Rajoy y la homeopatรญa del deporte

El mundo de la ciencia lleva unos aรฑos combatiendo a uno de los peores enemigos que jamรกs ha encontrado para la salud pรบblica: la estupidez. Ya sea en forma de gente que no vacuna a sus hijos porque cree que eso en realidad les hace enfermar, ya sea en forma de gente que consume principios antibiรณticos de forma descontrolada, con las repercusiones que eso tiene como la pรฉrdida de efecto en tratamientos realmente necesarios.
Esa estupidez tiene algunas manifestaciones muy concretas, como aquella pulsera Power Balance que una exministra de Sanidad lucรญa pensando que aquello le darรญa el equilibrio que necesitaba su cuerpo. O aquellas famosas pulseras magnรฉticas que tan de moda estuvieron en los โ€™80. O, de regreso al presente, con la homeopatรญa. Sรญ, esos supuestos medicamentos que se venden en farmacias y Sanidad avala, a pesar de que nunca ningรบn principio homeopรกtico ha superado test de laboratorio alguno y, por tanto, son tan vรกlidos para sanar algo como lo es chupar madera.
Hay, en definitiva, cosas que la gente tiende a creer que funcionan para conjurar males mayores. Sanpancracios de rebotica, vaya.
Tambiรฉn en polรญtica.
En polรญtica no hay mal mayor ahora mismo que la crisis y su larguรญsimo impacto. Y en la sociedad -particularmente la espaรฑola- pocos principios homeopรกticos tan funcionales como los deportes. Con cada victoria de su equipo, cada tรญtulo de la selecciรณn, el ciudadano medio siente un poco de alivio, una sensaciรณn pasajera de que no todo es tan terrible, de que su paรญs -en fin- es bueno en algo y se olvida por un momento, en una catรกrtica pertenencia a un grupo, de que las cosas van mal.
En ese sentido, Rajoy es el presidente adecuado para este momento ยฟPor quรฉ? Porque le gusta el deporte
Cuando Espaรฑa llegรณ a la final del Mundial que acabarรญa ganando, el entonces presidente Josรฉ Luis Rodrรญguez Zapatero descartรณ ir al partido en Johanesburgo. A รฉl tambiรฉn le gusta el fรบtbol (es del Barรงa, y en esa รฉpoca estaba Guardiola), pero cabe suponer que era un gesto simbรณlico. Ya iba la Casa Real y, en fin, estando las cosas como estaban y los รกnimos yendo como iban, no era cuestiรณn de hacer semejante viaje a costa de las arcas pรบblicas para ver un partido de fรบtbol.
Rajoy es de otra pasta. A poco de llegar a la Moncloa, y con el fantasma del rescate planeando sobre nuestra disparada prima de riesgo, el presidente con mayor poder que ha tenido nuestra democracia (por aquello de la mayorรญa absoluta y el control territorial y orgรกnico) se fue hasta el este de Europa para celebrar con indisimulada alegrรญa los goles de Espaรฑa. No era Johanesburgo, pero tampoco era la final del Mundial.
Pocas cosas mรกs espaรฑolas que cantar un gol de pie y haciendo alharacas, aunque estuviera en la tribuna de autoridades.

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Foto: Alejandro Ruesga

 
El efecto de aquellas imรกgenes, que se repitieron alguna vez mรกs, fue demoledor: aparecieron en la prensa junto a los titulares sobre el rescate. Allรญ estaba รฉl, Rajoy, con rabia indisimulada. Las crรญticas arreciaron, pero sรณlo como arrecian en Espaรฑa: duraron poco y se olvidรณ el tema. Como pasa con tantas cosas en las redes sociales: Boko Haram, el consejero madrileรฑo de Sanidad, Mรฒnica Oriol, el alcalde de Valladolid, el vicealcalde de Valencia, el director del Canal 24 horas, Andrea Fabraโ€ฆ
Hubiera sido un escรกndalo en otros paรญses, pero quรฉ quieren, esto es Espaรฑa y a fin de cuentas a todos nos gusta el fรบtbol.
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Foto: EFE

