Por fin hay brotes verdes perceptibles. Están en muchos balcones de Malasaña. Los jardines y huertos que los vecinos están plantando en ellos están haciendo reverdecer el barrio. Rebrota Malasaña está detrás de la iniciativa.
La zona no se caracteriza precisamente por sus zonas verdes. Por eso a Laura y Nuria, las ingenieras agrónomas que desde 2012 trabajan como Rojomenta, se propusieron tratar de dinamizar las calles de Malasaña en torno a la vegetación urbana.
«Recibimos el premio Proyectos con Espíritu, organizado por Espíritu 23, para la ejecución del plan durante los primeros meses de 2014. No se trataba de una acción puntual sino de algo continuo en el tiempo». Y de hecho, en ello siguen.
Cuenta Nuria que ponerlo en marcha fue tarea fácil porque en el barrio «existía la demanda de trastear con las plantas». «La iniciativa –continúa- tiene cuatro patas. La primera de ellas la componen todos y cada uno de los colectivos. No queremos que sea un proyecto nuestro sino del barrio».
De esa primera pata surge la segunda. Porque excusas como ‘a mí se me dan fatal las plantas’, ‘todas se me mueren…’ aquí no sirven. Para eso están los cursos y talleres sobre huertos en balcones o jardinería ecológica en balcones que Rebrota Malasaña imparte entre los vecinos, comerciantes y empresarios de la zona a los que les apetezca colaborar.
Los paseos por el barrio para conocer la vegetación de sus balcones y ventanas es otra de las bazas con las que la iniciativa trata de darse a conocer entre vecinos y no vecinos del barrio, porque estos últimos también están invitados. El próximo paseo guiado se celebrará el 2 de mayo. Y coincidiendo también con las fiestas de Malasaña, los días 10 y 11 de mayo se celebrará un mercadillo para el trueque de plantas y esquejes.
Rocío y Laura consideran el concurso con el que se premiará a los mejores balcones de particulares y empresas en diversas categorías como una vía más para dar a conocer la iniciativa y animar a la gente a participar.
De vez en cuando, las chicas de Rojomenta llaman al telefonillo de los que viven y trabajan por la zona y disponen ya de un balcón verde. A la mayoría no les conocen. Pero quieren hacerlo y por eso les piden unos minutos de su tiempo. «Estamos entrevistando a estos vecinos y comerciantes para intentar averiguar la historia que hay detrás de cada balcón».
Será cuestión de tiempo comprobar el calado del proyecto. El recuento de macetas en los próximos meses será un dato revelador en este sentido. Pero al menos, de momento, parece que la acogida está siendo bastante buena. Para Rocío, el hecho de que haya surgido como una iniciativa particular, sin respaldo ‘oficial’, ha sido fundamental. «Con subvenciones, probablemente, dispondríamos de más medios pero creo que la gente se siente mucho más a gusto así».
Además les permite mantenerse al margen de cualquier filiación política. «No queremos entrar en esos temas. De hecho, hay gente que se pone en contacto con nosotras para quejarse del mal estado de los árboles de una determinada calle o de la escasez de zonas verdes del barrio, pero Rebrota Malasaña no es una plataforma de denuncia. Creemos que somos más eficaces contribuyendo ‘con la causa’ mediante nuestros cursos, talleres y demás iniciativas que quejándonos o denunciando. Les apoyamos, pero para eso existen otras vías».
Asegura Rocío que al hablar de la esencia de Rebrota Malasaña, la gente suele relacionarla con los patios de Córdoba, «aunque yo creo que no va por ahí la cosa. En todo caso, se asemeja más a iniciativas que se han llevado a cabo en algunos barrios de Toronto. En muchos otros lugares existen proyectos urbanitas semejantes, incluso los grupos de compra guardan también cierta relación por el componente ecológico, pero probablemente el canadiense sea el que más se asemeja al nuestro».