Cambia la cinta de correr por un huerto

16 de noviembre de 2012
16 de noviembre de 2012
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La bici no es solo un “vehículo de transporte personal de propulsión humana” (Wikipedia). Ni una forma de hacer ejercicio. Además de todo eso, tiene, al menos, una utilidad más. Puede desempeñar una labor social. Igual que correr o caminar. En eso consiste la iniciativa de Sigre+Yorokobu ‘El deportista social’. En aprovechar el esfuerzo y el tiempo dedicado a hacer ejercicio físico para realizar, a la vez, una acción social.

La invitación vino de Sigre. Esta entidad sin ánimo de lucro dedicada a reciclar restos de medicamentos de los hogares para cuidar el medio ambiente propuso a Yorokobu participar en su campaña Cambia con Sigre.

Nos pidieron desarrollar un proyecto con fines sociales y nuestra propuesta fue divulgar la idea del deportista social. La inspiración procede de Londres. En esa ciudad, Tower Hamlets fundó una iniciativa llamada The Good Gym con la intención de evitar el “derroche de potencial humano que se produce en los gimnasios”. Su objetivo, según dijo en una entrevista con Yorokobu, es “utilizar esos recursos y dotar a ese ejercicio de un buen propósito”.

Un día dejamos la bici en casa y fuimos a un huerto particular. Una pareja de personas mayores querían arreglar sus tierras. Estuvimos una mañana con ellos y nuestro deporte consistió en plantar semillas, limpiar tierra y ordenar un poco el huerto y el jardín.

Es sudor con sentido social. Eso es lo que pretendemos. No buscamos héroes ni hazañas. Ya es una heroicidad ayudar a un familiar, mientras haces ejercicio físico, en vez de encerrarte en un gimnasio. Ese es el deportista social.

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