 
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Foto: RTVE

 
No es que Zapatero fuera mรกs o menos responsable que Rajoy (lo cual es opinable), ni que Rajoy sea mรกs apasionado que Zapatero (lo cual tambiรฉn es opinable). Es, quizรก, una arriesgada maniobra de identificaciรณn con la gente. Como la crisis persiste, al menos queda el remedio homeopรกtico. Porque sรญ, a Rajoy le gusta el deporte. Y mucho. ร‰l es del Real Madrid, y del ciclismo. Y, bueno, de cualquier cosa que sea deporte. De hecho, no es raro encontrarle en fotos corriendo o haciendo bicicleta.
Esa estrategia de indisimulada pasiรณn, quizรก la รบnica que se permite el presidente mรกs allรก del tibio beso a su mujer y los mal ejecutados saltos en el balcรณn de Gรฉnova cuando ganรณ con mayorรญa absoluta. El deporte es su รบnico exceso, y se ceba con รฉl.
Por eso el perfil oficial de Twitter que se abriรณ tres meses antes de las elecciones que le llevarรญan a la Moncloa empezรณ a inundarse de deporte en cuanto le vio el filรณn a lo de la homeopatรญa deportiva. De hecho, de los pocos tuits que supuestamente escribe รฉl (no su equipo), segรบn evidencian sus iniciales โ€˜MRโ€™ en el cuerpo del mensaje, son muchas veces de รญndole deportiva.
En los รบltimos tiempos, la verdad, lo de las victorias de los nuestros se ha ido reduciendo: ni el fรบtbol, ni el baloncesto, ni el tenis, ni la Fรณrmula 1 nos dan las alegrรญas de antaรฑo. Pero para Rajoy en eso todos los deportistas espaรฑoles son iguales: a cada victoria de uno de los nuestros, una felicitaciรณn oficial a travรฉs del Twitter institucional del presidente. Y si hay recepciรณn y foto, mejor que mejor.
Como muestra, un botรณn. Estos tuits fueron enviados en un plazo de menos de tres meses, entre julio y octubre. Quince, nada menos, en total. En tres meses:


Lo dicho, a Rajoy le gusta el deporte, y sabe que a los espaรฑoles tambiรฉn.
Por eso quizรก tampoco le importรณ que le hicieran la foto entrando en el coche oficial con el diario Marca como lectura de cabecera. Otros presidentes o primeros ministros intentan no enseรฑar los medios que leen -rara vez leen alguno, mรกs bien les pasan resรบmenes de prensa-, pero si ha de salir algo en la foto buscan algo mรกs sesudo. Rajoy no. Rajoy lee el Marca, como tantos otros.

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Foto: Claudio รlvarez

 
Las crรญticas, de nuevo, a la espaรฑola: intensas, desmedidas y rรกpidamente olvidadas. Rajoy, supongo, sigue leyendo el Marca. No me lo imagino leyendo Yorokobu, la verdad.
El presidente es un tipo discreto y previsible, รฉl siempre lo ha dicho y lo lleva a gala. Le gusta rodearse de gente diligente y discreta, trabajadores fieles. Un seรฑor clรกsico, se dirรญa que hasta aburrido y extremadamente formal. Clรกsico hasta decir โ€œcastaโ€, ya saben. No es difรญcil imaginรกrselo con un puro (que tambiรฉn le encantan) viendo el fรบtbol. Como los espaรฑoles medios, pero sin ser un espaรฑol medio, y con puro.
A รฉl no le gustan las sorpresas, ni los imprevistos, aunque curiosamente siempre ha sido mejor en las rรฉplicas improvisadas que en los discursos estudiados (curiosamente tambiรฉn, al contrario que Zapatero). Por eso las manifestaciones de pasiรณn deportiva no parecen casuales, ni improvisadas. Quizรก es la รบnica vรกlvula de escape, el รบnico atisbo de normalidad de un presidente muy poco natural. Pero quรฉ quieren, es que a Rajoy le gusta el deporte.

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Patrick Thomas

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