Un cuchillo atravesando un melón repetidas veces simula la piel de Janet Leight acuchillada en la bañera en Psicosis. Sonido mentiroso, sonido que no reconocemos, pero que sugestiona nuestra imaginación. Si el cuchillo en el melón no estuviera, consideraríamos la escena incompleta, aunque pocos sabríamos decir por qué. Es una sensación que experimentamos durante una estancia fuera de casa o tras mudarnos de vivienda. Pasa un tiempo hasta que nos acostumbramos a los sonidos de la nueva casa o el lugar extraño en el que dormimos. Después de acostumbrarnos, de alguna manera silenciamos estos sonidos, pero nos ponemos en alerta si faltan.
Los diseñadores de sonido lo saben y recrean o simulan en el estudio los sonidos de la realidad o inventan otros para dar empaque a mundos de fantasía. Es una técnica y un arte llamada efecto sala o Foley en honor a uno de los pioneros en añadir sonidos a una película una vez que ha sido filmada. El efecto sala añade sonidos clásicos: los líquidos que son vertidos, las manecillas de los relojes, los objetos que caen y se rompen, los pasos, las espadas y las armas de fuego cuando son desenfundadas… Otros sonidos pasan desapercibidos —como el cuchillo en el melón— al conjugarse con la música. Y hay otros que crean historias.
Fue René Clair en los albores del cine hablado quién dijo que una película podría contarse solo con imágenes y sonidos. Ponía como ejemplo a la actriz Bessie Love en Melodías de Broadway 1929 mirando triste por la ventana; el sonido de un portazo y el de un coche arrancando y alejándose a toda velocidad. Una escena que ha sido recreada miles de veces por el cine, la televisión y la publicidad. Es un ejemplo de economía narrativa.
En Vimeo encontramos videos que sirven como ejemplo de la importancia de los sonidos para complementar escenas o añadir dramatismo.
Hearing Tarantino
El montaje de Jacob T. Swinney recoge sonidos clásicos en el cine de Tarantino. En muchos casos, exagerados para dar mayor intensidad a las escenas como la cadena aprisionando el cuello de Uma Thurman en Kill Bill Vol 1. Otros llaman la atención por atípicos y merecen un comentario.

El pie de Uma Thurman apoyado en la puerta de la Coñoneta en Kill Bill Vol. 1. Recordemos que Uma en una silla de ruedas busca la furgoneta en el aparcamiento del hospital. Cuando encuentra el vehículo sube con dificultad a los asientos de atrás y cierra la puerta. Los pies de Uma se apoyan en la puerta que acaba de cerrar. Ella se empeña con fuerza de voluntad en recuperar la movilidad. El dedo gordo que se mueve y roza el plástico del coche es un triunfo. Por esto, el sonido se encarga de remarcar el movimiento que en la vida real sería imperceptible.
En el cine de Tarantino, los zooms a los rostros de los personajes o los objetos (inspirados en el spaghetti western y las artes marciales de los 70) van acompañado de un sonido que nos sugiere que la cámara rompe el aire como un avión. Así resalta Tarantino las emociones que sienten los personajes (sorpresa o miedo o ira) o indica que las armas van a entrar en acción.

Es habitual en el cine y la televisión escuchar cómo los personajes beben con pajita. En Django Desencadenado el sonido añade un matiz: quiere que sintamos rechazo por el esclavista Leonardo DiCaprio. El sonido de la pajita es exagerado. El personaje quiere dejar constancia de su presencia en todo momento. No le basta con estar en la misma habitación.
No podemos describir el sonido de un dedo hurgando en una herida profunda o el de la picadura de un mosquito. No los conocemos. Son sonidos inventados para provocar asco. Con ellos estamos más cerca de los personajes. No podemos sentir el picor ni el dolor, pero el sonido actúa como sustituto para la imaginación.
Sounds of Aronofsky
El montaje de Kogonada recoge sonidos clásicos en el cine de Aronofsky y otros no tanto o inventados.

Nos hemos acostumbrado al sonido de los pasos de los personajes con zapatillas, tacones e incluso con los pies desnudos. El sonido de los pasitos de las bailarinas es desconocido. Nunca hemos estado tan cerca de las bailarinas como en Black Swan. El sonido destaca que las bailarinas realizan un gran esfuerzo para simular que levitan: las humaniza.

¿Quién repara en el sonido de una pastilla cayendo en una mano? En Réquiem por un sueño ese sonido destaca el drama de la de la adicción a los fármacos de la madre del protagonista. Como una losa cayendo. No es el único sonido irreal en la película. Toda clase de drogas va acompañada de sonidos exagerados mientras los personajes las preparan, las cuecen, las tragan o se las inyectan. La pupila dilatada de Jennifer Connelly tras ingerir drogas viene acompañada de un sonido que simula el sonido de un túnel. Sugiere una caída.
The Sounds of Star Wars
El montaje de Rishi Kaneria es un homenaje al trabajo del diseñador de sonido Ben Burtt.
Un trabajo complejo en 1977 que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos reconoció concediendo el Premio de Logro Especial por la creación de las voces de extraterrestres, criaturas y robots en la película Star Wars. Burtt no tenía entonces referentes en los que inspirarse para conseguir los sonidos que hoy reconocemos. En algunos casos, los sonidos por casualidad, como el zumbido de las espadas láser que combina un proyector de cine roto y las interferencias de un micrófono pegado a un televisor.

Trabajos como el de Burtt entrañan un riesgo para el diseñador de sonido. Aunque las tecnologías y las criaturas y los mundos son inventados, deben ser realistas. En los géneros de fantasía, terror y ciencia ficción, el sonido se convierte en un elemento de gran importancia para dar empaque a mundos que no reconocemos. Los sonidos y los ruidos son suficientes para ofrecer al público un espectáculo, escribió René Clair, cosa que en Star Wars se cumple.
Los directores ni productoras inventan sonidos para sus películas sino los diseñadores de sonido, así que dar los nombres propios, por favor….
En el texto se dice expĺícitamente que el sonido es un trabajo de los diseñadores de sonido y se nombra en concreto a Foley y Ben Burtt.
Harry Cohen es el diseñador de sonido de «Kill Bill», «Django desencadenado», «Malditos bastardos», entre muchas otras. También aparece acreditado Sam Sanders.
Brian Emrich es el diseñador de sonido con el que suele trabajar Aronofsky: «Black Swan», «The Wrestler», «Requiem for a dream» y «Pi».
Gracias, Juan Carlos, por la aportación.