Fue Didier Anzieu quien dijo: «Allí donde mundo interior y exterior se conectan está la piel». Sara Coleman recurre a la cita del psicoanalista francés para explicar el porqué de Pulsión, la instalación textil que indaga sobre las relaciones entre cuerpo, espacio y materia.
Esta obra de la diseñadora se alzó con el primer Premio ArtsFAD 2017, el evento de FADFest dirigido a artistas y diseñadores para estimular la investigación, la creación y la excelencia en el campo de los oficios de arte.
«La frase de Anzieu puede acercarnos más a ese metalenguaje interdisciplinar del material textil, presente en campos tan diversos y tan conectados como la moda, la arquitectura o el arte», explica Coleman sobre Pulsión.
La idea, cuenta, parte del cubo como base de la proyección arquitectónica. «De esta forma su estructura se basa en un cuadrado sostenido por la gravedad que se va conformando tridimensionalmente a través de catenarias de diferentes longitudes, aunque de manera simétrica. Es un trabajo que bebe de toda la investigación anteriormente realizada por Gaudí, Naum Gabo o Frei Otto y, por supuesto, del trabajo de Eva Hesse».
Realizada en hilo de acetato, tejido en máquina tricotosa y tintada manualmente, para la realización de la obra Coleman aplicó técnicas propias del diseño de moda al campo del arte.
El jurado que eligió Pulsión como la mejor propuesta de las presentadas valoró «el hecho de ser una pieza contemporánea, el tratamiento de la materia y de la volumetría, la complejidad de la ejecución y la simplicidad de la belleza que transmite a la vez».
Más allá del resultado estético, la obra, según su creadora, reflexiona sobre la arquitectura como proyección del cuerpo y este, a su vez, como proyección de la arquitectura, «una doble mirada que se pone en juego a través del tejido, entendido aquí como membrana, como elemento simbólico de conexión, pero también como soporte».
Aunque la diseñadora prefiere huir del mensaje unidireccional: «Me interesa que sea una obra viva y abierta, donde el espectador pueda participar con su propio cuerpo, recorriendo la obra en el espacio, estableciendo cada cual su propio diálogo con ella». Por eso invita a todo aquel al que le interese a acercarse a la sede de Disenny HUB Barcelona donde su obra, y el resto de ganadoras de la 9ª edición de los Premios ArtsFAD estarán expuestas en la muestra El mejor diseño del año hasta el próximo 29 de octubre.
Allí también están Diamond Amphoras, de Trinidad Contreras, y No hay garantías de que nos corrompamos, de Mireia Corominas, ganadoras ex aequo del segundo premio.
Una frase pronunciada por Juan Carlos Monedero en 2014 es la base del proyecto de Corominas. La frase del entonces dirigente de Podemos decía: «No hay garantías de que no nos corrompamos». A la diseñadora esas palabras le sonaron como una especie de llamada a la acción ante «la problemática corruptiva imperante».
Su respuesta fue «una acción cotidiana» consistente en salar cada día una palabra dicha por algún político y recogida por la prensa durante los 16 días que duró la campaña electoral de 2015.
«La sal, como materia que preserva y protege contra la descomposición y putrefacción de todo lo orgánico. Las palabras, como entidades orgánicas y entendidas como alimento que no se debería malograr». Su acción, nos sigue contando, «es un pequeño gesto como reacción a ese entramado corruptivo instalado en nuestra sociedad poniendo el acento en lo ínfimo, el lenguaje. En palabras de Octavio Paz: «Una nación empieza a corromperse cuando se corrompe su sintaxis»».
Po su parte, con Diamond Amphora, Trinidad Contreras presenta «una joya-objeto, que puede contener o no lo esencial para la vida». Fabricado con porcelana y cuero, materiales que forman parte de nuestra cultura y que, por tanto, «debemos conservar y actualizar porque son parte de nuestra identidad». Por eso, durante el proceso de elaboración trató de respetar el equilibro entre tradición y modernidad. El resultado, «una pieza de artesanía contemporánea, original y que se identifica por una estética científica y primitiva a la vez».
El premio ArtsFAD de Opinión, concedido por el público, lo consiguió Mónica Porta con Fetiches de clavos. La artista tomó como referencia las esculturas de madera que realizan algunos pueblos del Congo: «En ellas, el sacerdote clava clavos de diferentes medidas. Conforme la gente de la comunidad le explicaba sus problemas, la escultura se iba llenando. Son objetos muy impactantes por su fuerza estética y porque son el reflejo de muchos problemas pero también de la voluntad de quererlos solucionar».
En su obra, Mónica Porta utiliza dos tallas de madera (una representa la cabeza de un animal y la otra la de un niño) y una silla producida por una famosa multinacional sueca. Todos estos elementos están llenos de clavos, como los fetiches congoleños.
La pieza se completa con los dibujos de clavos realizados en un manual de instrucciones de montaje de la silla. «De esta manera, se aleja de la uniformidad que propone un mueble producido en serie y que podríamos encontrar en cualquier sitio. La silla deja de ser un objeto práctico y anodino para convertirse en un objeto simbólico con la esperanza de que el arte actual pueda cumplir la función que cumplían esas esculturas africanas».
Esta última edición de los Premios ArtsFAD 2017 presentaba algunas novedades respecto a las anteriores. La primera tiene que ver con la propia denominación de los premios: «Anteriormente llamados Premios ArtFAD, con la incorporación de esta ‘s’ del plural se ha querido enfatizar la inclusión de todas las artes y ser, así, una convocatoria multidisciplinaria y abierta a todo tipo de artes», explican desde el organismo organizador.
Además, en esta última convocatoria no ha habido diferenciación de categorías entre profesionales y estudiantes y las piezas presentadas tenían que cumplir como requisitos que fueran obras únicas, que manifestaran un gran conocimiento de oficio y que fueran un objeto nacido en el ámbito del trabajo de la materia sin una función propiamente utilitaria.