Sex Invaders: erotismo, pop y videojuegos

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“Piezas de arte pop soñador”. Eso es lo que surgió unos meses después de que Meredith Rose se apuntara a un programa de entrenamiento intensivo, se mirara al espejo y viese ahí delante el bello cuerpo de una mujer.
Todo se hubiese diluido en el tiempo si no hubiese sido por una cámara. “Mi novio, Eric Hajjar, me hizo unas fotos. Fue solo por diversión. Nunca pensé que esas piezas se pudieran convertir en arte, pero ocurrió. Y estoy contenta de que pasara así”, explica Rose.
Esas piezas forman la colección Sex Invaders y se exhiben, desde hace unos meses, en varias galerías de EE UU (Nueva York, Miami, Los Ángeles…). “La mayor parte de nuestras colecciones están disponibles en dos tamaños”, apunta. “Y siempre en edición limitada”.
Destripemos la historia para entender por qué la sensación de orgullo de unos músculos desembocaron en este proyecto visual.
Eric Hajjar es diseñador gráfico. Meredith Rose ha trabajado durante años con la fotografía. Y, juntos, en 2008, comenzaron a construir la colección Ultravelvet. “Fotografiamos todo en películas de 120 y 35 milímetros, y unimos nuestros conocimientos para crear piezas de arte pop soñador”, especifica la estadounidense.
Era habitual trabajar juntos pero en esta ocasión hubo un elemento nuevo. Rose entró en las fotos y se convirtió, además, en modelo de la obra. “Sex Invaders nació de la unión de nuestro amor por los videojuegos y dos estilos de fotografía editorial que ya habíamos hecho antes. Pero no usamos a esas chicas. La mujer que está en la sauna soy yo”.
Sex Invaders mezcla fantasías infantiles y adultas. Los artistas declaran que pretenden que ambas vivan de forma armónica y simultánea. “Pensamos que cuando eres joven, estás deseando volver del colegio a casa para dedicarte a tus videojuegos. Cuando eres mayor, quieres tener una cita con esa persona que te parece tan especial”, comenta.
“Las fotos están más trabajadas desde los ojos masculinos, pero en absoluto queremos que parezcan sexistas”, enfatiza. “Nuestra intención es darle un giro divertido o que suponga una evolución más en la fantasía de una persona”.
Rose y Hajjar utilizaron una Canon de los años 60. La película era cross processed y “el resto resultó de la magia que se produce en la sala de edición”, relata. “Es difícil definir exactamente cómo tratamos las imágenes, pero nos esforzamos todo lo que pudimos por crear piezas que provocaran alguna reacción en las personas que las vieran”.
La fotógrafa cuenta que vivió la creación de Sex Invaders como “una experiencia de meditación”. “Eric y yo somos instructores de meditación. Muchas personas nos preguntan cómo se hace y, como respuesta, podríamos decir que es muy similar al arte de crear. La mente está constantemente yendo de un espacio a otro, relacionando pensamientos… Hay un paralelismo entre esto y el trabajo que hicimos de unir varias capas de imágenes en una sola”.
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Yorokobu es una publicación hecha por personas de esas con sus brazos y piernas —por suerte para todos—, que se alimentan casi a diario.
Patrick Thomas

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