naturaleza, Marta decidió recopilarlas. A la colección la llamó Playing-with-pencil-shavings: “Las estoy guardando para un proyecto que estoy preparando. Incluso tengo nuevas creaciones que verán la luz muy pronto…”